GINÉSVolver a España en una guerra interna regida por la conmoción de todo lo que había pasado en Grecia, en un período extremadamente corto de tiempo, no era lo que más entusiasmo me proporcionaba. Todavía no había recibido la explicación de afirmar que la persona que me crió no era realmente mi padre y que toda mi vida había sido, sin exagerar, una farsa, podría suponer una decepción en mi conciencia y en mis recuerdos, pero por más agudo que fuera el dolor, tenía sentido el porque sentía tan lejano a mi supuesto padre, y porque cada actitud de él despertaba más mi curiosidad y mi confianza continuaba desvirtuándose en el correr de los días.
Pero, dolía con fuerza en el esternón. Todos los sucesos comenzaban a ordenarse y recordar cualquiera aumentaba mis ganas de exasperar un grito en la almohada y encerrarme en la habitación.
Parecía una ironía enterarme que tenía un padre falso, después de saber que en un par de meses yo tendría que llevar el cargo de padre.
Las estatuas en la residencia de la casa aumentaban mis deseos de llorar, todo se había apagado y volver a casa suponía enfrentarme a una mentira o a una verdad, como en verdad había sido todo este último año.
—Ginés, cielo, hemos llegado.—El melifluo susurro de mi madre provocó un forzoso movimiento de cabeza, rozando ligeramente la ventanilla del coche.—Sé que duele, pero las respuestas las tendrás en nada, tenemos que apurarnos.
—No, no tienes una idea de lo que se siente, mamá. Literalmente, me pasé la mitad de mi vida sin padres reales, más allá de que sigas viva físicamente.—Murmuré, sintiendo algo parecido a una lanza clavándose en mi pecho.—Estoy harto de que me digan que todo se va a terminar, que tendré las respuestas en nada, estoy cansado de esperar cosas que no llegan.—Susurré, con un suspiro audible reflejando el estado de mi voz, como si fuera un objeto de porcelana rajándose.—Ahórrate las disculpas, no las quiero, no estoy enojado contigo, te entiendo y entiendo que te hayas ido.
—Bien, tienes razón en todo lo que dices. ¿Te pongo al tanto yo de la verdadera historia o prefieres desmontarla tú solo?
—Cuéntamela tú, dejemos de alargar esta agonía.
—Vale, ¿recuerdas el día de la feria?—Asentí, abrazándome con pesar a mi chaqueta.—Antes de volver, os llevé a los tres a comprarse un helado y recordarás que al volver habíamos perdido a papá y nos hemos recorrido la mitad del parque buscándolo...bueno, ahí se lo han llevado.
—¿A dónde?
—Lo han llevado a la muerte, lo han fusilado a sangre fría.—Confesó en voz baja, fijándose en que las cámaras de seguridad no nos viesen. Comenzando a caminar con rapidez, nos dirigimos a la entrada de la casa.—Me ha llegado la carta de defunción días después, pero seguía estando alguien igual a él aquí.
—¿No pudiste decírnoslo? No te digo en ese momento, pero cuando nos volvimos más grandes podrías haber avisado, hubieras ahorrado mucho daño.
—Lo sé hijo, lo sé. Pero cuando llegó la carta, tu padre parecía buscar un papel importante, y le he oído murmurar cosas sobre la carta, buscaba quemar ese certificado a toda costa y sé que ha quedado aquí y debe estar buscándolo.
—Vale, entiendo. Buscamos la carta y luego, ¿qué? ¿Quién está detrás de todo este acto psicópata?
—Tu padre tenía un hermano gemelo, pero han dejado de llevarse luego de la muerte de tu abuelo por la repartición de bienes y los terrenos, ha querido quedarse con todo y sacarle el apellido a tu padre. Esta persona siempre ha tenido rencor de no ser el primero porque tu padre era más grande, y se ha vuelto un completo adicto a tener todo lo que se le pase por la cabeza, quería los bienes que supone un mandato, y al tener la mente retorcida ha buscado la forma de quedarse con todo.
—Matando a su propio hermano y haciéndose pasar por él, es que no me lo creo de verdad. Tiene sentido porque jamás sentí a papá como un padre luego de eso, que rabia vaya.—Golpeando con la punta de la llave la cerradura de la casa, me estremecí al sentir el ruido del metal resonando a lo lejos.—Pero, ¿hay forma de condenarlo y recuperar lo que nos pertenece?
—Sí, necesitamos la carta y sus documentos están en la caja fuerte. Con eso basta para mostrar que él es un farsante.
—Irá a la cárcel, esa basura no estará caminando por mi ciudad como si nada, luego de haberse cargado a mi padre, joder.—Abandonando el estado de tristeza y melancolía, adopté uno más próximo a la furia.—¿Y tú por qué te has ido?
—Descubrió que sabía lo de la carta, me lo ha planteado sutilmente y obviamente que se lo he negado, pero empecé a recibir amenazas de que si no me piraba de aquí los mataría a ustedes y sé de lo que era capaz.—Desactivando rápidamente la alarma, guardé silencio pensando en la ubicación de la caja fuerte.
—¿Y cómo has llegado a estar atada en un castillo de hielo?
—No sé, me he ido a dormir y al despertar me encontraba ahí, horas más tarde te has aparecido y luego de cruzar el túnel aparecí en los establos, así que dime tú que hacías allí.
—Tengo mucho que explicar a raíz de eso, pero en resumen, Brunella y yo somos la reencarnación de una leyenda que abarcaba a papá y a su madre, y hemos terminado en Grecia descubriendo todo nuestro linaje, y hemos tenido un encuentro con la diosa de la venganza. Por eso es que has aparecido ahí, una especie de sendero.
—No lo pillo, dilo más despacio por favor.
—Sígueme.—Pedí, metiéndome en un cuarto luego de abrir la puerta oculta en las escaleras.—Este compartimento lleva al despacho de papá, su caja fuerte está aquí, siempre nos escondíamos con Jimena aquí.—Carraspeando con la garganta, tomé la linterna del suelo para prenderla.—Mira, la diosa se ha metido en el cuerpo de Brunella y rigiendo por la venganza casi apuñaló a su madre, contigo pasa eso, eres el cebo para que a mí se me active la chispa de la venganza a ciegas y cometa cualquier locura.
—¿Y por qué estás tan calmado?
—No sé, no tengo los ánimos suficientes para hacer nada, y confío en que por una vez, las cosas se den. ¿Dónde tienes la carta?
—En el despacho, tú busca en la caja fuerte y yo busco la carta.—Ordenó, luego de haber movido el pasadizo de la biblioteca pegada a la esquina derecha del despacho.
Haciendo algo de memoria, recordé que la caja fuerte se ocultaba detrás de una entrada para cargar los dispositivos, el enchufe puesto detrás del escritorio estaba trabado.
—¿No tienes una de estas hebillas invisibles, madre?
—Ten.—Extendiendo el objeto, volvió su vista a uno de los cajones cerrado con candado.
Abriendo la trampilla de la caja fuerte, me quedé en seco al ver los dígitos, eran cuatro números, pero las combinaciones eran inmensas. Sin embargo, una única idea recorrió mi cabeza, la fecha de la muerte de mi abuelo.
Poniendo el código, esperé atentamente a ver el resultado.
Bingo.
La documentación estaba allí, y mamá había dado con la carta.
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leyenda; walls
FanfictionL | cuando las almas prohibidas se junten, se producirá una conexión que arrasará con todo lo que toque, incluido dos pueblos o las barreras de su amor.