Capítulo 30

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Esa noche llovió fuerte,

hubo relámpagos y truenos.

Park

Era Selena, parecía feliz, mientras sonreía y bailaba bajo la lluvia. Corría por todo el jardín encharcado sin preocupación alguna, como si se hubiera liberado de una tormenta, todas esas cosas molestas por las que un día lloro, no estaban en ella, y eso me hizo sonreír.

Tarde en darme cuenta en lo muy hermosa que lucía, corrió a coger algo del tendedero, para apresurarse y regresar a casa, pero no dio más de cinco pasos antes de que pudiera darse cuenta, su cuerpo se estrelló contra el suelo, me apresure a ir por ella, solo llegué hasta la vereda.

Ya que no estaba sola.

Era ese chico.

Río de la mala suerte de la chica, y no hizo nada por ayudarla, aunque si corrió hasta ella, terminó cayéndose a centímetros de donde estaba la castaña, aquella escena la maldije, y no lo negare deseaba que se le rompiera una pierna.

¿Solo yo debía sufrir?

En qué momento la lastime tanto, como para que me haga esto.

Jamás podré entender lo dura que es conmigo.

Ahora se ríe con alguien más, incluso si sus chistes apestan, se ve fascinada hasta el punto de robarme algo que era mío.

― Solo quería que me vieras, quería que me eligieras.

Es evidente, que él amor y el dolor están terriblemente destinados a estar atados por el resto de la eternidad, y quiero creer que por lo que estamos pasando es una etapa.

Pero yo no tengo tiempo para eso.

Y, mi corazón no pudo sostenerse más, mis labios temblaban, mi ropa con todo y el peso del agua me dio menos estabilidad, quería huir de ahí y que no me viera, giré mis talones y quise hacerme el ciego y no volverla a ver. Mis lágrimas ya han sido gastadas lo suficiente como para quedar seco, sonriendo como un tonto mientras llevo mi cabeza agachada, y en aquella noche mi amor por ella terminó en un corazón roto.

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