Capítulo 43

1.7K 110 2
                                        

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Yo fui un claro ejemplo de ello. La última vez que creí que mi vida al fin se había normalizado, mi antiguo apartamento se convirtió en cenizas y por poco matan a Ruby. Con esos antecedentes no me debería haber tranquilizado, debería haber estado siempre alerta por si el mal nos acechaba de nuevo. Pero no me di cuenta de nada de eso hasta que no fue demasiado tarde.

Ruby y yo habíamos comenzado nuestra nueva vida hacía ya varios meses, completamente ilusionados y entregados al cien por cien. Poco a poco, nos fuimos acostumbrando a esa sensación de comodidad. Las cosas iban de maravilla y tan solo nos preocupábamos por el inminente juicio que se iba a celebrar en contra de Alex, el hermano del ex novio fallecido de la joven. Sin embargo, podíamos decir que nuestro día a día era tranquilo, normal.

Ese día era mi cumpleaños. No es que acostumbrara a celebrarlo, en años anteriores lo único que hacía era salir con mis amigos y poco más, pero en esa ocasión Ruby decidió hacer algo especial. No sabía adónde me llevaba, ya que me había vendado los ojos para mantener la sorpresa hasta el final. Intentaba reconocer las calles por las que pasaba el coche, imaginándome en mi cabeza el trayecto que estábamos siguiendo para ver si podía averiguar nuestro destino. Mis esfuerzos fueron en vano, ya que cuando el vehículo se detuvo no tenía ni la menor idea de dónde nos encontrábamos.

Oí cómo la morena salía del automóvil y me abría la puerta para ayudarme a bajar sin que me hiciera daño. Instintivamente, coloqué mis manos extendidas hacia delante para evitar chocar con cualquier objeto que se interpusiera en mi camino. Agarrándome por el codo, mi acompañante me guió hasta el interior de lo que parecía un enorme edificio, puesto que se escuchaba el eco de nuestras voces y pisadas.

-¿Me has traído a un sitio sucio y apartado para asesinarme? -pregunté con una risita nerviosa. El hecho de no saber qué estaba ocurriendo no me agradaba en absoluto.

-No -respondió alegre-, primero voy a violarte.

Reí ante sus palabras y dije: -Creo que es el mejor regalo de cumple que me han hecho jamás.

Una carcajada retumbó por toda la estancia. Me centré en mis otros sentidos y percibí un olor que me resultaba extrañamente familiar. No logré identificarlo.

-Vale, ahora hay tres peldaños que tenemos que subir -me informó cuando hubimos avanzado varios metros-. Aquí está el primero, levanta la pierna ahora -hice caso a lo que me dijo y subí el primer escalón-. Bien, ahí va el segundo... -seguí ascendiendo-, y por último el tercero. Ya lo tienes -felicitó con un suave beso en mi mejilla.

-¿Dónde estamos? -insistí, ya que seguía sin ubicarme.

-¿Estás preparado para descubrirlo? -su voz sonó muy cerca de mi oído y me estremecí al notar su aliento chocar contra mi piel.

Incapaz de pronunciar palabra, asentí lentamente con la cabeza. El nudo del pañuelo que había usado para vendarme los ojos se aflojó y la tela desapareció. Parpadeé para acostumbrarme de nuevo a mi visión y poder enfocar con normalidad. Miré a mi alrededor y enseguida supe dónde estábamos. Nos había traído a la nave donde se celebraran las peleas clandestinas y en ese instante nos encontrábamos de pie en el centro del ring.

Me giré para encararla, sin entender a qué venía todo esto. Me la encontré con unos leggins ajustados que le llegaban por encima del ombligo, un top deportivo cubierto por una camiseta de manga corta que tan solo tapaba su pecho, dejando ver su abdomen, unas deportivas y una coleta alta. No había visto su vestimenta ya que cuando me había vendado los ojos ella seguía en pijama.

-¿Qué hacemos aquí? -inquirí con curiosidad, sin dejar de admirar lo bien que le quedaba ese conjunto.

-Dijiste que no creerías que había hecho defensa personal hasta que no lo vieras, ¿no? -me recordó-. Pues aquí estamos.

ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora