BRUNELLA.
El coche marrón aparcado sobre el cordón de la vereda en la residencia de mi mejor amiga parecía significar el fin de una era y el comienzo de otra. Al menos, así lo describía Astrid.Terminando de beber el jugo de naranja, volví a dejar el vaso sobre el mostrador una vez lavado. Carraspeando una débil queja con la garganta al golpearme contra la madera de una de las sillas, volteé a ver a mi mejor amiga casi por última vez.
—¿Falta algo más?—Pregunté al verla aproximándose a mí. Negó, moviendo la cabeza y se dispuso a apoyarse contra el marco de la puerta resoplando con anhelo.
—No, no se trata de eso. Es simplemente la parte más aterradora de esto, despedirse.
—No es un adiós, es un hasta que volvamos a vernos.—Sonreí a medias, ninguna quería dar el brazo a torcer, ninguna quería perder a la otra.
Era verdad también que últimamente nuestra amistad estaba algo desvirtuada y no estábamos todo el tiempo en un contacto constante, pero nuestro cariño siempre sobrepasó esas barreras. Porque mientras haya amor, el tiempo y el cómo no importan, volvíamos siempre la una a la otra.
—Creo que me aterra empezar de cero en otra ciudad, volver a hacer amigos, el estudio, acostumbrarme a todo eso.—Dijo luego, despeinando mi cabello.
—No estarás sola, tendrás a Javier y estoy segura de que harás amigos rápido.—Haciendo una seña con los dedos, saqué una tira de fotos que habíamos hecho la última vez en una cabina fotográfica.—Con esto sí que nunca estarás sola.
—Te extrañaré un pelín más de lo que debería, pero solo un poquito.—Rió, tomando la foto para mirarla con una sonrisa brotándole del rostro. Ninguna de las dos lo aceptaba pero teníamos la respiración congestionada y realmente no faltaba mucho para vernos al borde del llanto.—Dime que no te irás de su lado, se necesitan para soportar eso, si es que es verdad claro.
—Ni siquiera sé si es real, y me juego a que no lo sea. Porque de ser verídico otro aprieto más nos encerrará en sus brazos y yo no doy para mucho más.—Rodé los ojos, y aunque ella no lo haya visto, suspiré en silencio.—¿Venderán la casa?
—Ya está vendida, en verdad papá se irá a la casa de su madre mientras mamá y yo seguiremos en Madrid hasta nuevo aviso. Que igual me vendrá bien para la carrera de periodismo y tal, pero es complicado.
—No me imagino mudándome a otra ciudad.—El pitido del auto fuera nos sacó de la conversación, sabiendo que terminaría prontamente, y vendría la parte difícil.
—Debemos irnos, tristemente no podemos quedarnos eternamente en esta conversación.—Ambas nos levantamos de donde estábamos apoyadas anteriormente, a ésta altura ya no importaba lo de afuera ya que los sollozos se hacían presentes por si solos.—Ven aquí pichona, que no me iré sin abrazarte.
Reí por lo bajo, aunque el sonido parecía más un hipido entrecortado. No quería decirle adiós a los momentos que quedaban, pero no podía hacer más que pensar en el bienestar de su familia.
Y en mi cabeza apareció la mía, un intento de familia perfecta que no terminaba de encajar.
—Cuídate muchísimo, me paso por Madrid en estos días para verte. Te quiero, y espero que te vaya bien.—Nuestro abrazo fue algo tan etéreo que parecía irreal, dolía soltarme de sus brazos y sabía que el sentimiento era mutuo.—¡Dile a Javier que sea bueno o se comerá una hostia!—Grite lo último antes de verla subir al coche maldiciendo, mientras lanzaba un beso al aire.
ESTÁS LEYENDO
leyenda; walls
FanfictionL | cuando las almas prohibidas se junten, se producirá una conexión que arrasará con todo lo que toque, incluido dos pueblos o las barreras de su amor.