Hoy se cumple un mes de mi recuperación. La movilidad de mi brazo volvió casi por completo y el doctor Sosa me dijo que hoy puedo intentar caminar. Mi vida se reduce a tratamientos, rehabilitación y esperar el alta. Estoy mirando la tele sin verla en realidad. Mi mamá entra con mi tía que hoy luce más animada.
— ¿Cómo estas mi amor? — Mamá me da un beso en la mejilla.
— Bien.. ¿Me perdí de algo? — Pregunto mirando sus miradas llenas de ánimo.
Mi tía me besa en la frente.
— ¡Mi Jess mostró actividad cerebral!
Intento sentarme de golpe con una sonrisa pero me da una puntada en la cabeza y vuelvo a la cama. Mi madre me acomoda la almohada.
— Despacio hija, despacio... — Me pide mi tía.
— Quiero ir a verla. Hoy me dijo el doctor Sosa que ya puedo intentar caminar... — Les cuento.
— Vamos a preguntar primero. — Me contesta mamá.
Llaman al doctor Sosa y este entra a la habitación mirando mi historia clínica.
— ¿Cómo estás hoy princesa?
— ¡Mejor que ahora ya se lo de Jess!
Él me sonríe.
— Buenas tardes señora Larson. — Saluda a mi tía.
Mi madre ríe ante tal confusión y él la mira de golpe.
— En realidad soy Isabella Gutiérrez, mamá de Jessica. — Sonríe mi tía.
Mi doctor mira a mi madre, luego a mi tía y hace un gesto de asombro por lo iguales que se ven. Nadie va a admitir que mi tía este último mes se ve como mi madre se vió todo el tiempo que estuve a punto de morir. Luce cansada, ojerosa y sin ánimos.
El doctor Sosa vuelve a poner su atención en mí.
— En su condición, es un gran comienzo. Puedes ir a verla pero pondré a una enfermera con una silla de ruedas detrás de tí, solo por las dudas.
Me apresuro a cambiarme para salir de la cama con cuidado. Ya tengo el culo cuadrado de tanto estar acostada. Es bueno ocupar mi tiempo en algo distinto que estar con los ojos pegados a la televisión. Si pienso, mi mente se va a lugares oscuros. Si quiero olvidar y seguir con mi vida es mejor ocupar mi mente en otras cosas como para empezar.
Mi madre me agarra de un brazo y mi tía del otro. Los primeros pasos son difíciles pero poco a poco me acostumbro. La habitación de Jess queda en terapia intensiva y tenemos que cruzar por en frente de la cafetería. Noto animada que hoy está casualmente lleno de gente.
Un olor a café intenso mezclado con olor a pescado entra en mis vías respiratorias. Inmediatamente me dan náuseas. Me zafó del brazo de mi tía para taparme la nariz.
— ¿Pero que están cocinando? Eso huele asqueroso. — Suelto reprimiendo una arcada.
Hay un silencio extraño.
— Están haciendo filetes de pescado como plato del día. — Contesta mi tía mirando hacia otro lado.
— Es eso o están tratando de envenenar a alguien.
Incluso ya alejadas de la cafetería sigo sintiendo ese desagradable olor. Llegamos a la habitación de Jessica. Mis piernas amenazan con fallar e incluso me mareo pero no le presto atención. Entro a la habitación y la veo.
Está acostada en la cama, quieta. Parece dormida. Está rodeada de cables y máquinas. Me tapo la boca, dolida. Es la primera vez que la veo desde lo que pasó en la azotea. Me tambaleo y la enfermera me sugiere que me siente. Le hago caso porque siento que me tiemblan las rodillas. Mi tía se limpia las lágrimas y empuja mi silla hasta cerca de su cama.
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Mi maravillosa creación
Romance¿Que harías si tú vida, que está destinada a una enfermedad miserable, se ve interrumpida, avivada y corrompida por un extraño muchacho de ojos verdes? Malena ni siquiera quería averiguar quién era realmente él. Su principal objetivo, era convencer...