Abrí los ojos y la camiseta negra de Liam fue lo primero en recibirme. Me alejé un poco de su pecho y contemplé lo relajado que se veía al dormir. Solté una sonrisa.
Me estiré un poco hacia su rostro y le regalé un corto y suave beso en su nariz, como respuesta él me abrazó más a su cuerpo y, por suerte lo había hecho, estaba a nada de caer del sofá. No me dio tiempo suficiente de acomodarme entre sus brazos, cuando la alarma para clases decidió sonar.
Miré a Liam, él abrió un poco sus ojos, estiró su brazo sobre mí para apagarla y luego me contempló. Me detuve en sus ojos achinados por el sueño y le dediqué una sonrisa, él me la correspondió y luego me regaló un beso en la coronilla.
—Buen día, Mía —saludó contemplándome.
—Buen día, Liam.
Le sonreí.
No pude tomarme el tiempo suficiente rato para contemplarlo porque estábamos a minutos de que sonara el timbre de entrada. Así que, mientras yo preparaba el desayuno, Liam se había ido a bañar.
Estaba terminando de vaciar la bolsa de leche en nuestras tazas, cuando la voz de mi compañero desde su cuarto me hizo detenerme.
—¡Mía!
Apenas conseguía oír su voz por las puertas que nos separaban y la ahogaban.
—¿Todo bien? —cuestioné por lo alto, desde la barra.
—Sí. Solo me olvidé de la toalla. ¿Me alcanzas una?
Asentí aunque no pudiese verme. Dejé la bolsa vacía de leche dentro de la basura y caminé hacia la habitación de Liam.
Le di un paneo entero a la habitación, intentado descubrir dónde se encontraban. Me aproximé a la puerta cerrada del baño.
—¿Dónde están?
Su respuesta no tardó en llegar.
—En los cajones. Arriba del ropero.
Asentí caminando hacia allí, pero estaba muy alto. Así que tomé la silla de su escritorio y me paré sobre ella. Esperaba que no le molestara.
Abrí las puertas y me encontré con una sola toalla, la tomé y, mi libro, Red Gardens apareció frente a mí. Me detuve en seco, como si algún movimiento pudiera hacer que la situación explotara sobre nosotros.
El recuerdo de aquel día en el que le pregunté si me había leído y negó como respuesta, cayó de golpe en mi mente. Me sentí tambalear sobre el asiento; bajé rápidamente.
Golpeé su puerta con mi corazón a 10.000 por hora, la abrió un poco, agradeció y le entregué la toalla.
—Tengo que juntarme con Emily antes de clase y lo había olvidado —mentí —. No te puedo esperar, pero el desayuno está en la mesada.
No lo oí responder pero de igual forma me fui, trotando. Corrí escaleras abajo y apresuré mis pasos cuando atravesé la puerta principal del edificio.
Tenía que juntarme con Emily.
Siquiera me importó no haber terminado de hacer su cereal.
Collar, libros, collar, libros, collar, libros. ¿Liam?
No quería que todo apuntara a que él estaba asesinando a diestra y siniestra, pero no podía negar lo evidente. Mi corazón ardió sobre mi pecho. ¿Se acercó a mí por eso? ¿Por eso no usaba el collar? ¿Me estuvo mintiendo?
Los recuerdos de la risas en la noche anterior y nuestro abrazo antes de dormir apuñaló mis pulmones por un segundo. Inhalé y exhalé. Inhalé y exhalé. Inhalé y exhalé.
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Meliflua
Mystery / Thriller¿Quién creería que un simple hashtag era lo suficientemente poderoso como para hacer que una escritora terminara cambiando su vida entera, solo para escribir una tonta historia de romance? Probablemente no Mía Pepper. Pero, sin conocer el amor, ar...