CAPÍTULO 18

1.1K 256 101
                                    


i madre me había echado. Sí, me había echado. No directamente, claro. Pero llamó a su chófer antes de que me levantara y, cuando estaba desayunando, insistió en que debía ir a mis clases.

Era sábado.

Me aterraba notar que la había dejado a solas con ese hombre, pero habían estado juntos por semanas, ¿por qué le haría daño justo ahora? ¿Por verme a mí?

También me había dicho que hablara con mi compañero y sus hermanos, para mantener a salvo a mi madre. Esperaba que no rompiera su palabra. No entendía muy bien quién era, o qué, pero si los Kanu estaban tan preocupados por él, por algo sería.

Abrí la puerta de mi apartamento. Tres pares de ojos me observaron sincronizadamente; Nick, Liam y Nibbas.

Les dediqué una corta sonrisa tras cerrar la puerta.

—¿No venías el lunes? —cuestionó Nick.

¿Se reunieron porque yo no estaba?

—Sí, pero... Hubo un cambio de planes.

—¿Apareció tu...? —indagó Liam, dejando la pregunta en el aire.

Negué con la cabeza.

Me mantuve en silencio. Se mantuvieron en silencio.

Contemplé su entorno; estaban sentados en los sillones y en medio (en la mesita) había billetes, en dólares. ¿Esa era la deuda?

—¿Volviste para husmear?

Nibbas y su mal carácter no se hicieron esperar.

—¿Yo cómo iba a saber que estarían acá? ¿Pongo cámaras para quedarme en la calle hasta que te vayas?

—Nibbas —rezongó Nick.

Avancé hacia mi cuarto con lentitud, dudosa. ¿Era ahora cuando debía decirles? Mi familia estaba en peligro por ellos.

Se mantuvieron en silencio y, hasta podría decir, que sentía sus miradas clavadas en mi espalda. Mis pasos eran lo único que resonaba en ese apartamento.

Me volteé en dirección a ellos y los volví a contemplar. No retiraron sus miradas de mí.

—¿Estás esperando... —Nibbas volvió a hablar y lo corté antes de recibir alguna agresión de su parte.

—Celal...

Al nombrarlo, como si hubiera tocado una fibra muy sensible, todos en la sala se vieron entre ellos confundidos, asombrados e impacientes.

—¿Qué? —cuestionó Nick.

Exhalé.

Si no lo soltaba en ese momento, no lo soltaría jamás. Sería una bola de pelo enorme e imposible de desenredar.

—Celal es mi padrastro y...

—Espera, ¿qué? —Liam frunció el ceño.

—¿Viniste solo a vigilarnos?

Nibbas se levantó de repente y, como consecuencia, Nick lo imitó.

—No. Me acabo de...

—¿Qué sabes, Mía? —cuestionó Nick.

—Nada, yo...

—Nos estuviste utilizando...

Nibbas quiso avanzar hacia mí y Nick le puso una mano en el pecho para detenerlo.

¿Por qué con él era todo tan agresivo? ¿No sabía hablar? ¿Por qué si mi vida era un caos él tenía que saltar como si mi inofensividad lo estuviese atacando?

MelifluaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora