Capítulo 33

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¿Alguna vez has tenido la sensación de que el universo está en tu contra? ¿De que hagas lo que hagas nunca conseguirás vivir tranquilo? ¿Sabes ese pensamiento de: "Hoy no tendría que haberme levantado, debería haberme quedado en la cama"? ¿Conoces esa sensación de estar al borde del colapso, a punto de mandarlo todo a la mierda? Así me sentí yo aquella noche, aquella jodida noche en la que todo parecía salirme mal. Pero para que puedas entenderme, tenemos que retroceder a esa misma tarde.

Nos estábamos preparando para asistir a la última pelea del torneo, el combate final de la liguilla que enfrentaría a los luchadores favoritos. Efectivamente, se trataba de Matt Thompson y yo. El que consiguiera llevarse la victoria se proclamaría campeón y recibiría el cheque de veinte mil pavos como trofeo.

En el ambiente se podían respirar los nervios de ser la última pelea y, además, contra un rival al que todos le teníamos ganas. Esa mezcla de excitación e inquietud estaba presente en todos nosotros. Ruby no paraba de caminar de un lado para otro dentro del pequeño y maltrecho vestuario mientras se retorcía los dedos para tratar de tranquilizarse, Luke había salido corriendo a hablar con algunos de los otros aspirantes al título que se habían enfrentado a Matt para saber si podía averiguar algo que pudiera servirme como ventaja e Ivy y Liam hablaban sin parar sobre lo emocionados que estaban de poder asistir a una pelea clandestina y decían que se sentían como en una novela juvenil.

Yo, por mi parte, me encontraba bastante más calmado. Sentía un ligero nudo en el estómago de nervios, sí, pero eran de esos que te ayudan a estar más atento y alerta. Mientras me ponía la ropa adecuada miraba con diversión como Ruby observaba con los ojos entrecerrados a sus amigos, claramente irritada por su verborrea.

-Voy a cortarles la lengua -murmuró bajito cuando se acercó hasta mí para ayudarme a colocarme las vendas en las manos.

Ella se había encargado de colocarme la tela protectora desde que la había traído por primera vez aquí, ya se había hecho una costumbre. Me gustaba verla tan concentrada enrollando con cuidado mis nudillos, asegurándose de que no quedaran arrugas ni me apretara en exceso. Cuando terminó su labor, besó con delicadeza mis puños y luego mis labios.

-A por él, Alfa -animó con una pequeña sonrisa nerviosa.

La estreché más contra mí y volví a sellar nuestras bocas, esta vez en un beso más apasionado que no dudó en corresponder. En aquel instante sus amigos callaron al presenciar la escena y comenzaron a quejarse dramáticamente.

-Por favor, id a una habitación -resopló Ivy con una mueca de desagrado.

-Hay menores en la sala -dijo a su vez Liam, colocando sus manos sobre sus ojos y los de su amiga, tapándose la vista.

-Envidiosos -se burló la joven que seguía abrazada a mí antes de repetir el gesto, ganándose más quejas por parte de los demás.

En esos momentos, Luke apareció por la puerta con la respiración agitada. Puso una mueca de asco al vernos, pero enseguida se recompuso y me miró con preocupación.

-Tío, no sabes lo que me ha contado Zack -abrió mucho los ojos, como si fuera algo muy gordo-. Thompson cambió de entrenador después de vuestro primer combate y ha estado entrenando con uno nuevo.

-Me alegro por él -me encogí de hombros, tampoco era para tanto.

-Ha mejorado mucho, se ha vuelto más agresivo -eso no era bueno- y peligroso -calló, como si no estuviera seguro de si seguir contando lo que había descubierto.

-¿Qué más, Luke? -intervino la morena, con una expresión de malestar dibujada en su rostro.

-Corren rumores de que ha estado usando pastillas para ayudarle en sus victorias -lo dijo rápidamente, como si fuera un tema tabú.

ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora