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El canto agradable que emitían las aves en lo más alto de los árboles y cuando emprendían vuelo, le hizo a Jimin sonreír mientras se relajaba sentado sobre una gran roca que estaba a la orilla de un pequeño lago que se formó al caer el agua de una hermosa cascada, sus pies los mantenía sumergidos en el agua a la altura de sus pantorrillas, con su pantalón de uniforme enrollado hasta sus rodillas.

Este era el lugar más tranquilo y armonioso que pudo encontrar. Y, para su suerte, solo él venía aquí, al menos, nunca había visto a alguien más pisar estas zonas, pues se trataba de un territorio en el bosque, sobre el cual suponía que los demás tenían miedo de adentrarse. Pues su fachada no es muy agradable que digamos, al principio se ve tenebroso, oscuro y muy espeluznante, que nadie jamás ni por broma, querría visitar.

Jimin era un aventurero que quería explorar más allá de esa oscuridad. No iba a mentir, al principio sintió miedo y pensó que era una locura lo que estaba a punto de hacer, pero se armó de valor, y decidido a pasar aquellos árboles, se adentró al lugar y fue allí cuando quedó asombrado y perplejo al ver lo hermoso que era en su interior. Esa brisa fresca que hacía a sus cabellos bailar con una relajante sensación provocándole cálidos estragos en su cuerpo, era algo que Jimin no se pudo imaginar que lograría causarle. Algo que la gente no se atrevía a ver y contemplar, ya que se dejan llevar por la apariencia externa de aquel bosque, tan horrible para su vista.

¿Cómo decidió aventurarse a este lugar?.

Fácil, necesitaba inspiración y concentración.
En casa no podía porque su hermano lo atosigaba en sus días libres pidiéndole jugar, y Jimin no podía resistirse a los ojitos brillosos de Kai. ¡Vamos! ¡qué era tan lindo!, y el mayor simplemente hacía caso sumiso a su petición.

Con Taehyung tampoco, y no es que la compañía del pelinegro sea molesta, al contrario, le parecía la mejor, pero no una en la que podría concentrarse del todo, pues Taehyung siempre le pedía ver películas porque se aburría cuando el castaño hacía sus cosas y formaba un puchero tal cual niño pequeño si no le hacía caso.

Jimin se hacía la idea de que no solo tenía un hermanito de ocho años, sino, dos, contando a su mejor amigo, tampoco podía resistirse ante aquellos pucheros. No se podía negar, debía admitirlo. Esto lo hacía fruncir su ceño porque no podía imponer su atención en lo que él quería.

Jimin tenía un talento que para nadie era oculto, le encantaba dibujar, era muy bueno, no solo en sus estudios, porque, ¡vamos!, es ¡Park Jimin! perfecto en hacer las cosas bien, con una belleza natural subliminal, el mejor de la clase, siempre se mantenía en la cima. Si buscaba trabajo, no dudaba en que lo aceptarían. El era muy bueno en todo y además, tenía el corazón más cálido que cualquier ser humano pueda tener.

No le importaba quedarse en la lluvia varado con tal de darle su paraguas a alguien que lo necesitaría más que él, tampoco quedarse sin comer en algunas ocasiones por ofrecerle su dinero a los ancianos de la calle, o bien, a los trabajadores de ambulantes.

Ahí se encontraba con su libreta de dibujo en mano, dispuesto a poner a volar su mente e imaginación. Trabajaba en algunos bocetos para pasarlos a pincel en un hermoso lienzo color blanco. Solo necesitaba inspiración, y este lugar se la prestaba.

—¿Qué podré dibujar?. —se cuestionaba mientras llevaba su lápiz a su boca, acción que indicaba, estaba pensando.

¿Debería dibujar a su familia?
Ya lo había hecho.

⸙˛Loving You [⋆] 🦋ु⋆ᴷᴼᴼᴷᴹᴵᴺDonde viven las historias. Descúbrelo ahora