Capítulo 13

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Me encantas

Selena

En la cara de Connie había una gran sonrisa, todo su peso estaba en los hombros de Arwen, él jugaba con sus manos, mientras caminábamos relajados por el centro comercial, aparentando que nada había ocurrido entre nosotros. No sé cómo disculparme porque más allá de hacerlo, las palabras no me salen y su actitud de mierda no me ayuda en lo más mínimo, supongo que eso le sale bien. Lo de comportarse como un niño mimado, parezco su perro, siguiéndolo a todas partes al que él va, Connie voltea a verme unas cuantas veces, le dedico una que otras sonrisas. Debería abofetearlo y hacer que me mirase. Llegamos hasta un supermercado, de fondo estaba tocando "We found love" inundando mis oídos de su melodía, como si me trataran de tirar una indirecta y me dijera; "aléjate de él porque no estás en el lugar correcto". Y mi cerebro empezó a trabajar, calculando y creando diferentes finales alternativos en donde terminaría con un corazón roto y desahuciado.

― Selena.

Los planes de él siempre fueron los mismos.

― ¡Hey!

La mano de Arwen paso por mi cara unas tres veces, hasta que pude ver sus ojos negros observándome con un ceño fruncido, me sentía la persona más anormal del mundo.

― Es el último. ―Señalo a mis espaldas.

Hablaba de un carrito, me volteé hacia él encogiéndome de hombros, sus labios se apretaron y su mirada me ordenó a que valla por él. Acaba de interrumpir mi viaje astral ¿Y, ahora quiere que valla por su carrito?

― Es todo tuyo.

Le sonreí fingidamente, mis pies comenzaban a dejarlo atrás mientras me dirigía a el área de dulces, podría decir que era fan de las gomitas y los malvaviscos, pero jamás hay de esos en casa, recorrí todo el pasillo, agarrando mis dulces favoritos, he estado evitando el chocolate porque a Arwen le gusta, desde el día del concierto no los cómo, pero no pude evitar coger cuatro barras de la marca que le gusta a él, en especial de almendras, mis brazos ya estaban llenos. Recordando el descontento que le hice al pelinegro, pues no me arrepiento, ha estado ignorándome, y yo no sirvo para eso. Me detuve frente a unas gomitas de frambuesa, quería alcanzarlas, pero sentía que si lo hacía las otras cosas se me caerían de las manos. Trague saliva, mientras decidía si valía la pena agarrarlas o no. Mis dientes rechinaron, en serio las quería.

― ¿¡Qué diablos!?

De pronto la música cambió, y el volumen se elevó al máximo. Un escalofrío se produjo por toda mi espalda, la música gritaba el nombre de Arwen, recordé lo que me dijo esa noche, ¿lo de robarse el carrito iba en serio? Corrí mi mirada hasta la anatomía del chico que venía corriendo hacia mí, se supone que debe cuidar a Connie, no hacer que sea parte de sus descarriados sueños. Se detuvo frente a mí tirando todas las golosinas a su auto de lujo, tomándome en sus brazos, subiéndome en contra de mi voluntad al carrito, Connie estaba riendo mientras trataba de que el chico entrara en razonamiento, pero nada de lo que le decía lo tomaba en serio. Hasta fue capaz de reírse en mi cara, estampando un beso en mis labios, luego se echó a correr como si alguien lo estuviera persiguiendo.

― ¡Deténganse ahí!

Desgraciadamente no estaba equivocada, debería poner un cierre en mi boca, porque siempre termino equivocándome. Quería pararme, sin embargo, mi cara terminaría plasmada en el suelo.

― Nos meteremos en problemas. ―Suspire.

Busqué mi billetera entre todas mis cosas, me era difícil por todo el movimiento que hacía Arwen, la saqué a tiempo.

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