Capítulo 47

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Llevaba más de veinte minutos esperando a que Ruby saliera del baño. Me había dicho que se estaba preparando para mi sorpresa, pero tenía tantas ganas de saber de qué se trataba que se me hicieron eternos. La paciencia nunca fue uno de mis puntos fuertes. Al fin, tras una larga y extensa espera, apareció delante de mí.

Me había acomodado en nuestra cama, en el centro, con la espalda apoyada en el cabecero y las piernas extendidas. Levanté la mirada cuando la oí entrar a la habitación. Se me cortó la respiración. Llevaba puesto el traje de SuperNena que había visto en la fotografía cuando Liam nos enseñó sus disfraces a conjunto, y debía decir que le quedaba extremadamente bien.

-¿Y esto? -no pude evitar preguntar con una enorme sonrisa comenzando a dibujarse en mi rostro.

-Bueno, dijiste que te gustó y que querrías verme con él puesto -me recordó juguetonamente mientras se giraba de un lado a otro para que pudiera observarla con detalle desde todos los ángulos.

-Lo hice -asentí mordiéndome el labio inferior. Ese diminuto pantalón le realzaba demasiado bien su hermoso trasero.

-Este disfraz esconde otra... vestimenta -me confesó mirándome de manera traviesa y haciendo que mi curiosidad aumentara.

-Sorpréndeme -pedí sin poder apartar la vista de su cuerpo.

Lentamente y para mi tortura, se fue deshaciendo una a una de sus prendas. Comenzó descalzándose los zapatos, luego se desabrochó el cinturón y lo dejó a un lado de la cama. Sus caderas empezaron a moverse sensualmente mientras iba bajando muy despacio el pantalón color verde, dejando ver una pieza de encaje negra que cubría su zona íntima. El striptease que me estaba ofreciendo estaba surtiendo efecto en mí, así que me recoloqué mi ropa interior para que no me molestara tanto en el bulto que se estaba comenzando a formar.

Mis ojos no daban abasto para admirar cada milímetro de su espectacular cuerpo. Recorrían ansiosos su superficie, temerosos de perderse cualquier detalle del espectáculo. Cuando fue el turno de deshacerse del top, casi me da un infarto de la impresión. Debajo de la tela vestía un corsé negro brillante que realzaba a la perfección la curvatura de su cintura y sus pechos. Iba atado a la pieza de encaje inferior con unas cintas negras, pero se podía vislumbrar un poco de la piel de sus caderas. Por último, se soltó el cabello, que se había atado para completar el disfraz, dejando que sus ondas cayeran a cada lado de su cuerpo, dándole un aspecto más salvaje y excitante.

-Joder, nena -me quejé con la voz ronca. Mi miembro ya estaba completamente duro a estas alturas-. Ven aquí.

Sonriendo orgullosa al ver la reacción que había provocado en mí, se subió encima de la cama y gateó lentamente en mi dirección. No sabía si era por la iluminación de la sala, que le daba un toque muy erótico a la situación; por el hecho de que era la primera vez que alguien se vestía así para mí o porque llevaba más de medio año sin verla, pero nunca en mi vida había estado más caliente.

Antes de que llegara hasta donde me encontraba, se detuvo, más o menos a la altura de mis pies, y se incorporó, quedando apoyada solo sobre sus rodillas. Me miró de la manera más lasciva que había presenciado a lo largo de mis veintisiete años y creí morir en ese mismo instante. Levantó un dedo y me indicó que me acercara. Sonriendo y queriendo jugar a su mismo juego, gateé hasta su lado tal y como lo había hecho ella segundos atrás.

-Hola, preciosa -saludé en un susurro bajo cuando me coloqué junto a ella, también sosteniéndome sobre mis rodillas.

-Hola, Alfa -respondió en el mismo tono.

Su mirada me indicaba que podía hacer con ella lo que quisiera, que estaba a mi completa disposición. Eso me alegró de sobre manera. Con una mano, tracé suavemente el borde de la pieza inferior, notando como su piel se estremecía bajo mi toque. Poco a poco, fui explorando cada centímetro de su contorno, oyendo como la joven soltaba suspiros ante mis caricias. A pesar de que mi erección palpitaba con fuerza bajo la tela de mi bóxer, demandando atención inmediata, quería disfrutar del momento y alargarlo al máximo. Hacía mucho tiempo que no podía admirar con tranquilidad su pequeño cuerpo y no iba a desperdiciar esa oportunidad.

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