Estaba tan involucrada en el movimiento de nuestros labios, en la textura de su piel desnuda sobre la mía que, por un momento, hasta deseé que fuera eterno. Pero Liam se separó con lentitud y yo retiré mis manos de su cabello de igual forma, demorándolo lo más posible.
Dudas, dudas y dudas comenzaron a pasar por mi mente, como siempre. ¿Y ahora qué?
—Refrescó —comentó con un poco de incomodidad.
No quería recorrer el entorno con la mirada porque sabía que, cuando lo hiciera, el momento se rompería por completo. Pero luego de oírlo hablar me tuve que obligar a regresar a la realidad y lo miré en absoluto silencio, expectante.
El castaño sonrió forzadamente y caminó en dirección a nuestra ropa. No me pidió acompañarlo, ni preguntó si lo haría, así que me mantuve en mi lugar.
Se vistió sin mirarme y se marchó.
El frío regresó.
Quizás quería evitarme, pero continuábamos conviviendo en el mismo apartamento. No entendí porqué querría evitarme, ¿por qué comenzaba a sentir que quería mucho de él, mientras él huía de mí?
Suspiré e hice la plancha para tratar de buscar alguna minúscula estrella entre todas las nubes, y no pensar en cuáles partes lo había arruinado, si lo había besado muy mal, si lo había asqueado...
Tiffany. La había olvidado por completo.
Volví la vista hacia donde mi compañero desapareció, con alguna tonta esperanza de que regresara. Al instante de ver mis cosas recordé que me encontraba en ropa interior, ebria y, además, había alguien asesinando personas por ahí.
Nadé hacia la orilla y luego me vestí. Tenía ganas de llorar porque me sentía culpable, de arruinar el beso, de arruinar una relación, de arruinar vidas...
Mi ropa se humedeció, pegándose a mi cuerpo y avancé hacia mi edificio, aunque en realidad tampoco tenía muchas ganas de llegar.
Me ardían los ojos.
Un trueno provocó que apurara mi paso y me abrazara a mí misma. Estaba sola en medio de la oscuridad y en el lugar menos concurrido de todo el internado.
—¡Mía!
Volteé con temor y a la vez con la mísera ilusión de que fuera mi compañero de apartamento, pero era Nick quien caminaba sonriente hacia mí, o al menos hasta que estuvo a pocos metros y notó mi estado.
—¿Estás bien? —cuestionó al instante.
Asentí repetidas veces, tratando de convencerme a mí misma. Dos pájaros de un tiro.
Se aproximó más a mí, colocó sus manos alrededor de mis brazos y las movió de arriba hacia abajo, en un intento fallido de compartirme un poco de calor.
Se alejó y se quitó su campera, entregándomela.
—No, no. Estoy bien, gracias.
Le sonreí, tratando de devolvérsela, pero el rubio insistió hasta colocarla encima de los hombros. Me envolvió con su brazo derecho y avanzamos así por la acera.
Yo deseaba que fuera Liam quien estuviese abrazándome.
Era patética.
—¿Estás ebria? —cuestionó, aún acariciando mi brazo.
—Quizás —murmuré con la voz —casi— quebrada.
—¿Pasó algo?
Negué porque, si hablaba, iba a terminar llorando.
ESTÁS LEYENDO
Meliflua
Mystery / Thriller¿Quién creería que un simple hashtag era lo suficientemente poderoso como para hacer que una escritora terminara cambiando su vida entera, solo para escribir una tonta historia de romance? Probablemente no Mía Pepper. Pero, sin conocer el amor, ar...