Durante 10 años, tanto Harry como Regulus habían crecido sin saber que la magia existía. Sin embargo, Imogen sí que le contó a su sobrino quiénes fueron sus padres y cuánto lo querían. Pero si quería protegerlo de la fama y el acoso, debía mantener su magia oculta. Aunque eso implicarla no contárselo a su propio hijo tampoco.
Sin embargo, Harry pronto cumpliría 11 años y pronto se mandarían las cartas de Hogwarts. Prefería que se enteraran del mundo mágico a través de ellas antes que a través de una extraña carta.
-¡Niños!- los llamó- ¡bajad a la cocina, tengo algo importante que deciros!
Los dos niños bajaron corriendo.
-¿Sí, mamá?- preguntó Regulus mientras se sentaba.
-Ummm, esto...- no sabía cómo soltarlo. Respiró hondo- hay una razón por la que no os lo he dicho antes. No sé por dónde empezar...
-Por el principio- se ganó una mirada asesina de su madre- perdón, perdón.
La verdad es que Regulus se había convertido en un jovencito encantador con un carácter muy parecido al de su padre. Al igual que Harry, que era la viva imagen de James.
Imogen tomó aire y dio un fuerte suspiro.
-Sois magos- soltó- bueno, somos. Yo también.
Los miró, esperando alguna reacción. Esperando que se enfadaran como mínimo. Sin embargo, ambos estallaron en una sonora carcajada.
-Tía Immy, nunca se te han dado bien las bromas. Pero esta ha tenido gracia.
La chica levantó una ceja confusa. Se levantó y fue hacia su habitación. Abrió el armario y sacó una caja donde guardaba su varita.
Bajó las escaleras con la varia en mano y se colocó en frente de los dos, que ya habían parado de reír.
-Wingardium leviosa- apuntó al jarrón de la mesa, que se elevó.
Ambos abrieron la boca con sorpresa. Rodearon la mesa y pasaron las manos por debajo del jarrón, buscando algún indicio de que fuera un truco falso. Nada. Había levantado el jarrón con esas palabras y esa varita.
-¿Nosotros...podemos hacer eso?- preguntó Regulus.
-¿Somos magos?- preguntó Harry a la vez.
-Sí y sí- asintió con una pequeña sonrisa- tus padres, Lily y James, mi hermano, ambos eran magos. Todos fuimos a Hogwarts cuando cumplimos los 11 para aprender magia y...
-¿Todos? ¿Hubo más gente?- la interrumpió.
Por un momento, a Harry le pareció ver un ápice de dolor en los ojos de la mujer que lo había criado.
-Tus padres y yo, claro- sonrió- pronto recibirás una carta con toda la información que necesitas saber.
Imogen los miró. No había ningún indicio de enfado. De hecho, ambos estaban alucinados.
-¿No estáis enfadados?
-¿Estás de broma?- Harry sonrió con emoción- ¡somos magos! ¿Cómo podríamos enfadarnos?
-Mamá- Regulus le pasó un brazo por los hombros- nos has criado sola durante años. Eres la persona más fuerte y valiente que conozco y sé que nos quieres y todo lo que haces lo haces para protegernos. No niego que me gustaría haberlo sabido antes, pero no te culpo.
Imogen sonrió dulcemente y le abrazó.
-Mi bebé- le pellizcó la mejilla.
-Vale, mamá, por favor- intentó apartarse de las garras de su madre- ¡auch! ¡Harry, ayuda!
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it isn't in my blood [black]
FantasySus años en Hogwarts fueron los mejores de sus vidas. Pero las risas se fueron apagando cuando se vieron forzados a convertirse en los soldados de una guerra que amenazaba con arrasar con todo lo que alguna vez quisieron. Donde Imogen Potter conoce...