Capítulo 35

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La noche en que todo se volvió claro

Selena

Nada encajaba, todo estaba perdido, yo lo estaba.

Me prometí no llorar, de nada serviría.

La ha elegido a ella.

Podía ver de lejos como Kenneth se atragantado en la mesa de chucherías, le jale del brazo para que me volteara a mirar. Lo hizo, y me jalo lo suficiente fuerte como para que sus labios se pegaran a mi oído, asustándome.

― Tienes que darle una probadita a este bar.

Sus dedos estaban manchados de color naranja, rastro de que se había atascado de comer tanto, y aun así con esa misma mano me estaba ofreciendo su snack.

― ¿No pensaras que me lo voy a comer?

― Ese es el punto, para eso están diseñados.

Termino por reírse, había tomado.

― Hueles a caca.

Creí que solo lo había pensado, pero lo dije.

― Ok ―Dejo de lado las bolsas que traía― No sabes que decir, así que cuéntame ¿Qué fue lo que paso?

― Ja, no paso nada.

Le guiño y golpeó su hombro como sinónimo de que no pregunté.

― ¿Debería golpearlo diez o quince veces?

Negué con una sonrisa falsa, debería irme ya.

― Voy a regresar a casa primero.

Golpee su pecho evitando su mirada, lo adivine sabía que esta noche iba a terminar así, pero quise ser masoquista y esperar a que Park pasara por encima de mi como el golpe de un camión contra un indefenso y pequeño gatito negro.

― ¿No pensaras que te dejaré ir así? ―Kenneth cada vez se parece mas a mi hermano.

Tomo de mi muñeca buscando mi mirada para encontrarme con él cielo de sus ojos.

― No pienso estropear tu festín. Deberías quedarte y disfrutar un poco más.

― ¿Y, crees que sin ti esto vale la pena? Vales mucho niña. Antes de que toques el piso, estaré ahí para levantarte.

¿Cómo hago para tragarme el nudo que tengo en la garganta?

― Y, tengo que hacer que todos vean lo hermosa que luces hoy. ―Hizo que diera una pequeña vuelta.

Esta vez sí sonreí, pero de pena.

― Hoy no.

Hoy solo quiero sumergirme en mi miseria.

― Correré lejos de aquí, descalza, fingiendo una sonrisa mientras todos creen que enloquecí. ―Dije, sacándome los tacones de punta― ¿te agrada la idea? o ¿no es acto para tu dignidad?

Negó con una sonrisa tonta y llena de gracia, mordió su labio inferior desaprobándome, vio a nuestro alrededor y lo hizo. Tomó de mi mano mientras jalaba de ella, estaba inestablemente mal, pero no sola, y me acordé de esa noche, aquella en la que veía la espalda de Park, solo eso.

Y, aunque reía estaba llena de odio hacia mí misma, el césped estaba mojado, y robaríamos el auto de los tíos de Kenneth, eso creí.

Mi nombre hizo eco. Y, gire mis tobillos por inercia.

¿A qué está jugando él?

― ¡Lo estás haciendo bien, Selena! ¡estás haciendo que enloquezca!

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