Regulus sabía que lo que estaba a punto de hacer le costaría la vida, pero si significaba que llevaría al Mundo Mágico a estar un paso más cerca de derrotar al Señor Tenebroso, estaba dispuesto a hacerlo.
Pensó en su hermano. Sabía que a pesar de lo mucho que se habían distanciado, le dolería su muerte. Pero sobre todo pensó en Imogen. Ella le había pedido que no lo hiciera. ¿Cómo podría no hacerlo? Sabía el dónde y el cómo. Sabía como hacer que el monstruo que amenazaba con matar a sus seres queridos estuviera un poco más débil.
No podía simplemente esperar a que los siguientes fueran Sirius e Imogen.
-Amo- dijo Kreacher- ¿está seguro de esto?
Regulus lo miró mientras terminaba de escribirle una carta a Imogen. Sonrió triste.
-No- le colocó una mano en el hombro- pero es lo correcto.
Kreacher asintió, recordando los horrores por los que tuvo que pasar en esa cueva.
-Escúchame- el chico se puso serio- si te pido que te vayas, te irás, ¿entiendes? es una orden. Y si yo no salgo de esa cueva, entrégale esto a Imogen, por favor.
Kreacher volvió a asentir con lágrimas en los ojos.
-Madre- dijo levantándose de la silla de su cuarto- voy a hacer algunos recados. Me llevo a Kreacher conmigo.
-Vale, hijo- respondió desde la cocina.
Regulus miró a su alrededor. Su habitación. Entre algunos libros encontró una foto. Imogen la había tomado el día en el que fueron a Londres. Ella salía sonriendo mientras el intentaba quitarle un trozo de su helado.
Sonrió y la metió en el sobre junto con una carta y escribió un "para Imogen".
La dejó en el cajón dónde le había indicado al elfo para que la cogiera cuando volviera de la misión y bajó las escaleras.
Al llegar a la entrada tenía lágrimas en los ojos. Sabía que esa iba a ser la última vez que pisaba esa casa. Tan maldita y con tantos buenos recuerdos a la misma vez. Recuerdos con su hermano mayor.
-Kreacher- le sujetó la mano- gracias por todo lo que has hecho por mi estos años. Ahora, el último favor.
El elfo los llevó hasta un lugar lejano en la costa británica. Estaban en un acantilado.
Al llegar a un muro de roca, se pararon.
-Debe poner la mano, amo Regulus- lo miró- su sangre hará que se abra.
Regulus hizo lo indicado y pasó la palma de su mano temblorosa por la roca, sintiéndose cada vez más débil.
Hacía frío. Un cúmulo de sensaciones se instalaron en el cuerpo del chico.
-El bote- indicó Kreacher.
Remaron hasta el islote.
-Hay que beber la poción- volvió a hablar el elfo mientras se estremecía recordando.
-Yo lo haré.
-No, amo- el elfo no quería que le pasara nada al niño al que había visto crecer- no sabe lo que ese líquido hace. Es horrible. Te hace más débil. Yo lo beberé.
-No- le sonrió- gracias, pero esto debo hacerlo yo. Cambiaremos el guardapelo por el falso y destruirás el verdadero como puedas.
Suspiró aterrorizado y empezó a beber. El dolor y la agonía era insoportable. Sentía que le iba a estallar la cabeza mientras gritaba de dolor. Kreacher lo miró espantado ante los gritos agonizantes del chico, sin poder hacer nada.
Pensó en ellos. En lo feliz que estaría el mundo cuando Voldemort fuera derrotado y en cuanto echaba de menos su antigua vida.
Lloraba de dolor, pero siguió bebiendo hasta que ya no quedaba más poción.
No se había sentido tan débil en su vida, pero aún así sacó fuerzas de donde no las había y escribió en un trozo de pergamino:
"Al Señor Tenebroso
Sé que estaré muerto mucho antes de que leas esto, pero quiero que sepas que fui yo quien descubrió tu secreto. He robado el aunténtico Horrocrux e intentaré destruirlo tan pronto como pueda.
Me enfrento a la muerte con la esperanza de que cuando enfrentes tu destino serás mortal una vez más.
- R.A.B. "
Las lágrimas corrían por sus mejillas, al igual que en las de Kreacher, mientras metía la nota en el guardapelo falso y lo volvía a poner en la pileta de donde había bebido.
De pronto, Regulus vio como lo que le pareció un cadáver se alzaba tras el elfo.
-Mierda- lo apartó y sacó su varita- ¡coge el guardapelo y vete!
-No puedo dejarle- su voz sonó más como una súplica.
-¡Es una orden!- lanzaba tantos hechizos como podía.
-¡NO!- Kreacher empezó a usar su magia también.
Si no se iba ambos morirían.
-Kreach- dijo con voz calmada, por un momento, el elfo solo pudo ver al niño pequeño que correteaba por Grimmauld Place hace unos años- está bien. Ve a casa.
Regulus sonrió y dejó que los inferi lo cogieran.
-¡AMO REGULUS!- escuchó a Kreacher gritar.
Sentía como lo arrastraban hacia el fondo del lago, pero no era capaz de pensar en nada. Por un breve segundo, pensó en su madre. En como lo estaría esperando, pero él ya no volvería.
Kreacher, con el corazón hecho polvo, desapareció de aquel lugar.
Regulus vio como su vida pasaba mientras sus pulmones se llenaban de agua.
Tenía 9 años cuando escuchó a su hermano pelear con sus padres por primera vez. Los gritos lo asustaron tanto que lloró mientras se escondía bajo las sábanas de la cama, por lo menos hasta que Sirius llegó y se acostó a su lado, pidiéndole perdón.
Tenía 11 años cuando entró en Hogwarts. Fue sorteado en Slytherin y sus ojos se fueron inmediatamente hacia la mesa roja y dorada de los leones, buscando la mirada de su hermano, aunque él apartó la vista, decepcionado.
Regulus tenía 15 años cuando encontró el amor. ¿Quién lo diría? Imogen Potter. La niña que le había plantado cara al estúpido de Rosier. Quien lo hacía reír incluso sin quererlo. Quien lo veía por como era realmente. Quien lo quiso incondicionalmente y lo intentó ayudar siempre. A quien le había roto el corazón varias veces y volvería a hacerlo una vez más. Quien sabría lo que había hecho. Y a quien más amó en este mundo.
Cumplió 16 y poco después se unió a los mortífagos, debido a una mezcla entre obligación y ganas de ser finalmente aceptado por su familia.
Toujours pur.
Tenía 18 cuando decidió dar su vida por un bien mayor. Acabar con Lord Voldemort.
Así se sacrificó el más joven de los Black.
Regulus Arcturus Black, el desconocido héroe de los Black, nunca tachado del árbol genealógico, nunca enterrado, nunca honrado. Recordado por muy pocos, pero un buen chico cuya sangre y alma eran puras que mantuvo la cabeza gacha y desapareció.
Pero ella sabría lo que hizo.
Y Kreacher también.
Y años más tarde lo descubriría el chico que acabó lo que Regulus había empezado, Harry Potter.
Y, quizás, eso era suficiente.
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it isn't in my blood [black]
FantasySus años en Hogwarts fueron los mejores de sus vidas. Pero las risas se fueron apagando cuando se vieron forzados a convertirse en los soldados de una guerra que amenazaba con arrasar con todo lo que alguna vez quisieron. Donde Imogen Potter conoce...