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Me levanto con brazos temblorosos. Me volteo, aún sintiendo electricidad por todo mi cuerpo y sonrío al encontrarme con la sonrisa divertida de Benjamín. Lo miro y observo que aún su miembro está endurecido.

— ¿Tu no...?

Niega con la cabeza.

— No puedo, no traje condón. — Contesta.

Ah... es cierto. La verdad es que no me preocupa. Mis posibilidades de embarazo para alguien con mi salud son más bajas que la de una normal. De pronto se me ocurre algo. Quiero hacerlo ¿Si no, cuando lo haré?

— Creo que puedo ayudarte... — Le suelto mientras apoyo mis manos en su pecho.

Me muerdo los labios y él levanta las cejas y sonríe divertido cuando se da cuenta de lo que pretendo.

— No hace falta si no estás segura, podemos hacerlo de alguna otra forma.

Niego con la cabeza.

— Pero yo quiero hacerlo y que sea contigo. — Contesto con voz suave.

Me acerco a él, intentando demostrar seguridad con mi desnudez. Me rodea la cintura con ambos brazos y me besa en los labios.

— Está bien. — Balbucea contra mis labios.

Lo agarro de la mano y hago que se siente en la silla que está detrás del escritorio. Me arrodillo despacio y con cuidado hasta quedar entre sus piernas y a la misma altura que su miembro. Con dedos temblorosos, le bajo el pantalón y su erección aparece frente a mi. Abro los ojos lo más que puedo ¿Y ahora como hago esto? Trago saliva nerviosa. Él se da cuenta y se ríe mientras cierra los ojos.

— Descuida, estoy más nervioso que tú.

Nos reímos juntos y esto parece una situación de lo más normal entre una pareja. No que estoy una habitación en el subsuelo del hospital, teniendo sexo con la posible alucinación de mi cáncer. Benjamín me acaricia la mejilla y me saca de mis pensamientos. Le sonrío y luego acerco a mi boca a su hombría.

Beso su piel y comienzo a acariciarlo con mis labios sin meterlo en mi boca. Benjamín se estremece. Me ayudo a estimularlo con mis manos.

— Humm... Male...

Levanto la mirada al sentir esa voz tan sensual y veo que tiene los ojos cerrados. Junto valentía y me lo meto en la boca despacio. Subo y bajo con lentitud. No sabe mal ni tampoco es desagradable como a veces me cuenta Jessica. Intento controlar mi respiración. Rodeo su miembro con mi lengua y sigo chupando.

Aumento la velocidad, abre los ojos y nos miramos fijamente. Subo y bajo rápido intentando meterlo todo y sin dejar de acariciar su piel con mi lengua y labios. Su respiración se acelera, me acaricia el pelo y la cabeza con ambas manos. Con la boca entreabierta y los músculos de sus brazos tensados puedo notar que está cerca de venirse.

— Oh mierda... — Balbucea.

Comienza a gruñir, se ruboriza y los músculos de su abdomen se contraen. Chupo con mas intensidad. Me toma más fuerte del pelo y de pronto siento como un líquido tibio y salado deslizarse hacia mi garganta. Se viene en mi boca en un grito ahogado y me lo trago sin pensar. Me lo saco de la boca despacio y él aún sigue respirando con agitación.

— ¿Te lo tragaste? 

Asiento y por un segundo se me pasa por la cabeza que no debí hacerlo pero luego Benjamín me sonríe. Le devuelvo la sonrisa mientras me levanto de entre sus piernas. Él se acomoda la ropa y me toma de la cintura para que me siente en su regazo.

— Tengo ganas de venirme desde que vi tu trasero sobre el escritorio. — Me suelta mientras siento su mano sobre mi nalga.

Me ruborizo e intento tapar mi rostro con mi cabello corto. Nadie nunca me había hablado así. Benjamín se da cuenta y me toma del mentón para que lo mire.

— Hey... perdón... no quise ser grosero. A veces se me olvida que tú no estás acostumbrada a esto.

Frunzo los labios ¿Acaso él si está acostumbrado y suele decir esas cosas seguido?

— ¿Y tú si?

Se ríe y luego me rodea con sus brazos.

— No Male, pero no tengo aclararte que no soy virgen.

Asiento y se me cruza por la cabeza qué tal vez hace todo esto porque tiene novia.

— ¿Tienes alguna chica en tu vida? — Pregunto de golpe.

Se me queda mirando un segundo y veo diversión en su mirada. Asiente y se me cae el mundo a los pies.

— Ambos estamos pasando por un momento complicado pero no puedo esperar para pedirle que sea mi novia. Tiene cabello hasta los hombros, negro, ojos amables de color miel y labios gruesos que me llevan al cielo cada vez que me tocan. Es una chica fuerte y valiente. Simplemente es maravillosa...

Siento que el corazón me salta de euforia al darme cuenta de que me está describiendo.

— Ya entendí... — Le contesto.

Me besa en la mejilla mientras ríe.

— Eres la única en mi corazón, no tienes por qué ponerte celosa.

Sus manos acarician mi cabeza y veo que su expresión se vuelve seria cuando sus dedos encuentran el relieve de la cicatriz que me dejaron los puntos de sutura.

— Perdón por no preguntar antes pero quiero que me cuentes que pasó para que terminaras en el hospital.

Trago saliva. Sabía que en cualquier momento me preguntaría. Solo lo estuve posponiendo todo lo que pude.

— Me caí o me desmayé, aún no estoy segura porque no recuerdo nada.

Benjamín frunce el entrecejo. Le cuento con mi prima y mi hermana me llevaron al hospital con la cabeza abierta y como estuve una semana en coma inducido.

— ¿Y ahora como prosigue tu situación? — Pregunta con cautela.

— Mi cirugía será en tres semanas. Tiene un 50% de probabilidad de éxito sin dejarme secuelas.

Benjamín se me queda mirando un momento, sin saber que decirme. Luego me abraza con fuerza y me refugio en el calor de sus brazos.

— No sé el futuro para decirte que estarás bien, pero si de algo estoy seguro, es que eres más fuerte de lo que creés y luchar no es algo que sea ajeno en tu vida.

Siento que mis ojos se humedecen y me animo a decirle lo que nunca le dije a nadie.

— Benjamín... estoy un poco cansada. Tal vez es lo mejor para todos...

Él niega con la cabeza y luego pega su frente contra la mía.

— No digas eso. No te rindas porque si entras al quirófano con esa actitud, tu corazón querrá rendirse también. No renuncies a tu vida.

Tenso la mandíbula y me alejo de él.

— La vida nunca me dio nada más que dolor ¿Tienes idea de lo que es que todo el mundo te mire con lástima o con miedo? ¿Que tu vida se resuma a una rutina aburrida y dolorosa?

— Si lo sé y mejor que tú. — Me contesta de golpe con voz dura.

Me le quedo mirando perpleja mientras siento como se escapan mis lágrimas. Me toma de la nuca y me obliga a mirarlo fijo a los ojos.

— Ya te dije que yo no soy una persona normal.

Mi maravillosa creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora