Capítulo 37: Amigos

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Thea Evans

—¿Qué?

—Es Dereck —vuelve a repetir Allen —Me ha mandado una dirección. Dice que quiere verte, Thea.

Me acerco hacia él con rapidez y observo su celular, él me lo extiende para que logre apreciar toda la conversación y entonces alzo mis cejas asombradas —En verdad es él —digo sin poder creerlo. Siento mis ojos querer derramar algunas lágrimas, pero intento retenerlas, después de todo, sigo algo sentimental desde la discusión que tuve con Amelia. —¿De qué creen que quiera hablar conmigo? ¿Querrá retomar nuestra conversación? —antes de que cualquiera de los dos pudiera contestarme, comienzo a sobre pensar internamente y me adelanto —¿Y si Megan está con él? —vuelvo a pensar en el momento exacto en el que salí de la cafetería —Quizás en mi ausencia logró convencerlo de que no arreglara las cosas conmigo, ella pudo...

—Thea, no sabrás de qué se trata si no vas ahora mismo a hablar con él —me interrumpe Allen. Sorbo mi nariz y asiento con más firmeza. Allen me sonríe reconfortantemente y me extiende las llaves de mi automóvil —Vamos, linda. No dejes a ese par de víboras salirse con la suya.

No evito soltar una corta risa ante su comparación. Tomo las llaves del auto y entonces me dirijo a la puerta para salir. Allen y Cam me observan detenidamente, con una mirada llena de confianza y calidez que me transmite paz en estos momentos llenos de agonía —Gracias. A ambos. —finalizo antes de salir.

Conduzco hacia la dirección que Dereck le indicó a Allen, por suerte conozco el camino hacia aquel lugar: un parque cercano a la casa de los padres de Dereck. Me parece irónico, la casa de los Miller fue donde todo comenzó, donde me rencontré con Dereck después del campamento, donde nuestra historia volvió a retomarse, es justo que sea cerca de allí donde acabaremos por definirla, donde podamos redirigir nuestro rumbo.

Doy un largo suspiro al estar en un semáforo en rojo, tomo mi termo de agua y le doy un trago para calmar mis nervios. Los nervios no son algo común en mí, pero por alguna razón mis piernas estaban temblando repetitivamente, como si se tratara de una prueba importante. Intento relajar mi nuca y cuando el semáforo vuelve a cambiar, busco cualquier otro tema para que mi mente pueda distraerse al menos hasta llegar al parque.

Cuando después de varios minutos llego, estaciono mi auto en un lugar cercano y camino hacia la zona con rapidez. Veo a algunos niños jugar en la cancha de futbol, otros columpiándose y divirtiéndose sobre algunos juegos. A lo lejos puedo ver a un chico sentado sobre una banca con sus brazos apoyados en sus rodillas y sus manos cubriendo su rostro, ese cabello castaño despeinado lo delata, e inconscientemente esbozo una sonrisa al verlo. Dereck bobo Miller.

Me dirijo hacia él, he estado preparándome todo el camino para evitar que los nervios me invadan ahora mismo, pero pareciera que esa breve práctica no ha servido de nada cuando estoy frente a él, a punto de llamar su atención para que pueda verme.

Quiero acariciar su cabello con delicadeza, pero no sé si sea apropiado, pienso en llamarlo por su nombre pero de solo pensarlo un montón de posibles escenarios aparecen en mi imaginación, hasta que por accidente aclaro mi garganta. Cubro mis labios con mi mano como si eso fuera a evitar el hecho de que Dereck me haya escuchado, pero eso ha sido suficiente para que él alzara su mirada y sus ojos avellana conectaran con los míos de una manera indescriptible.

—Thea... —cuando lo analizo con más cautela, noto que sus ojos en realidad están cristalizados, como si estuviera a punto de estallar en lágrimas. Intento mantenerme firme, pero me siento algo débil al verlo de esa manera y mi mirada se contagia hasta cristalizarse del mismo modo.

Parpadeo varias veces intentado rehabilitar mi consciencia. No puedo desviarme ahora mismo. —Dereck... hay algo que debo decirte —decido ir directo al grano. Es inútil seguir perdiendo el tiempo, y más cuando sé que Megan o Amelia pueden llegar en cualquier momento y complicarme las cosas —Necesito que veas la carpeta que te he dado, pero antes de eso, debo mostrarte la prueba que he... —me detengo al darme cuenta de que no llevo conmigo mi celular —Mierda.

My Summer LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora