quince

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BRUNELLA:

—Hagan algún amarre, o pongan algún crucifijo por las butacas del estadio..vale no, las estoy vacilando, pero deseénme suerte.

Mis dos mejores amigos rieron junto a mi luego de la imitación barata de Javier antes de cualquier batalla, mientras que éste último nombrado me codeaba levemente.

—Discúlpadme pero, ¿Habéis visto a Ginés? Hemos bajado del autobús y parece que se ha esfumado.—Preguntó Manel un tiempo después, entrando al rincón en él que estábamos.

—No tengo idea, perdona colega.—Respondió Astrid para luego darme una mirada de complicidad, o quizá me estaba poniendo a prueba.—¿Tú sabes algo? 

—¿Por qué habría de saberlo?—Pregunté, llevándome las cutículas de mis uñas a mis labios para morderlas.

—Dímelo tú, que has estado a solas con alguien a quién supuestamente no soportas.—Comenzó a analizar contando con sus dedos, mientras que Javier le hacía una seña a Manel para que se fuera, por ende éste se despidió con un ademán de manos.—Y creo qué se han besado.

—Apuesto a que han estado cerca de que algo pasara, a mayor escala.—Sumó Javier a su teoría bastante improvisada.—¿O me equivoco?

—Bueno, puede que..—Titubeé, con alguna risa nerviosa de por medio.—Puede que quizá lo haya besado, y es falible decir que tal vez me gustó hacerlo.

—Por fin.—Dijo Astrid comenzando a aplaudir por unos segundos sobre los hombros de su pareja.—A ver, ¿para cuando el casamiento? 

—Si van a ponerse a hablar de eso, pues me voy.—Insinuó mi mejor amigo mirando la hora en el reloj azulado de la pared.—De todos modos debo irme, pero apruebo la idea del casamiento eh.

—Déjate de estupideces y ve arriba, suerte.—Me acérque a abrazarlo, llevando mis manos a su cabello para acomodarlo apenas. Al volver a mi posición anterior, Astrid también se despidió de su pareja con su típico saludo.

Bastante tonto de mi parte admitirlo, pero hubiera estado feliz de poder desearle suerte a Ginés, o al menos intentar recordárselo, porque sí, estaba al tanto de sus ataques de ansiedad y algunos ataques de pánico que podía tener, y en lo que podía terminar. 

—No la necesito, recuerden que llevo el big bang dentro.—Y sin más, salió de la habitación.

—Cuéntame, algo te está incomodando.—Dedujo nuevamente mi mejor amiga, tomando una de las butacas del staff, para previamente sentarse en ésta.—Soy tu confidente, a mi no me engañas.

Reprimí una de incomodidad, o algo parecido a esto luego de escuchar tales palabras, todavía me sorprendía como lograba conocerme y saber lo que estaba pasando por mis pensamientos sin habérselo dicho antes. Giré mi cabeza, escuchando sus próximas palabras: 

—Te has incomodado en medio del beso, o quizá después...pero algo te está preocupando.

—¿Cómo es que me conoces tanto?—Enarqué una ceja, mientras hablaba con un tono dubitativo en el tono, y tomaba asiento frente a ella tomando otra de las copias de las butacas qué la organización solía traer.

—Soy la persona a la que más confianza le tienes, te conozco, ahora deja de dar vueltas y escúpelo.

—Está mal lo que sea que haya pasado, no podemos hacer eso y lo sabemos bien, estamos incumpliendo las reglas.—Vociferé con algo de temor, golpeando el cuero de la butaca de a ratos.

—¿Tú crees que en la vida no se incumplen reglas?—Volvió a preguntar con cierto tono de voz pausado.—Si crees eso está bien, pero no es un pensamiento real.

leyenda; wallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora