Pestañeé con la vista fija en el techo, no quería llorar, a pesar de que todo me dolía. Otro golpe en mi ventana me sobresaltó. Me había despertado con, exactamente, diez golpes, que llegué a contar tras abrir los ojos.
Me senté suspirando y avancé descalza hacia mi ventana, buscando la fuente del sonido. En ese momento no pensé en que podría ser alguien malo, o en que podía ser peligroso. Nada me importaba lo suficiente, pero la sonrisa de Rayhan me ayudó a no analizarlo tanto.
—¡Así que estás viva! —gritó desde la acera. Sentí que era mucho esfuerzo sonreírle —. ¿Mucho más vas a ignorarme? —siguió. Lo había ignorado desde la última vez que nos vimos, aunque no fue algo consciente, ni algo de lo que estuviera orgullosa. No estaba para los demás, estaba por y para mi tristeza. Tampoco estaba orgullosa de eso.
—¿Qué hora es? —cuestioné con la boca reseca. Sonrió tras oírme hablar y observó la pantalla del celular en su mano.
—Las cuatro —anunció —. ¿Es muy tarde para la princesa en la torre o te vas a la mierda conmigo? Irse sonaba bien.
—¿A dónde? —cuestioné.
—A la mierda —repitió.
Fruncí el ceño, pero de todas formas contesté: —Voy.
Caminé hacia el closet y tomé un gran suéter, que jamás había visto allí. Coloqué la tarjeta de estudiante en mi bolsillo y, con pasos largos, avancé hacia el primer piso. Rayhan ya esperaba por mí frente a la puerta, sonriente como siempre.
—Si me hubieras avisado hace dos semanas que solo tenía que venir hasta acá para tener un espacio en tu agenda, no hubiera invertido en mandarte tantos mensajes —burló. Le sonreí sin separar los labios.
—Perdón. No fueron buenas semanas —murmuré.
—Yo te la alegro en dos segundos. Y comenzó a caminar. Tuve que trotar para alcanzarlo.
—Encontré un lugar re piola. Hay karaoke, tatuajes baratos y la mejor comida de todo Uruguay —habló cuando llegué a su lado.
Fruncí el ceño y metí las manos en mis bolsillos.
—¿Tatuajes y comida en el mismo lugar? —dudé.
Rayhan rió mirándome.
—Sin infecciones.
—¿Estás tratando de que me tatúe? —dije con una mueca danzando en mi rostro.
—Te estoy alegrando la existencia, rubia. No juzgues los baches, si lo importante es el porqué.
¿Qué?
Reí frunciendo el ceño. A veces no entendía los extraños dichos de Rayhan.
Él continuó el camino hacia el arroyo y yo lo seguí observándolo, observando sus pasos seguros y su mirada decidida. Rayhan parecía una persona muy confiada, parecía que iba directo al éxito y me había ido a buscar luego de ser ignorado por semanas, exponiéndose a que rechazara sus planes.
¿Alguna vez le habrían roto el corazón?
Lo observé nuevamente. Estaba segura de que yo no transmitía ni de cerca lo que él.
—¿Alguna vez te rompieron el corazón?
Pareció pensarlo, pero elevó los hombros en mi dirección.
—No.
—Respuesta ya pensada... —canturreé para irritarlo.
Rayhan sonrió y volteó hacia mí.
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Meliflua
Mystery / Thriller¿Quién creería que un simple hashtag era lo suficientemente poderoso como para hacer que una escritora terminara cambiando su vida entera, solo para escribir una tonta historia de romance? Probablemente no Mía Pepper. Pero, sin conocer el amor, ar...