Capítulo 24

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Montaña Rusa

Park

― No hay necesidad de hacerlo.

Comento Greenberg, el único que es consciente de la penosa posición en la que me encuentro.

― ¿No es como si fuera el fin del mundo? Es solo una montaña rusa.

Selena lo dijo con gran emoción, creo que este es el punto en mi vida en donde tengo que decirle un no a la persona que más amo.

― ¿No me digan que se van a cagar por este jueguito de niños?

― Este jueguito de niños muchas veces se ha desplomado. ―Intervino Greenberg― ¡Así que no me jodas! ¡Que no me voy a subir a esa mierda!

― Hasta acá chispeaste. ―soltó Taro.

Me mantenía al margen de todos, no creo que sea peor que ir en mi moto en contravía.

― Park tampoco lo hará. ―Grito Joon― Capaz que los mea a todos.

Sí, ese es un clásico de Greenberg.

― Te aseguro que Park, no es de los que se mean los pantalones. ―Selena me sonrió, apretando mi mano que me hizo sentir aún más presionado.

― ¿Vos crees que lo conoces más que yo?

Greenberg la encaro, y a mí me va a arrastrar en esto.

― ¡Niñas, aquí no! ¡Así que sáquense de aquí monstruos separa hogares! ―Taro tomo de mi brazo, atrayéndome a su anatomía― Que el macho alfa de este hombre soy yo.

Puto.

― Que yo recuerde tú hasta hijos tienes.

Y, es justo que reciba un putazo de su parte.

― ¡Cállate, Maldito!

Irving regresó con los boletos, y sí, quizás hoy vuelva a nacer, o quizás no logre hacerlo.

― Insisto, Park y yo no subiremos.

No por nada lo considero un verdadero amigo.

― Dale Greenberg, mueve ese trasero. ―La cara de él no era la mejor, no hay nada por lo que preocuparse― Esta cosita no va a colapsar fácilmente.

Su expresión decía, muérete por tonto.

Quizás lo sea, pero nadie dudaría en pasar sus últimos meses con lo más preciado que tienes.

Me encontraba abrochándome el cinturón, trato de aliviar el estrés que me está provocando estar en estos asientos, estoy como en un juego de cartas, en el cual no se sabe cómo terminará la jugada, si gano todo lo que está en tras bambalinas, o regalo todo por lo que he luchado, menuda joda en la que me he metido.

― ¿Asustado Park?

― ¿Qué con esa pregunta Selena?

Estábamos en los últimos asientos, me colocaron aquí, porque según mis "amigos" yo les iba a mear.

― Puedes tomar mi mano si quieres.

― ¡Que no estoy asustado! ―Dije eufórico.

Se hubiera oído más creíble si mi voz dejara de temblar.

― Por lo general te hubiera creído, si no estuvieras sujetando esa varilla como si de eso dependiera tu vida. ―Selena apretó una de mis manos― Lamentándose no se arregla nada, solo se sinceró contigo y acéptalo, estas asustado.

La máquina comenzó a andar, estaba andando.

― Se que te he hecho pasar por esto muchas veces, Selena. ―Voltee a mirar hacia mis lados― Por todas esas veces que he acelerado sin avisarte, pido perdón.

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