El profesor de literatura miró con molestia a la misma chica con la que acababa de discutir tres minutos atrás.
—Dije que hay que escribir sobre alguien. ¿Amas a alguien? Plantéalo. ¿Odias a alguien? Plantéalo. ¿Sientes curiosidad sobre alguien? Plantéalo. Solo les estoy pidiendo que me escriban sobre alguien, nada más. Debilidades y fortalezas, curiosidades, opiniones...
Golpearon la puerta del salón.
Miré a Liam, él estaba haciendo dibujos de rayos y fuegos en su pantalla, pareció sentir mi vista y me la devolvió elevando ambas cejas, esperando a que hable. Levanté los hombros hacia él, ante eso me sonrió y volvió su vista al aparato frente a él.
Un carraspeo del profesor nos devolvió a la clase.
—Las clases de hoy terminan por aquí—informó.
—Pero no llevamos ni...
—Yo solo les digo lo que me comunicaron —cortó el profesor —. Pueden irse.
Bloqueé mi tableta y me levanté en simultáneo con Liam. No me molestaba irme temprano de una clase, me preocupaba la razón, luego de que hubieran realizado el análisis psicológico. Podía significar cualquier cosa.
Aunque sonara egoísta, prefería que se tratara de un problema personal del profesor...
—Es por el suicidio de Melanie —murmuró una chica, a su compañera de banco.
Rápidamente contemplé a mi compañero de apartamento, esperando haber sido la única que había oído aquello, pero no fue así. Liam me miraba con cautela, pero se le veía algo alarmado.
Guardé mis cosas en la mochila y a pasos largos salí del la edificación, con el castaño siguiéndome el paso, pero sin detenerme.
Yo ya tenía ganas de llorar otra vez; deseaba que el rumor que acababa de oír quedara en eso, en un rumor.
El viento estaba bastante fuerte para esa época del año y sentía que me estaba haciendo la contraria para llegar a la oficina, me estaba demorando lo suficiente como para intensificar mi ansiedad y, entonces, Liam me sostuvo de la mano y decidí correr, él me siguió al instante, como si no fuese demasiado dramático.
Había una vibra extraña.
Al llegar a la oficina la puerta estaba abierta y los gritos de la pelinegra se habían oído hacía ya metros de distancia, lo que nos había confirmado todo, o al menos nos había desarmado lo suficiente.
Emily no formulaba nada coherente, era obvio que no era un reclamo a alguno de sus compañeros, solo gritaba, sacando algo de adentro.
¿También había sido mi culpa?
Mi interacción con Melanie dos días se estaba repitiendo en bucle en mi mente cuanto más me acercaba, era una forma de tortura en la que me decía a mi misma pudiste haberle devuelto la sonrisa, pero ya parecía ser tarde, como siempre.
Al cruzar la puerta contemplamos a la pelinegra con sus ojos llenos de lágrimas y arrancando todas las fotos e hilos de la pared, todas nuestras teorías. Sus compañeros de trabajo solo la miraban con los ojos llorosos, sin interponerse entre ella y su misión de destrozar todo.
Emily silenció sus gritos.
—Ella me salvó y yo nunca le devolví el favor —murmuró antes de apoyar su frente contra la pared y continuar llorando.
Me uní a las lágrimas, ¿a quién le podría gustar ver a alguien así de destrozado?
Me sabía su historia de amor de inicio a final, Emily solía contarla orgullosa, enamorada:
ESTÁS LEYENDO
Meliflua
Mystery / Thriller¿Quién creería que un simple hashtag era lo suficientemente poderoso como para hacer que una escritora terminara cambiando su vida entera, solo para escribir una tonta historia de romance? Probablemente no Mía Pepper. Pero, sin conocer el amor, ar...