Capitulo 10

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Fuego en la galaxia

Selena

Corría detrás de él, enganchando mi mano con la suya, mientras me jalaba por todo el lugar.

― Esto es ilegal.

Todo a su alrededor lo era.

― Estudio aquí.

Me condujo hasta los pasillos de su universidad, toda estaba en silencio, oscuro y con aspecto tenebroso, he visto demasiadas películas de terror que comienzan así. ¿Hasta dónde va a llevarme?

Se detuvo frente a una de las aulas volteando a verme con una sonrisa en sus labios.

― ¿Me vas a enseñar tu pupitre?

Estaba siendo sarcástica.

Jalo de mi mano, golpeando mi espalda contra la pared al mismo tiempo en el que exploraba mis labios con su mirada. Yo sigo firme mirándolo a los ojos, mientras colapsó por dentro.

― Adivinare cual es el tuyo.

Lo ignore, entrando a su aula, viendo las mesas de cada uno de los alumnos, la verdad no tenía la mínima idea de por donde podía comenzar. Podría ser el dibujo de alguna motocicleta o alguna calavera, me volteé a mirarlo, y el ya no estaba.

― ¿Arwen?

Llamé a su nombre unas cuantas veces, seguí caminando hasta el final del salón, mis cachetes se calentaron, congelándome en frente de una banca con los pelos de punta y con una sonrisa atolondrada. Encontré su asiento.

― Alicia. ―Sonreí como una idiota.

Las palabras estaban bajo una calavera con rosas y mariposas, un mal dibujo de Sherlock Holmes, en ese mismo instante empezó a sonar por las bocinas "Yelow" de coldplay, me giré emocionada por lo que mis ojos veían, sentándome en su asiento, tratando de relajar cada uno de mis músculos. Él se está impregnando en mi alma.

Me miró desde el marco de la puerta con esa jodida sonrisa. Se aproxima con todo y su encanto. Y temo que todo lo que está pasando sea más que un vano engaño. Así que he decidido mantenerlo lejos, antes de que llegara hasta mí, me levanté y caminé sin detenerme a mirarlo, hasta que su mano se aferró a mi brazo, atrayéndome a él.

― Ahora, yo te estoy invitando a que bailes conmigo.

― Quiero irme a casa.

Sentía su mirada sobre mí, huía de ella porque sé que me derretirá si lo veo a los ojos.

― Si me mirases sabrías lo que en verdad quieres.

No, no quiero sacrificar todo por nada.

― Y, ¿tú sabes lo que estás haciendo?

― Desde hace mucho tiempo nadie más que tú se ha pasado metida en mi cabeza.

¿Desde hace mucho tiempo?

― Vamos, Alicia. ―Su índice elevó mi mentón derramando su miel en mí.

― ¿Qué quieres que te diga?

Sus manos tomaron las mías, llevándolas hacia sus labios, las besó como si fueran la cosa más frágil y delicada que jamás allá tocado, elevando la manga de mi sudadera, mirando por un momento mis cicatrices, con cuidado las besó. Lentamente cerré mis ojos, lentamente me dejé caer en sus palabras, quería descubrir cómo amaba aquel chico. Lo abracé, lo abracé suavemente, él se está acostumbrando a que lo sujete, a que lo tenga en mis brazos y que de ahí no salga, y yo me estoy acostumbrando a tenerlo siempre cerca.

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