capítulo 4: biblioteca

2.3K 173 4
                                    




El ambiente entre los Merodeadores estaba un poco tenso y la razón era la proximidad de la luna llena. Remus estaba con un humor de perros y no quería tener a nadie cerca. A Imogen le dolía ver a su amigo así, al igual que al resto, pero con el paso del tiempo habían aprendido que era mejor no agobiarle cuando se aproximaba la fecha. Sin embargo, no podían evitar preocuparse.

-No entiendo por qué no queréis que vaya con vosotros a la Casa de los Gritos.

-No -respondió Remus- no pienso poner a alguien más en peligro, Imogen. Además, no eres animaga.

-¡Pues enseñadme a serlo! Soy tan amiga tuya como ellos-realmente le indignaba la situación- tengo quince años, chicos. No podéis pretender tenerme bajo vuestra ala el resto de mi vida.

-Es demasiado peligroso, Remus estará bien con nosotros- respondió James.

-Bien- recogió sus cosas enfadada- estaré en la biblioteca.

-Yo no veo mal que sea como nosotros- dijo Peter después de que la chica abandonara la Sala Común- cuando descubrimos lo de Remus nos sentíamos frustrados por no poder ayudarle. Ella debe sentirse así ahora mismo.

-He dicho que no, Peter- respondió bruscamente Remus- Perdón, Colagusano, no pretendía sonar tan brusco. Simplemente no quiero que nadie más se juegue la vida por mí, ¿entendido?

Después de eso, los Merodeadores se quedaron en silencio, comprendiendo que no había nada que pudieran hacer para convencer a Remus.

Lo que los amigos no sabían era que ella estaba decidida a convertirse en animaga, aunque eso significara buscar ella sola la información.

...

Cuando Imogen llegó a la biblioteca, se fue directa a buscar cualquier libro que pudiera darle información sobre la animagia. Al encontrarlo, fue a sentarse, y entonces vio a Regulus sentado en una mesa apartada, solo.

-¿Puedo sentarme contigo?

-Sí, um.. claro- respondió Regulus, confuso.

-¿Cómo estás?-preguntó la chica- fui a ver vuestro partido el otro día. Una pena lo de Hufflepuff, realmente jugaste muy bien.

-¿Por qué haces esto?- Imogen lo miró sin comprender- Te acercas a mí, me hablas como si me conocieras de toda la vida. Me hablas sobre Sirius, me hablas sobre quidditch, me hablas de cosas que a veces ni entiendo, eres amable y después no vuelves a hablarme en meses. ¿Por qué de repente eres amable y después no me hablas?

Imogen no supo que responder. El chico la había pillado completamente por sorpresa.

-Bueno, supongo que me caes bien- Regulus levantó una ceja- No sé, ¿vale? Siempre estás demasiado solo, Black. Alguna compañía no te vendría mal.

-¿Qué compañía es hablarme y después ignorarme?

-¿Es que no quieres que te ignore? Venga ya, Black. Me acerco a ti cuando estás solo porque sé que si alguien te ve conmigo no te haría ningún bien.

- Comprendo, te da miedo.

-¿Miedo?- Imogen casi se ríe- Mira, sé que no eres como los demás, por eso te saco conversación cuando estamos a solas. No pretendas que no te agrada mi compañía, Black.

-¿Cómo los demás?

-Sí, como los demás que creen que son superiores porque son sangre pura.

Ahora era Regulus el que no sabía que decir. Imogen sonrió, sabía que había ganado esta vez.

-Volviendo al tema-continuó la chica- no puedo decir que no me alegre de que hayáis perdido, pero estuviste muy cerca de coger la snitch. Eres rápido.

-No sabía que también entendías de quidditch, Potter.

-Mi hermano es un poco monotema con ese deporte-sonrió- es imposible apellidarte Potter y no entender de quidditch.

-Ser rápido no es suficiente, no pude cogerla.

-Casi lo haces- respondió Imogen- pero tiendes a girar tu escoba en ángulo recto y pierdes velocidad.

-Quizás tienes razón- Regulus miró el libro que la chica había cogido- ¿animagia?

-Um...sí, me parece un tema muy interesante, ¿a ti no?

-Sí, supongo- hizo una pausa- te propongo un trato, tú me ayudas a mejorar como buscador y-

-¿Ayudarte? ¿En quidditch?- interrumpió la chica- ¿por qué ayudaría al buscador enemigo?

-Déjame acabar, Potter- la miró seriamente- me ayudas. Me comentas todos los fallos que ves en los partidos y me das consejos. Y yo te ayudo a convertirte en animaga.

-¿Qué?- a Imogen casi se le sale el corazón- ¿cómo puedes pensar que yo quiero eso? ¡Es ilegal, por Morgana!

-Y tú eres demasiado obvia, Potter. No sabes mentir.

-La respuesta es no.

-¿Entonces admites que quieres ser animaga?- la miró burlonamente.

-¿Qué te importa, Black? Además, incluso si aceptara, ¿cómo sé que puedo confiar en ti y no le dirás a nadie?

-Bueno, no tengo ninguna razón para decírselo a nadie. Tampoco tengo a nadie a quién contárselo-hizo una pausa- si lo hacemos, debe ser en secreto. Por la noche. Ambos somos prefectos, podemos sacar un pretexto fácil si nos pillan.

-Está bien-Imogen miró a Regulus a los ojos- ¿cómo es que el hijo prodigio de los Black necesita la ayuda de una traidora para mejorar? ¿Tan mal van las cosas en el equipo?

-No te creas importante, Potter. Necesito ganar la copa y sé que eres observadora. Apuesto a que sabes los puntos débiles de los otros buscadores al igual que sabes el mío- añadió.

-Puede ser.

-¿Lo ves? Entrenaremos antes de cada partido y me enseñarás esos puntos débiles.

-No asumas que estoy aceptando-respondió ella- no le haré eso a mi hermano.

-Bueno, ¿qué hay de los buscadores de Ravenclaw y Hufflepuff?

-Está bien- se rindió la chica. Sabía que iba a necesitar ayuda si no quería tardar meses en conseguir lo que quería- mañana tengo algo importante que hacer, pero nos vemos a las 11 aquí.

-Perfecto- respondió Regulus contento.

-Bueno, me voy-dijo al cabo de un rato la chica- procura que nadie te vea venir aquí mañana. Adiós.

-Hasta mañana, Potter- murmuró él.

Cuando vio como la figura de Imogen abandonaba la biblioteca, Regulus volvió a pensar en lo que le había dicho. "No eres como ellos". ¿Lo era? Los sangre pura son superiores a los sucios sangre sucia, y los traidores de sangre no merecen ser considerados magos tampoco. Eso es lo que le habían enseñado desde pequeño. ¿Realmente pensaba eso? Si era así...¿por qué quería pasar tanto tiempo con una traidora como Potter? ¿Por qué se sentía bien cuando ella se acercaba? No lo sabía. No lo entendía.

Y en ese momento Regulus Black deseó por primera vez ser más como su hermano. Deseó no ser un Black. Deseó no tener la responsabilidad de toda su familia sobre sus hombros. Pero, sobre todo, deseó haber podido ir detrás de la chica y decirle que quería ser su amigo, que se sentía a gusto con ella y que no le importaba lo que los demás pensaran de él. Pero no lo hizo, porque sí que le importaba.

"Algún día seré un mortífago, debo serlo" pensó. Pero también pensó que pasar un tiempo con una de las pocas personas que no eran amables con él por compromiso o por miedo a su familia no cambiaría nada. Pobre iluso, lo que el pequeño Regulus no sabía es que él mismo había metido en su vida a un huracán. Un huracán que acabaría arrasando con todos sus ideales y que lo cambiaría por completo.

it isn't in my blood [black]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora