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Se arrastra hacia afuera y sale de abajo de la cama. Me arrodillo, estupefacta y con un movimiento rápido lo tengo sentado a mi lado. Puedo ver qué su expresión divertida desapareció y yo por supuesto, entro en pánico. Abro la boca a punto de gritar, cuando de pronto él me toma con una mano de la nuca y con la otra me tapa la boca.

No. No. Por Dios, no.

Está casi encima de mi.

— Shhh.... Shhh... No grites...

Comienzo a sollozar contra su mano. Lo miro con los ojos abiertos como platos. Esto no puede estar pasando.

— Tranquila...tranquila.

Intento sacármelo de encima pero es más grande y fuerte que yo.

— No, no... mirame, mirame.

Lo miro a los ojos y sigo intentando alejarme de él ¡¿Qué hace aquí?! ¡¿Qué quiere?! ¡¿Violarme?! ¡¿Matarme?!

—No voy a lastimarte Malena. — Me suelta como si estuviera leyendo mis pensamientos.

Apoyo mis manos en su pecho a modo de defensa y lo empujo suavemente pero es como una pared macisa para mí. Está vestido con un buzo negro, un jean negro y la capucha se le deslizó de la cabeza, dejando a la vista su cabello castaño claro. Sus ojos verdes lucen alarmados por mi reacción ¡¿pero que carajo esperaba?! ¡¿Que lo invitará a tomar el té?!

—Voy a soltarte suavemente, pero no quiero que grites. — Me susurra con voz dura.—¿Está bien?... Por favor, no grites... ¿Si?

Me le quedo mirando unos segundos y luego asiento despacio. Él me quita la mano de la boca con lentitud y con la otra mano me quita el cabello que se me pego en el rostro. Hago un movimiento como para alejarme de su tacto. Realmente me asusta está situación.

Se me queda mirando unos segundos en silencio y esto es tan incómodo como espeluznante. Me obligo a mi misma a hablar.

—Voy... a prender la luz...—Suelto en un susurro entrecortado.

Me toma del brazo de golpe y yo ahogo un grito.

— No quiero que prendas la luz. Está bien así.

Hago un movimiento brusco con mi brazo para que me suelte y lo hace.

—¿Qué haces aquí? —Pregunto al fin.

—Ya te lo dije. Vine a verte.

Frunzo el ceño sintiendo que no es una razón justificable para meterse a la fuerza por segunda vez en mi casa.

— Cerré la ventana con seguro. Dijiste que ibas a entender en mensaje...

Lanza un suspiro.

—Asumí que estabas enojada conmigo, así que decidí insistir.

Lanza un suspiro.

—Esto no es insistir, esto es allanamiento. —Suelto con una risa sarcástica.

Se ríe.

—No encontré otra forma de acercarme.

Niego con la cabeza sin poder creerlo.

— Ya deja de jugar y dime la verdad ¿Quieres robar esta casa? ¿Qué es lo que quieres? Te aviso que no tenemos mucho. Todo el dinero de mi padre se va en mi enfermedad.

Frunze el ceño y se me queda mirando con aire ofendido. Luego su mirada se torna fría y gélida. Se me acerca gateando por a lo largo de mi cama. Palidezco. Acerco mis rodillas a mi pecho mientras lo miro con los ojos abiertos como platos. Toda la valentía que sentía hace algunos segundos, se desvanecen por completo.

—Yo no necesito robar Malena y mucho menos dinero. — Su voz es dura

—¿Entonces que es lo que quieres? — Pregunto en un susurro entrecortado.

Oficialmente, Benjamín me da miedo. Se queda callado unos segundos pero luego levanta su mano y acaricia mi mejilla suavemente.

—Te quiero a ti.

Demasiadas emociones. Creo que sentir mucho me juega en contra. Una mezcla de miedo con vergüenza y angustia por lo que Benjamín quiera conmigo, hacen que se me nuble la vista y comience a darme vueltas la cabeza.

¡¿Por qué soy así?!

—Oh... no. — Suelto en un susurro tomándome la frente con una mano y cayéndome poco a poco en la cama.

Él se acerca rápidamente a mí y me toma en brazos.

— ¿Y ahora que tienes?— Me suelta en un susurro, apretando los dientes.

Comienzo a respirar con fuerza y la furia me obliga a abrir los ojos. Mis palabras casi ni se escuchan pero son claras.

— Estoy enferma, enterate.

— Lo que no sé, es de que estás enferma preciosa.

Su voz suena con un poco de sarcasmo. Cierro los ojos con fuerza. Me pesan los párpados. No puedo ni siquiera hablar. Entre abro los ojos e intento abrir la boca para llamar a mamá ¿Qué me pasa? Es la segunda vez que me desmayo frente a él. Esto no es normal.

—  Déjate ir tranquila. Cuando despiertes, te darás cuenta de que yo no soy ningún ladron pero te aconsejo que no le cuentes a nadie sobre mi, creeme... es lo mejor.

No puedo contestar nada. Cierro los ojos y me desmayo.

~•~

— ¡Malena! ¡Malena, por dios! ¡Despierta hija!

Abro los ojos de golpe ¡¿Qué?! ¡¿Qué pasó?! ¡¿Benjamín entró aquí?! Miro para todos lados y veo que mamá está encima de mi y papá está a los pies de mi cama mirándome con los ojos abiertos como platos.

Me siento en la cama de golpe y momentáneamente me asombro de ni haberme mareado luego de hacer tal movimiento brusco. Tengo la máscara de oxígeno puesta.

—  ¿Qué pasa? ¿Qué hacen? —  Pregunto alarmada al ver a los dos encima de mi.

Siento que se me sube el calor hacia el rostro ¿Acaso se dieron cuenta de que Benjamín estuvo aquí? Mamá me abraza de golpe.

— ¡No despertabas! ¡Hace 15 minutos que estamos intentando despertarte!

—  La ambulancia viene en camino, te llevaremos al hospital. —  Me espeta papá mientras intenta comunicarse con alguien por su teléfono.

Me quito la máscara de oxígeno y compruebo que no me siento mal e incluso puedo decir, que estoy algo descansada.

—  Pero si estoy bien ¿Podrían calmarse?

Mi madre un poco más y se abalanza sobre mí y vuelve a ponerme la máscara de oxígeno y luego me revisa la fiebre.

— No te quites el oxígeno y por primera vez en tu vida, quiero que me hagas caso Malena.

Alzo las cejas, ofendida. Ojalá pudiera decir que no le hago el más mínimo caso. Miro para todos lados y antes de que mis padres me saquen de la habitación, puedo notar que mi ventana está totalmente abierta.

Mi maravillosa creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora