—¡Ya no sé cómo lidiar con todo esto!
—¡Ya cállate! Maldición.
—How will I shut up if we are in danger because of him!
El sonido de un golpe hizo que me detuviera repentinamente y observara a los tres chicos que discutían frente a la estructura en donde próximamente estudiaría.
La gente comenzó a aproximarse a ellos y aproveché la distracción para subir el volumen de mis auriculares, y caminar a toda velocidad hacia recepción.
¿Conocen esa sensación de ser la nueva? ¿De saber que las miradas curiosas caerán sobre ti, y los comentarios serán sobre lo que haces por quién-sabe cuánto tiempo? Eso sentía a cada paso que daba. Fue impresionante el alivio que experimenté al notar que la atención no estaba sobre mí.
Dejé salir el aire que había contenido.
—Ese siempre está en cualquiera, ¿eh? —le murmuró una estudiante a otra, mientras pasaban caminando a mi lado. Pude notar que observaban detenidamente a los chicos sobre los que parecían hablar.
De manera automática regresé mi vista hacia los desconocidos, intentando descubrir sobre cuál de ellos se referían. Me arrepentì al instante, cuando el único castaño fijó su vista en mí.
Sacudí mi cabeza y me enfoqué en continuar mi camino.
Tras pasar unas grandes letras blancas que formaban Silver Study ingresé a la edificación. La recepción era completamente moderna, pero nada de lo que pudiese ver allí dentro me sorprendería demasiado. Había pasado horas husmeando en internet sobre qué encontraría al llegar; no quería ir sin conocer cada detalle y que algo me tomara desprevenida.
Cuatro chicas tecleaban detrás de cristales a mi izquierda.
Suponiendo que era el sitio a donde me enviaron, me senté frente a la única chica que se hallaba sin atender a nadie. Elevó la vista hacia mí con lentitud, como si lo hubiera hecho miles de veces y estuviera aburrida de ello.
—Buenas tardes. ¿Cómo está? —saludé. La chica no parecía querer contestar, pero me miraba con detenimiento—. Soy nueva, me enviaron...
Decidió interrumpirme.
—¿Me pasaría su tarjeta?
Asentí rápidamente, rebusqué la pequeña tarjeta de estudiante en mi bolsillo y, tras encontrarla, se la entregué. Ella la pasó por un extraño datáfono y luego centró su vista en la pantalla frente a ella.
—Mía Pepper. Diecisiete años. Uruguay —dijo sin tomar aire, volviendo a mirarme. Asentí —. Te asignaron el edificio AG03 y el apartamento número cinco— informó devolviéndome la tarjeta—. La directora general te espera en el tercer piso.
—Gracias.
No recibí respuesta.
Di un paso y me detuve para procesar la información.
Dirigí mi vista a las escaleras, repitiéndome mentalmente el número de piso en el que me esperaban, y mi número de edificio, y de habitación. La directora general me esperaba en el tercer piso. ¿En qué parte del tercer piso? ¿Sería todo el piso su oficina? ¿Debía buscar una puerta en particular?
—¡Ey! —Una voz llamó mi atención y volteé para contemplar a la dueña —. ¿Quieres que te acompañe?
Detuve mi vista en ella durante algunos segundos. Su acento era bastante neutro, así que —aunque traté— no pude deducir de dónde provenía.
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Meliflua
Mystery / Thriller¿Quién creería que un simple hashtag era lo suficientemente poderoso como para hacer que una escritora terminara cambiando su vida entera, solo para escribir una tonta historia de romance? Probablemente no Mía Pepper. Pero, sin conocer el amor, ar...