—¡Mamá! —Reggie le tiraba de la manga, mirando el reloj—. Tenemos diez minutos para regresar a la enfermería sin ser vistos. Antes de que Dumbledore cierre la puerta con llave.
—De acuerdo —dijo Imogen, apartando los ojos del cielo—, ¡vamos!
Entraron por la puerta que tenían detrás y bajaron una estrecha escalera de caracol. Al llegar abajo oyeron voces. Se arrimaron a la pared y escucharon.Parecían Fudge y Snape. Caminaban aprisa por el corredor que comenzaba al pie de la escalera.
—... Sólo espero que Dumbledore no ponga impedimentos —decía Snape—. ¿Le darán el Beso inmediatamente?
—En cuanto llegue Macnair con los dementores. Todo este asunto de Black ha resultado muy desagradable. No tiene ni idea de las ganas que tengo de decir a El Profeta que por fin lo hemos atrapado. Supongo que querrán entrevistarle, Snape... Y en cuanto el joven Harry vuelva a estar en sus cabales, también querrá contarle al periódico cómo usted lo salvó.
Harry apretó los dientes. Imogen sonrió triunfante sabiendo que Sirius había conseguido escapar.
Sus pasos se perdieron. Aguardaron unos instantes para asegurarse de que estaban lejos y echaron a correr en dirección opuesta. Bajaron una escalera, luego otra, continuaron por otro corredor y oyeron una carcajada delante de ellos.
—¡Peeves! —susurró Harry, asiendo a Hermione por la muñeca—.¡Entremos aquí!
Corrieron a toda velocidad y entraron en un aula vacía que encontraron ala izquierda. Peeves iba por el pasillo dando saltos de contento, riéndose.
—¡Es horrible! —susurró Hermione, con el oído pegado a la puerta—.Estoy segura de que se ha puesto así de alegre porque los dementores van a ejecutar a Sirius...
-Odio eterno hacia los Poltergeist- murmuró Regulus.
Aguardaron a que la risa malvada de Peeves se perdiera en la distancia.Entonces salieron del aula y volvieron a correr. Llegaron al pasillo en que se hallaba la enfermería.
—Os voy a cerrar con llave —le oyeron decir—. Son las doce menos cinco.Señorita Granger; tres vueltas deberían bastar. Buena suerte.Dumbledore salió de espaldas de la enfermería, cerró la puerta y sacó la varita para cerrarla mágicamente. Asustados, los cinco se apresuraron. Dumbledore alzó la vista y una sonrisa apareció bajo el bigote largo y plateado.
—¿Bien? —preguntó en voz baja.
—¡Lo hemos logrado! —dijo Reggie jadeante—. Sirius se ha ido montado en Buckbeak...
Dumbledore les dirigió una amplia sonrisa.
—Bien hecho. Creo... —Escuchó atentamente por si se oía algo dentro dela enfermería—. Sí, creo que ya no estáis ahí dentro. Entrad. Os cerraré.
-Profesor...-empezó a disculparse Imogen por lo que le había dicho antes.
-No te preocupes por eso ahora, Imogen- le sonrió comprensivo- si te sirve de algo, me costó mucho creer que Sirius hubiera traicionado a los Potter, pero jamás llegué a saber que era inocente con total seguridad.
Imogen suspiró y asintió, dándole de nuevo una mirada de perdón.
Entraron en la enfermería. Estaba vacía, salvo por lo que se refería a Ron, que permanecía en la cama. Después de oir la cerradura, se metieron en sus camas. Hermione volvió a esconder el giratiempo debajo de la túnica.
Un instante después, la señora Pomfrey volvió de su oficina con paso enérgico.
—¿Ya se ha ido el director? ¿Se me permitirá ahora ocuparme de mis pacientes?
ESTÁS LEYENDO
it isn't in my blood [black]
ФэнтезиSus años en Hogwarts fueron los mejores de sus vidas. Pero las risas se fueron apagando cuando se vieron forzados a convertirse en los soldados de una guerra que amenazaba con arrasar con todo lo que alguna vez quisieron. Donde Imogen Potter conoce...