Emily me había enviado un mensaje extraño, pidiéndome que nos encontráramos en el salón M7. No quise preguntar para qué, porque ¿quién sabía si había alguien revisando nuestros celulares? Y de todas formas me era fácil asumir para qué me buscaba. Por eso mi corazón latía acelerado, mientras subía —de a dos escalones— las escaleras del internado.
Temía que hubiese pasado algo nuevo, algo peor, que volviera la situación aún más preocupante de lo que ya era y tuviese que esconderme en algún búnker que casualmente mi padre tendría en otro país.
También temía que todo fuese un plan macabro de Emily y yo estuviese yendo —como tonta— hacia alguna clase de trampa.
Cuando llegué al salón dudé en ingresar, más cuando tuve frente a mí la puerta abierta de par en par y visualicé a la pelinegra charlando con una chica desconocida. Eso lo volvió peor. Miré hacia mis lados, vigilando que no hubiese nadie más, mientras me ahogaba con mi propia respiración agitada. ¿Por qué había llevado a esa chica?
Era innegable que la situación era demasiado extraña y, que si fuera lo suficientemente inteligente, ya habría huido.
Su vista se detuvo sobre mí antes de que pudiese pensar mi plan de escape y entonces no pude hacer más que quedarme estática en mi lugar, pero Emily sonrió.
—No sabía si llegarías por tu cuenta —burló con tranquilidad—. Siéntate. Comenzaremos en unos minutos.
Fruncí el ceño y observé el salón tras ella: las sillas estaban ordenadas en U y la chica —que previamente charlaba con Emily— escribía algo sobre el pizarrón.
¿Qué era aquello? ¿Había hecho una clase de club estudiantil sobre los asesinatos? ¿Qué clase de demente hacía algo así con sucesos tan terribles?
Me tomó unos segundos volver a reaccionar.
—¿Con qué comenzaremos? —cuestioné.
Emily avanzó y yo caminé tras ella. Dudé que intentara asesinarme, con tantas cámaras dentro del salón. Un asesino tan discreto no podía tener errores de principiantes, ¿o sí? ¿Y si había desactivado las cámaras? ¿Y si quería documentarlo todo para subirlo al lado oscuro de internet?
—Con la reunión. Para la organización del aniversario —contestó ella, sin siquiera detenerse a mirarme.
¿La organización del aniversario? ¿Qué tenía que ver aquello conmigo?
Nada tenía sentido.
—No entiendo. ¿No íbamos a hablar del...
Pero ella giró su cabeza hacia mí demasiado rápido, y eso fue suficiente para silenciarme. Con su mirada señaló a la otra chica en el salón y comprendí que, aquella reunión, no tenía que ver con las muertes.
—No, Mía Pepper —aclaró igualmente, dedicándome una mirada de advertencia—. Es para que nos ayudes con el aniversario, como parte del internado que eres— dijo por lo alto—. Yo podré comprobar que solo eres otra pobre víctima, y tú te puedes integrar con los estudiantes. Ganamos todos. A menos que tengas algo más que hacer —susurró, pero en realidad no me dio tiempo de responder—. Genial. Toma asiento. En unos minutos llegarán los demás.
Fruncí el entrecejo y me mantuve estática en mi lugar, viéndola alejarse en silencio.
¿Entonces continuaba acusándome? ¿Por qué asumía que yo no dudaba de ella? A lo mejor era yo quien debía vigilarla y analizar si no era más que alguna fanática obsesionada. En el peor de los sentidos.
Pero me senté en una de las sillas y esperé a que pasara algo.
Mientras veía a Emily y a la desconocida preparar el salón, se me ocurrió que, en realidad, sí era un buen plan involucrarme en actividades y descubrir más sobre los demás estudiantes. Cualquiera de ellos podría ser un asesino que en algún momento me iba a buscar; sería mucho más sencillo si yo me volvía alguien accesible.
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Meliflua
Mystery / Thriller¿Quién creería que un simple hashtag era lo suficientemente poderoso como para hacer que una escritora terminara cambiando su vida entera, solo para escribir una tonta historia de romance? Probablemente no Mía Pepper. Pero, sin conocer el amor, ar...