La rehabilitación fue tediosa pero asombrosamente efectiva. Ruby se encargó de controlarlo todo, estaba pendiente de mí las veinticuatro horas del día, me ayudaba con los ejercicios y no paraba de animarme. Después de conocer que había estado tanto tiempo en coma, me explicaron que era muy afortunado por no tener secuelas. El único problema es que mi musculatura se había debilitado enormemente al estar sin moverme durante esos meses. Por eso la joven se encargaba de pautarme ejercicios con el objetivo de que recuperara la fuerza y volviera al estado en el que me encontraba antes del accidente.
Me contó todo lo que había pasado durante esos meses. Ivy y Luke se habían ido a vivir juntos, Jason y Brad prácticamente habían adoptado a Liam como su nueva mascota y ella se quedaba a dormir en el hospital todas las noches. Le pregunté sobre el juicio de Alex y me narró que nunca se llegó a celebrar. El joven se declaró culpable ante las pruebas que tenía la policía en su contra así que no fue necesario que ninguno de ellos fuera a declarar ante un tribunal. Lo habían metido en prisión y no saldría en mucho tiempo, hecho que me reconfortaba de sobremanera.
El asunto de nuestro accidente era un tema aparte. Le había contado a Ruby lo que recordaba después de haber volcado, lo que me había dicho Matt, pero no teníamos pruebas de que fuera él quien incendió mi apartamento y el que nos sacó de la carretera. Aún así lo habíamos denunciado a la policía y esperábamos que pudiera solucionarlo favorablemente.
Tres semanas más tarde nos llegaba la notificación de que el susodicho había sido detenido puesto que se le podía relacionar con ambos incidentes, así que tendríamos que esperar a que se celebrara el juicio y, probablemente, nos indemnizara por los daños causados. Estaba un poco cansado de tanto drama y tan solo quería olvidar lo que había ocurrido, sentarme en el sofá y disfrutar de mi nueva vida con Ruby.
Pero el destino es caprichoso y no iba a concederme mis deseos con tanta facilidad. Parecía que no merecía ser feliz de una buena vez, después de todo lo que había pasado a lo largo de mi vida.
Una tarde estábamos en casa, viendo la televisión tan tranquilamente, cuando a la joven le llegó un correo electrónico. Frunció el ceño al ver el remitente, claramente sorprendida. Empezó a leer el contenido del mensaje y sus ojos se fueron abriendo cada vez más y más mientras palabra tras palabras comprendía lo que ponía. Cuando hubo terminado me miró sin terminar de creerse aquello.
-¿Qué ocurre? -pregunté entre curioso y alarmado, ya que no tenía ni la más remota idea de qué estaba ocurriendo.
-Me han aceptado -murmuró, más para sí misma que para mí-. Me han dado la beca.
-¿Qué beca? -ahora sí que no comprendía nada, pero no me gustaba hacia donde se estaba dirigiendo la conversación.
Mi cuestión pareció devolverla a la realidad. Sus ojos brillaron con temor y arrepentimiento y se acercó a mí lentamente, como si no quisiera que reaccionara mal a lo que estaba a punto de contarme. El corazón me latía a mil, tenía una extraña sensación de que algo no iba bien.
-Ethan... -empezó suavemente, entrelazando nuestras manos sobre mi regazo-, ¿recuerdas que quería completar mi carrera con un máster muy específico? -asentí lentamente-. Llevo intentando conseguir una plaza desde que terminé la universidad, este año no había mandado la solicitud por todo lo que ha pasado y porque quería empezar esta nueva vida contigo -se calló, tratando de controlar las lágrimas que amenazaban con salir-. Pero entonces tuvimos el accidente y te quedaste en coma... no te despertabas y yo no podía soportar estar aquí sola, sin ti -sollozó pesadamente-. Me inscribí a la lista de solicitantes de beca, los médicos decían que podían pasar meses, incluso años, antes de que te despertaras y, no sé, no quería... no podía...

ESTÁS LEYENDO
Shadows
Ficção AdolescenteNo esperaba volver a preocuparme por nadie que no fuera yo mismo. Hasta que la encontré a ella.