Shadows

Capítulo 30

Estaba nerviosa, lo sabía. Jugueteaba con sus dedos frenéticamente y tenía la vista clavada en el suelo mientras cruzábamos las puertas del cementerio. Entrelacé nuestras manos para tranquilizarla, provocando que saliera de esa especie de trance en el que estaba metida.

-¿Qué ocurre? -quise saber con preocupación, no era normal verla así de intranquila.

-Nada, nada -trató de sonreír-. Es solo que hacía mucho tiempo que no venía por aquí.

Lo último lo dijo con nostalgia y un poco de ¿culpabilidad? Cada vez tenía más claro que había algo que la joven no me estaba contando, y necesitaba averiguar de qué demonios se trataba. Era más que obvio que había perdido a alguien muy importante en su vida. Me contó que ella también había vivido el tener que desconectar a un ser querido de la maquinaria del hospital y ahora, con el comentario que acababa de hacer con relación a visitar el cementerio, lo corroboraba. Además, estaba seguro de que el tatuaje que tenía de la flecha y el reloj de arena tenía una conexión con esa etapa de su vida.

No tenía ni la más remota idea de a quién podría haber perdido. Me rebané los sesos tratando de recordar todo lo que me había contado sobre su vida, intentando percatarme del más mínimo detalle que pudiera darme alguna pista sobre la identidad de dicha persona. No tuve éxito. Sabía que solo podría averiguarlo preguntándole a ella, pero era muy hermética con su pasado y no sería fácil sonsacárselo.

Al principio creí que no confiaba lo suficiente en mí, pero rápidamente deseché esa idea al ver la expresión que tenía mientras avanzábamos por el cementerio. Su mirada seguía fija en el suelo, como si no quisiera mirar a su alrededor para evitar encontrarse con alguien. O para no recordar a quien fuera que se encontrara enterrado allí. En ese momento entendí que era un tema demasiado delicado para ella, demasiado doloroso. Quizás no lo había superado todavía.

Faltaban tan solo unos cuantos metros para llegar a la tumba de Becca cuando se detuvo de sopetón. Me paré yo también para observarla con curiosidad. Su mirada estaba fijada en una mujer que vestía de negro y depositaba un ramo de flores en el suelo tras acariciar una lápida no muy lejos de donde nos encontrábamos.

Antes de que pudiera preguntarle qué ocurría, la morena me agarró del brazo y echó a andar rápidamente, como si quisiera que aquella señora no la viera. Pero no funcionó.

-¿Ruby? -una voz femenina la congeló en su sitio.

La aludida se giró lentamente y, tratando de poner una expresión serena, sonrió a la mujer.

-Hola, Lisa -su voz sonó ligeramente tensa, pero su interlocutora no pareció notarlo.

-Ay, cuánto tiempo, cariño -se acercó para abrazarla brevemente-. ¿Cómo estás? ¿Qué haces aquí?

-He acompañado a mi amigo -me señaló con la cabeza- para hacer una visita. ¿Vosotros qué tal estáis?

Estaba muy confundido. ¿Quién era esa señora? ¿De qué la conocía? ¿Por qué Ruby parecía tan tensa e incómoda hablando con ella? Miles de preguntas surgían atropelladamente en mi mente. Esperé pacientemente a que terminaran la cordial conversación, sin prestar demasiada atención puesto que no me enteraba de nada. Pero entonces oí un nombre que me dejó helado.

-... y ya sabes que estaba muy unido a Alex... -pronunció la mayor con pesar.

¿Podría ser el mismo Alex que nos encontramos en el súper aquel día? ¿El mismo que la amenazó también en la cafetería? Las probabilidades eran bajas, ya que era un nombre bastante común y perfectamente podría referirse a otro. Yo mismo conocía a varios Alex. Intenté retomar el hilo de la charla, pero me fue imposible.