Capítulo 35

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Retrocedí varios pasos ante las palabras de Ruby. ¿Era cierto? Una parte de mí se negaba a creerlo, no podía ser verdad. No podía ser que la chica que me había ayudado tanto en los últimos meses fuera la culpable de una muerte. Pero su mirada arrepentida y llena de dolor parecía indicar lo contrario.

-No digas tonterías -reprochó Ivy acercándose a nosotros-. Tú no le mataste.

-Claro que sí -insistió con el ceño fruncido-. Fue culpa mía.

Su amiga negó con la cabeza, molesta. Parecía que no le agradaba para nada aquel tema, como si fuera un drama del pasado que quisiera dejar atrás.

-No le hagas caso -se dirigió a mí-. Justin tenía problemas psicológicos muy graves y estaba bajo medicación. Que se suicidara no fue porque su relación con Ruby terminara, sino porque ya estaba bien jodido de antes y se le acumuló toda la mierda.

Eso me tranquilizó notablemente. Deduje que el tal Justin era el ex novio que se había vuelto posesivo y controlador del que me habló aquella vez Ruby. Aunque aún faltaban muchas cosas por aclarar.

-¿Qué pasó? -le pregunté directamente a la morena.

-Yo no... no puedo... -empezó a tartamudear en un susurro, pero la interrumpí.

-Acabo de ver como un psicópata casi te apuñala y no he podido hacer nada para impedirlo, creo que merezco una explicación -soné más rudo de lo que pretendía, pero aun no había logrado recuperarme de la tensión, la frustración y la impotencia que había sentido momentos atrás.

-Tienes razón -suspiró al fin, rehuyendo mi mirada.

Traté de hacer que levantara sus ojos y los conectara con los míos, pero me esquivó. Frunciendo el ceño por su actitud, me acerqué hasta ella y enmarqué su rostro con mis manos, obligándola a levantar la cabeza. Mantuvo los párpados cerrados mientras varias lágrimas caían suavemente por sus mejillas.

-Hey -llamé con suavidad-. ¿Acaso crees que voy a salir corriendo cuando lo sepa? Tú me has aceptado tal y como soy, con toda mi mierda y mis traumas, y yo no voy a ser diferente. No pienso moverme de tu lado, pequeña.

Mis palabras lograron reconfortarla, ya que una ligera sonrisa se formó en su rostro. Nos acomodamos en el sofá, preparados para escuchar su relato. Tomó aire y, tras tranquilizarse, comenzó a narrar.

-¿Recuerdas cuando te hablé sobre mi último novio? -preguntó, por lo que asentí-. Se llamaba Justin y era el hermano pequeño de Alex -bien, eso confirmaba mis sospechas-. Le diagnosticaron esquizofrenia cuando era muy pequeño, pero siempre la tuvo controlada gracias a la medicación, de hecho ni se le notaba.

>Los primeros meses que estuvimos juntos todo iba genial, estábamos enamorados y éramos inmensamente felices. Sin embargo, comenzó a dejar de tomar las pastillas, nunca supe el motivo. Decía que lo tenía controlado, que estando conmigo no precisaba nada más porque yo le proporcionaba la paz que necesitaba -negó con la cabeza-. No estaba de acuerdo, pero le dejé estar. Debí haber insistido en que las tomara, quizás podría haber impedido lo que ocurrió después.

Suspiró con pesar, arrepintiéndose de su pasado y martirizándose por las decisiones que tomó. Entrelacé sus dedos con los míos y los apreté en señal de apoyo.

-Desarrolló un subtipo de esquizofrenia que se denomina "esquizofrenia paranoide". Eso se tradujo en una actitud completamente obsesiva y, como bien indica su nombre, paranoica -se retorció los dedos y sollozó antes de continuar-. Normalmente se caracteriza por alucinaciones e ideas delirantes, pero no sé por qué en él no fue del todo así.

Se calló, como si no quisiera revivir el pasado. La entendía a la perfección, a mí me había ocurrido lo mismo cuando le conté lo de mi madre o lo de Becca. Los traumas siempre dejan huella y nunca es agradable recordarlos. Sus ojos se llenaron de lágrimas y pude ver temor en ellos.

ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora