Capítulo 17

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No me lo podía creer. Hacía años que no dormía toda la noche del tirón. Abrí los ojos cuando la luz que se colaba por la ventana me dio en la cara. Miré a mi lado, Ruby seguía sumida en un profundo sueño, con su cabeza apoyada en mi pecho y su brazo sobre mi abdomen. Colé una de mis manos por debajo de su camiseta y acaricié su espalda. Se removió ante el roce y suspiró, pero no se despertó. Seguí trazando círculos sobre su piel, todavía asombrado por el hecho de que no había tenido ninguna pesadilla esa noche. Volví a cerrar los ojos, disfrutando del momento de tranquilidad.

-Podría acostumbrarme a levantarme así -murmuró adormilada.

-Buenos días -besé su cabeza-. ¿Has dormido bien?

-Mmm -respondió y se colocó sobre mí, todavía tumbada. Apoyó sus manos en mi pecho y la barbilla sobre ellas, mirándome-. ¿Y tú?

-De maravilla -y era verdad.

No recordaba la última vez que había descansado tanto. Adentré una de mis manos de nuevo bajo su camiseta para seguir acariciándole la espalda. Como no llevaba un sujetador puesto, podía recorrer toda la superficie de su piel. Suspiró otra vez y cerró los ojos. Su expresión estaba completamente relajada, disfrutaba del momento. Descansando mi cabeza sobre mi otro brazo, la observé en silencio. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero no quería que terminara. Sin embargo, mi estómago tenía otros planes. Creí que la joven habría notado el rugir de mis tripas, pero ni se inmutó. Aparté mis dedos de su espalda.

-¿Por qué paras? -se quejó todavía sin abrir los ojos.

-Tengo un poco de hambre -dije y mi estómago gruñó, dándome la razón. Esta vez sí me miró-. ¿Alguien ha dicho tortitas?

Resopló ligeramente, pero al final se levantó. Inmediatamente sentí su ausencia y tuve ganas de agarrarla por el brazo y tumbarla de nuevo sobre mí, pero realmente me estaba muriendo de hambre, así que simplemente la seguí.

-Vas a pillar una neumonía -me reprochó al ver que solo iba con el bóxer puesto.

Puse los ojos en blanco, pero fui de nuevo hasta su habitación y me coloqué los pantalones. Nada más. Cuando volví a su lado, puso cara de desconcierto al ver que iba sin camiseta, pero antes de que pudiera replicar, acorté la distancia entre nosotros y la aprisioné en medio de mis brazos.

-No te preocupes -negué con la cabeza y sonreí de lado-. Tengo una fuente de calor muy cerquita.

Se sonrojó y no pude soportarlo más. La besé. Al principio pretendía que fuera un simple roce de labios, pero cuando enredó sus dedos en mi pelo y gimió en mi boca, mi autocontrol se fue a la mierda. La levanté con facilidad y la senté sobre la encimera, haciendo que rodeara mi tronco con sus piernas. La agarré por los muslos y la acerqué todavía más a mí. Nuestras lenguas se encontraron y comenzaron una lucha para saber quién dominaba sobre la otra. Mi respiración se agitó notablemente y empecé a sentir como un bulto se formaba en mis pantalones. Me separé de ella y la observé. Sus ojos se habían oscurecido y tenían un brillo de deseo que me volvía loco; las mejillas se habían ruborizado y sus labios, que estaban entreabiertos, también habían adquirido un tono más rosado. Su pecho subía y bajaba con rapidez, tratando de recuperar el oxígeno del que nos había privado al besarla así.

-Joder -exclamó-, eso sí que es un beso de "Buenos días".

-Puedo darte más que un simple beso -provoqué sonriendo pícaramente. Se acercó lentamente y, cuando sus labios estaban a milímetros de entrar en contacto con los míos, dijo:

-Pero ¿tú no tenías tanta hambre? -me recordó.

No se apartó, así que seguía notando su aliento sobre mi rostro. Maldición, deseaba hacerla mía con todas mis fuerzas. Sin embargo, no me podía permitir acostarme con ella, si lo hacía, sabía que sería incapaz de dejarla marchar. Y no quería involucrarla más en mis movidas, suficiente había tenido que presenciar ya.

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