My Summer Love

Capítulo 4: Hermanos

Dereck Miller

—Buen trabajo niños, terminamos las actividades del día, vayan a darse una buena ducha y prepárense para el almuerzo, mocosos apestosos —exclamo con diversión.

Los niños hacen una fila y salen del espacio de actividades.

Me siento sobre un tronco y abro mi soda de manzana para después darle un largo trago, esta semana ha sido realmente agitada, toda una montaña rusa de emociones, debería decir. Volteo a mi alrededor y veo que Megan se dirige a mí también con una soda de manzana —¿Qué tal el día hoy? —me pregunta sentándose a mi lado.

—Esos mocosos son terribles trabajando en equipo.

Ella me golpea el hombro —Yo conozco a alguien que también es terrible trabajando en equipo.

Alzo mi ceja —¿Ah sí? ¿quién?

Ella ríe —Estoy segura de que ya lo conoces.

Le doy un sorbo a mi soda y prosigo a hablar —Megan... ¿Cómo crees que se encuentre ella?

Ella suspira —¿Thea de nuevo?

Asiento mientras bajo mi cabeza —¿Has hablado con ella? ¿Sabes si está bien?

—Sólo sé que no quiere saber nada de ti —responde.

—Tú... me crees ¿no es cierto?

—Por supuesto que sí. Podrás ser un idiota, imbécil, infantil, inmaduro, distraído y molesto, pero jamás alguien que engañaría a su pareja; en especial cuando has estado enamorado de ella desde hace mucho tiempo.

—Y entonces... ¿por qué ella no me cree?

—Dale tiempo. Ella misma presenció lo sucedido.

Me levanto con fuerza y suspiro —Fue un error. Yo no lo hice intencionalmente, lo que pasó me tomó desprevenido.

—Lo sé, lo sé. Thea se dará cuenta con el paso del tiempo, y sino lo hace, sabes que hay muchas otras chicas en el mundo, no tienes por qué aferrarte a ella para siempre.

—Me he aferrado a ella por once años, no la puedo olvidar así de la nada.

—¿Once años? De verdad que eres fiel, la única persona que no lo ve es Thea.

—Gracias por lo ánimos, Megan.

—Hoy haré una videollamada con ella, si quieres puedes acompañarme y...

Me adelanto con mi respuesta —Seguro.

—No he terminado, cabeza de nido —prosigue ella —Habrán normas; uno, no vas a interrumpir mi plática con ella. Dos, no podrás asomarte por la cámara. Tres, no intentarás...

Me alejo un poco y camino lentamente fuera del área de actividades —Lo que sea. Tengo hambre, me las podrás explicar al rato.

—¡Dereck! Escúchame.

—¿La videollamada será a las cinco, verdad? Como siempre.