-¿Estás nerviosa? -pregunté para romper el incómodo silencio que se había formado entre nosotros mientras esperábamos a que la ginecóloga nos atendiera.
-Un poco -admitió en un susurro, moviendo repetidamente su pierna.
-Todo irá bien -prometí, estrechándole la mano que tenía agarrada con firmeza.
Habían pasado dos días desde que el resultado del predictor de la farmacia había dado positivo, por lo que Ruby había pedido cita con un especialista enseguida, aunque no nos habían podido dar hora hasta esa tarde. En teoría, solo tenía previsto pasar con ella un par de días, pero tras conocer los recientes acontecimientos, había decidido quedarme hasta la visita con la ginecóloga.
La joven llevaba impaciente todo este tiempo, estaba preocupada, lo notaba, pero no quería decirme por qué. Dejé de insistir cuando me dijo que se trataba de todo a la vez, su familia, el máster, su futuro, etc. La conocía y sabía que necesitaba tiempo para procesar aquella nueva situación en la que nos encontrábamos, lo único que debía hacer yo era estar ahí para apoyarla y asegurarme de que no se sintiera sola.
-Ruby Anderson -llamó la enfermera ayudante de la doctora tras varios minutos esperando.
Ambos nos levantamos y nos adentramos en la consulta, tomando asiento frente a la mujer joven que se encontraba al otro lado de la mesa.
-Bueno, Ruby -dijo leyendo el nombre en el documento que le tendió la otra sanitaria-. ¿Qué te traer por aquí?
-Tengo un retraso de más de dos meses -le informó ella tras carraspear brevemente para aclarar su garganta-, hace dos días me hice una prueba de embarazo y dio positivo. He venido para confirmarlo.
-Está bien -asintió ella mientras tecleó algo en su ordenador-. Primero tenemos que hacerte una analítica para asegurarnos de que el diagnóstico es correcto. Luego haremos una ecografía para establecer la fecha probable de parto y un análisis de diagnóstico prenatal...
-Para descartar que el feto tenga alguna enfermedad, lo sé -completó la chica sentada a mi lado con una sonrisa.
-Veo que controlas el tema -felicitó la doctora, un poco sorprendida por el dominio de su paciente ante el tema.
-Soy fisioterapeuta, estoy terminando un máster de Fisioterapia Uroginecológica y Obstétrica -respondió con orgullo y un ligero sonrojo en sus mejillas.
-¡Vaya! Eso es increíble -alabó su interlocutora con un brillo en sus ojos.
No tenía ni la más remota idea de a qué se referían las jóvenes, pero entonces recordé que Ruby me había dicho que el último examen práctico que le quedaba era sobre dar clases de preparación a la maternidad, así que supuse que debía estar relacionado con el tema. Las chicas siguieron hablando sobre el asunto, usando ahora más tecnicismo al conocer que eran del mismo campo, dejándome a mí completamente marginado de la conversación. Luego le pediría a la morena que me lo tradujera, ya que no me había enterado de la mitad.
La enfermera le sacó sangre ahí mismo y se dirigió al laboratorio para que analizaran la muestra cuanto antes. Normalmente no daban este tipo de trato a los pacientes, pero al ser casi tocayas de profesión decidieron hacer una excepción. Lo único que supe es que cuando la enfermera volvió, nos indicó que debíamos esperar unos cuarenta y cinco minutos aproximadamente, ya que lo habían catalogado como urgente.
-Vamos a aprovechar para hacer la ecografía, ¿te parece bien? -preguntó la doctora mientras se levantaba de su asiento.
-Claro -contestó Ruby imitándola.
Miré a la joven confundido, sin entender qué estaba ocurriendo. Creía que la ecografía se hacía bastante después del embarazo, no en la primera visita al ginecólogo. La doctora pareció entender mi desconcierto, porque procedió a explicarse.

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Shadows
Ficção AdolescenteNo esperaba volver a preocuparme por nadie que no fuera yo mismo. Hasta que la encontré a ella.