P R E F A C I O

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Comenzaré siendo honesto: la primera vez que la vi me pareció patética.

Caminaba por las calles del internado con más dudas que aciertos y, aunque observaba todo con atención, tenía más miedo que cautela. Parecía que anhelaba pasar desapercibida, pero, de una forma u otra, siempre destacaba sobre los demás.

Estoy seguro de que nunca lo supo.

Parecía demasiado atenta a todo, pero tan perdida en sí misma a la vez; era inevitable observarla. Ella tampoco me dejó pasar desapercibido, ¿cómo hacerlo si era protagonista de un escándalo?

De todas formas solía obligarme a alejarme de ella. No la soportaba. Sus intentos por entablar una conversación hasta me sonaban desesperados. De hecho solía sentir la necesidad de no volver a estar con ella por algunos días o, si tenía suerte, nunca jamás. Aunque no tenía ninguna razón demasiado válida para justificar mi actitud de mierda, pero digamos que la escritora era un poco irritante. No se sentía para nada como un respiro del caos que arrastraba.

Más tarde la vi aterrorizada, perturbada, y por alguna razón, algo me dijo que la cuidara. Honestamente... no quise escuchar.

La sentía observarme en cada clase, analizarme y hasta escribir sobre mí en sus notas. Me era inevitable cuestionarme por qué le generaba tanta intriga; así que comenzó a generarme lo mismo. ¿Por qué alguien como yo le interesaría tanto a alguien como ella?

Ese tonto juego de curiosidades nunca fue del todo divertido.

No podía lidiar con su intensa forma de mirar; parecía que, con solo dos miradas, destapaba cada rincón oscuro de mi ser. Odiaba eso. ¿Cómo una chica tan inocente tenía tanto poder?

Pero, queriendo alejarla, se hundió a fondo en el peligro, y supe que no tenía salida de su sonrisa, aunque a veces me costaba asumirlo.

Solo cuando estábamos a solas sentía que nada le iba a pasar. Sentía que nadie podía hacerle daño si yo estaba ahí mientras ella hablaba de constelaciones. Se había vuelto mi universo personal y sabía que ella también se merecía su propio universo, que yo solo era un poco de materia perdida en su historia, pero era demasiado egoísta como para permitirle descubrir que yo no era para tanto.

Era un cambio enorme, pasar de estar con alguien que solo te quiere por compromiso a estar cerca de alguien que quiere descubrir cada rincón de ti. ¿Por qué me hubiera gustado alejarme? Parecía lo único que me hacía bien entre tanta mierda.

Sí, hablaba mucho, pero llenaba cada espacio de mi mente.

Y, entonces, cada vez que la besaba, me convencía de que los finales felices se podían tornar reales. Mi existencia estaba tranquila cuando se conectaba con la suya y las galaxias parecían encontrarse entre nuestros labios. Sé que suena raro, pero sus besos se tornaron una magia indefinible...

La vi tan rota...

La vi en pedazos y quise reconstruirla. El problema estaba en que solo sabía romperla.

MelifluaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora