Las palabras de Ruby resonaban en mi mente una y otra vez, repitiéndose. Aun recordaba la sensación de emoción pura que me había embargado al saber que había aceptado mi propuesta de vivir conmigo. Ahora más que nunca deseaba poder vender de una vez por todas la casa que había heredado de mi madre para así comprar nuestra nueva vivienda. Parecía un niño el día de Navidad al abrir los regalos y descubrir que le habían traído justo lo que había pedido.
Mi ánimo decayó un poco al conocer el motivo por el cuál había aceptado. Se había peleado con su padre ante la visita completamente inesperada de la madre de Alex para disculparse por la actitud de su hijo. Claramente, el progenitor de la joven no estaba enterado de la historia, por lo que le puso el grito en el cielo cuando supo que su hija había estado en peligro y no había sido informado acerca de ello. Cuando la chica se rebeló, alegando que ya no era una niña y no necesitaba que estuvieran encima de ella constantemente, el mayor le soltó la bomba: "Mientras vivas bajo mi techo harás lo que yo te diga".
Conociendo el fuerte carácter de la morena, no me sorprendió que aceptara independizarse, aunque debía admitir que estaba un poco desilusionado al saber que no compartía el mismo entusiasmo que yo con que viviéramos juntos. Una parte de mí deseaba que dijera que sí precisamente por eso y no tras una riña con su padre. Creí que cuando la joven se tranquilizara cambiaría de opinión, pero cuando pasaron unos días y Ruby seguía manteniendo su decisión, a pesar de había hecho las paces con su padre, la esperanza volvió a nacer en mí.
-¿Segura que quieres hacerlo? -cuestioné por enésima vez mientras acariciaba su espalda desnuda.
Nos encontrábamos en su cama después de una magnífica sesión de pasión y desenfreno. No podía dejar de pensar que en cualquier momento se arrepentiría y se echaría para atrás.
-El que no parece muy seguro eres tú -contraatacó ella mirándome fijamente-. ¿Por qué me lo preguntas tanto?
-No quiero que te arrepientas después -lo que dije no era del todo verdad y ella lo notó. Tras dedicarme una mirada de advertencia, suspiré y admití: -Creí que lo hacías porque querías castigar a tu padre por la bronca del otro día y no porque realmente quisieras vivir conmigo.
Aparté la mirada, incapaz de soportar sus intensos ojos marrones sobre mí. No sabía como se lo tomaría, por eso me sorprendió cuando una sonora carcajada hizo eco entre las cuatro paredes. La miré frunciendo el ceño, en parte confundido en parte ofendido por su burla. Rápidamente cambió su expresión al ver la seriedad en mi rostro.
-Realmente quiero hacerlo -murmuró con la voz melosa-, necesito tener mi espacio personal, siento que me estoy ahogando en esta casa, y no se me ocurre a nadie mejor que tú para poder ser libre al fin -sus palabras me emocionaron. Entonces se colocó a horcajadas sobre mí y me dedicó una sonrisa pícara-. Además, -añadió juguetonamente-, algo me dice que nos lo vamos a pasar genial.
Mientras decía esa última frase, comenzó a mover sus caderas en círculos sobre mi entrepierna, logrando arrancarme un gruñido de satisfacción. Amplió su mueca al ver la reacción que había provocado y siguió contorneándose sobre mí, haciendo que mi miembro despertara de nuevo, feliz por poder jugar. Coloqué mis manos en su cadera, guiando sus movimientos y mordiendo mi labio inferior para evitar que los jadeos, suspiros y gruñidos inundaran su habitación.
Se inclinó para besarme lenta, tortuosamente. Moría por profundizar el beso, pero ella se encargaba de solo rozar nuestras bocas. Me quejé ante la falta de contacto y sentí como ahogaba una risa en mitad del beso. Concediéndome mi deseo, adentró su lengua en mi cavidad bucal para encontrarse con la mía, quien la esperaba ansiosa. Comenzamos un baile húmedo y erótico que estaba a punto de llevar me al séptimo cielo. Me incorporé y nos recoloqué, de manera que mi espalda quedaba apoyada en el cabecero de su cama y ella seguía sobre mí, pero ahora nuestros pechos estaban completamente pegados y sentía su aroma envolviéndome por completo.

ESTÁS LEYENDO
Shadows
Fiksi RemajaNo esperaba volver a preocuparme por nadie que no fuera yo mismo. Hasta que la encontré a ella.