Capítulo 7

4K 208 5
                                        

-¡Oye, mocoso! -el grito de Ramón me había sacado de mis pensamientos-. ¿Qué demonios te pasa? Llevas toda la mañana en Babia.

-Lo siento -me disculpé rápidamente, no me había dado cuenta de que se notaba tanto que estaba distraído-. Es solo que tengo mucho en lo que pensar.

El viejo soltó una sonora carcajada y se acercó: -Eso solo puede ser por un motivo -fruncí el ceño, no sabiendo a lo que se refería-. Y dime, ¿quién es ella?

Abrí los ojos como platos. Maldición, qué bien me conocía ese hombre. Intenté restarle importancia, pero sabía que no se la colaría. Ese tipo me había prácticamente criado desde antes que pudiera siquiera decir tacos, era imposible tratar de convencerle de lo contrario. Traté de contarle brevemente mi pequeña historia con Ruby, sin entrar en demasiados detalles, como el hecho de que casi cada noche me colaba en su casa y me dedicaba a espiarla a través de las ventanas.

-No te estarás enamorando, ¿verdad? -preguntó eso con ligero temor.

-¿Qué? No -era cierto, sabía lo que se sentía al estar enamorado y no se parecía en nada a eso-. Es solo que tengo muchísima curiosidad acerca de esa chica, nada más.

Asintió, no demasiado convencido, y añadió: -Si no quieres que sufra, es mejor que te alejes de ella -me giré bruscamente para observarle, no me esperaba para nada aquello-. Tu mundo y el suyo son completamente diferentes, hijo. Por lo que me has contado, ella parece la típica chica con una vida normal, sin problemas. Tú no has terminado de salir de un lío cuando ya te estás metiendo en otro.

Suspiré, tenía razón. Si quería protegerla, no podía dejar que formara parte de mi vida. Eso me molestó. Odiaba que mi mierda de existencia me hubiera robado tantas cosas. Ya me había quitado la oportunidad de casarme y tener hijos, porque sí, eso formaba parte de mi plan de futuro; me había quitado a la persona más importante en mi vida y ahora me estaba impidiendo conocer a alguien más. Me enfurecía a más no poder, pero era algo que no estaba en mis manos poder remediar.

Y no, no era tan fácil dejar lo de las peleas y las carrera. Eran mi fuente principal de ingresos para pagar las malditas facturas del hospital. Y aunque lograra salir de ese mundillo, estaba jodido por dentro. Mi horrible infancia y adolescencia no dejaba de atormentarme día sí y día también. No podía librarme del pasado y cualquier persona que se acercara a mí se vería envuelto en mi espiral de autodestrucción. Ruby no se merecía aquello.

Recordé la noche anterior, cuando había estado observándola mientras cocinaba. En un momento dado se giró para colocar una bandeja sobre la mesa que se encontraba a su espalda. Como al cambiar de posición encaró la ventana, me asusté y retrocedí un par de pasos. Pareció captar mi movimiento, porque sus ojos escudriñaron la oscuridad mientras fruncía el ceño. Me quedé completamente quieto, temiendo que si parpadeaba pudiera descubrirme. Entonces su mirada se clavó en la mía. Intenté convencerme de que era imposible que me hubiera visto, pero cuando relajó la expresión y sonrió ligeramente entendí que sabía que estaba ahí fuera. Me sorprendió enormemente que hiciera como si no hubiera pasado nada y siguiese con su labor.

Sin embargo, por mucha curiosidad que me causara, no podía permitirme acercarme más a ella. Jamás me lo perdonaría si a ella le llegara a ocurrir algo por mi culpa. Había sido egoísta durante toda mi vida, pero ya no más. Debía empezar a pensar en alguien que no fuera yo mismo, y ese alguien era la chica que había osado desafiarme en dos ocasiones el mismo día.

Decidí que podría permitirme el lujo de verla una última vez antes de alejarme completamente de ella, por lo que, antes de ir a la pelea que tendría lugar esa tarde, le haría una rápida visita.

Con las ideas claras y una decisión tomada, pude concentrarme en realizar correctamente mi trabajo el resto de la mañana. Además, mi humor mejoró ligeramente cuando uno de mis clientes trajo una hermosa Harley para que le hiciera una revisión de mantenimiento. Adoraba las motos y esa era mi marca preferida. Me entretuve de más admirando la preciosidad de sus piezas, el cuero de su asiento y los faros que se anclaban al manillar. Disfruté como un niño pequeño con un juguete nuevo.

ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora