CAPÍTULO 12

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Parciales, parciales y parciales, era lo único de lo que se hablaba en los pasillos y lo que ponía a los estudiantes más ansiosos que de costumbre. A mí no me interesaba mucho, pero servía de excusa para huir de charlas importantes, o de escribir un libro que no me salía.

Observé mi celular desde mi bolsillo.

DETECTIVE ATRIO: La espero en la cafetería.

El timbre sonó informándome que las clases del día habían terminado, o al menos para mí. Dejé mi celular donde estaba, tomé mi mochila y a pasos largos salí del salón, intentando evitar la aglomeración de gentío lo más rápido posible.

—¡Mía!

La voz de Liam me detuvo, aunque por un momento dudé en frenar mi paso, en caso de que fuese una alucinación.

Llevábamos alrededor de cinco días sin hablar, y no por estar peleados ni nada, simplemente a él no le interesaba hacerlo y yo no quería molestar. Me volteé hacia él y lo descubrí abriéndose camino entre los estudiantes para llegar a mí. Lo esperé a un lado del pasillo mientras acomodaba mi falda.

El castaño avanzaba lento, con tranquilidad, y yo tenía que irme.

Llevaba la mochila colgada en un solo hombro y un único auricular conectado. Me gustaba pensar que caminaba al ritmo de su música.

Comencé a dar golpecitos con mi pie contra el suelo, esperando su llegada.

—¿Cuándo me darás tutorías? —fue lo único que pronunció.

Siempre tan directo.

Recordaba la última vez en la que intentamos eso de las tutorías y... no había salido muy bien, pero no tenía problemas con las segundas oportunidades.

—Hola —dije, intentando que entendiera de modales. No le interesó —. ¿Mañana en la tarde está bien? —contesté.

Él asintió, avanzó hacia el ascensor y yo hacia las escaleras.

El sonido de los relojes en cada nuevo piso me recordaban que un detective esperaba mi llegada. Me reuniría con él a espaldas de Emily, de Johann y, por supuesto, de Ann. No porque tuviera que ocultar algo, sino para no escuchar ninguna clase de reclamos, ni cuestionamientos masivos. Tampoco quería que me hicieran desconfiar de aquel hombre. Le creía.

Un traje beige, un periódico y lentes oscuros fueron lo que llamó mi atención al ingresar a la cafetería. Desencajaba, de seguro lo sabía. Comencé a avanzar en su dirección y al instante elevó la mirada hacia mí. Bajé la vista y leí el título de su periódico: journal. Estaba leyendo el periódico de Emily. Así deduje que estaba bastante al día en cuanto a los asesinatos, o al menos en cuanto al primero.

Me senté frente a él, depositó el periódico sobre la mesa y elevó una pequeña taza con ambas manos para acercarla a él mismo.

—Mía Pepper.

Tomó un sorbo y levantó sus lentes.

—Detective.

Me dedicó una sonrisa.

—Nacida el 12 de octubre del 2001, en Montevideo, Uruguay —dijo. Lo observé con atención intentando descubrir su punto —. Hija de Steve Pepper y Wendy Pepper, quienes son pintores y dueños de una galería. Hermana de Kyle Pepper, desaparecido. Publicó su primer libro a los trece años, y a partir de allí publicó otros cinco más con la misma editorial; tres de ellos best sellers. Fue criada en su casa y su talento fue descubierto por su institutriz, Ann Hamed, quien actualmente es su representante. Tuvo apariciones en programas televisivos como...

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