Choqué con su espalda cuando se detuvo abruptamente en mitad el pasillo. Iba a preguntar qué ocurría, pero sus ojos llenos de pánico me detuvieron. Estaba observando fijamente a algo o alguien, sin parpadear y con el rostro pálido. Seguí la dirección de su mirada hasta toparme con el tipo que la acorraló a la salida de los baños aquella vez en la cafetería. Instintivamente, me pegué más a ella y apreté los puños. Aún no nos había visto, podíamos irnos de ahí sin toparnos con él. Pero justo en ese instante, su cabeza se levantó y sus ojos se encontraron con los de Ruby.
Eso pareció encender un interruptor en ella. Rápidamente, se dio la vuelta y me empujó para que comenzara a moverme. Intentaba que parara para poder tranquilizarla, pero ella solo me pedía que nos marcháramos del lugar. Cada dos segundos se giraba para asegurarse de que no la seguía, estaba realmente atemorizada.
Un cuerpo nos impidió seguir avanzando. Era él. Era joven, quizás de mi edad, rubio, con los ojos azules y la piel pálida. Vestía el uniforme de algún almacén, pero no supe reconocer cuál. Su mirada estaba fija en la joven que tenía a mi lado, quien se había quedado completamente estática en su lugar. Después centró su atención en nuestras manos entrelazadas.
-Vaya, veo que no pierdes el tiempo -escupió con ira dirigiéndose de nuevo a ella.
-Han pasado más de dos años -se quejó ella, tratando de sonar tranquila, pero yo la sentía temblar junto a mí-. Hay que pasar página.
-Dos años -dio un paso hacia nosotros-, tres meses -otro paso más- y veintiún días -se paró justo delante de ella, ignorándome por completo-. ¿Acaso crees que puedo olvidar el día que cambió mi vida por completo?
Joder, sí que estaba loco. ¿Quién llevaba las cuentas del día en que rompió con su ex? Ahí estaba la actitud controladora y posesiva que me había comentado Ruby esa mañana. Ahora entendía por qué se había alejado de él.
-No se trata de olvidarlo -ahora la chica parecía molesta-, sino de superarlo.
Y dicho esto, pasó por su lado, golpeándole ligeramente el hombro. Me miró fijamente, esperando que la siguiera. Mantuve mis ojos clavados en los suyos, advirtiéndole en silencio que se alejara de ella. Cuando la alcancé y coloqué una mano en su cintura, volvimos a oír su voz.
-Esto no quedará así, Ruby Anderson -amenazó-. Pagarás por lo que hiciste.
Dios, ese tipo estaba para meterlo en un manicomio. Ignorando sus palabras, empujé levemente a la muchacha para alejarnos de él. Le costó una milésima de segundo reaccionar, pero dio un paso hacia delante. Y después otro, y otro más, hasta que ya lo habíamos perdido de vista. Terminamos de comprar lo poco que quedaba en silencio. No me atreví a decirle nada, pero me preocupaba de sobremanera verla en ese estado.
Cuando subimos a casa de Ivy, ella también lo notó.
-¿Qué ha pasado? -se levantó corriendo del sofá, ya que Luke se había despertado y no la usaba de almohada-. Parece que has visto un fantasma.
-Me he encontrado con Alex en el súper -dijo a duras penas.
-Oh -eso fue lo único que pudo contestar su amiga.
Se quedó en el mismo estado de shock que ella, como si no hiciera falta contarle la conversación que habían tenido y la amenaza que le había dicho a modo de despedida. Parecía que ya estuvieran hablando sobre el tema, pero sin abrir la boca. Se lo decían todo con la mirada.
-¿Quién es Alex? -susurró Luke a mi lado, completamente perdido en el drama.
-Su ex -respondí en el mismo tono.
Las chicas seguían ajenas a lo que decíamos. De repente, parecieron salir del trance en el que estaban y se dirigieron a la cocina para preparar la comida. Un poco desconcertado por la reacción de las jóvenes, me giré hacia mi amigo y lo miré frunciendo el ceño.
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Shadows
Teen FictionNo esperaba volver a preocuparme por nadie que no fuera yo mismo. Hasta que la encontré a ella.