BRUNELLASi había algo que odiaba con mi vida de mi habitación, era la ubicación de mi ventana ergo la ubicación de la cama en donde dormía.
Era un ambiente bastante confortable, y estaba diseñado para darle forma a mi manera, sea por el color de la pintura agua marina que tenía, o de la distribución constantemente cambiante de los muebles.
Pero, cuando despertaba bien por la mañana siempre era culpable el sol por los rayos de sol que emanaba directamente a mi cara.
Una vez que suspiré por despertarme, me levanté para ir al baño y tener mi rutina de la mañana, sin olvidar que debía bañarme.
Mientras terminaba de ponerme las botas, -las más usadas que tenía, y las que más vestían al negro azabache de mis prendas.-, mi vista se fijó en un peluche relativamente pequeño, escondido entre las colonias del ropero.
Volví a mirarlo con más atención, dándome cuenta de que era el regalo que más apreciaba por parte de mi ex mejor amigo, antes de que pasase todo lo que había pasado en la época veraniega de nuestra infancia.
El celeste se adueñaba de la forma del oso de peluche, con un corazón en rojo en las manos titulando algo así como te quiero, los típicos regalos que las parejas se hacen en pleno San Valentín.
Pero nosotros lo habíamos conseguido en una feria, ese día las estrellas nos acompañaba, los astros nos guiaban.
Trataba de canalizar todos los pensamientos que pasaban por mi cabeza, extrañaba mi vida de pequeña, salir de casa para jugar en la calle con mi mejor amigo, y correr por el centro de la mano de mi abuela.
Pero la llegada de la adolescencia, la que a ambos se nos había adelantado por las responsabilidades que conllevaba ser parte de la realeza, lo desmoronó todo.
—Veo que ya te has despertado.—Mi madre entró en mi habitación, irrumpiendo, con la postura firme. Obligándome a correr la mirada de donde la tenía puesta anteriormente.—Tu hermano ya ha vuelto, vamos a buscarlo al aeropuerto, y debemos ir al parlamento.
—¿Se puede saber para qué?—Cuestioné con interés, que mi hermano hubiese vuelto de la nada era bastante raro, pero dejé de pensar en eso al ver a mi mascota correr escaleras arriba para saludarme.
—Abriremos una especie de centro recreativo, qué va a ser el único que abarque ambos estados de Murcia.—Abrió la puerta de casa, y asegurándome de que mi mascota hubiese quedado adentro, salí afuera.—Y ambos deben estar, porque has visto que ambos son herederos al trono.
—Si fuera por mí, ya se lo hubiese dejado a él hace tiempo.—Me defendí, subiéndome al auto.—Pero tú no me dejas.
—Es tu deber por ser de la realeza, cariño.—Dirigió su vista al volante, comenzando a conducir.—Ah, de todas formas, el acceso a ese centro estará restringido, y se separará en dos campos.
—Osea..lo han hecho para absolutamente nada.—Deduje, conectando mis auriculares al teléfono.
El silencio se formó entre ambas, lo que me beneficiaba para ponerme a escuchar música y mirar el paisaje, ergo hice esto mismo, esperando llegar a destino.
El parlamento, —al que habíamos llegado al cabo de casi una hora, entre buscar a mi hermano y el papeleo que esto suponía.—, estaba totalmente lleno de periodistas, de críticos, y de otros trabajadores para los medios de comunicación.
Cosa que era lógica, teniendo en cuenta que los departamentos de Samantina y Besella iban a tener algo en común para ambas partes de la población, cosa que no se había visto antes.
Después de que los escoltas de la policía hayan venido a intervenir con el forcejeo del público para notas o alguna que otra cosa por el estilo, los tres ingresamos por la puerta principal a la especie de sala de espera que había dentro de la parte privada del parlamento, encontrándonos con la familia Paredes.
Jimena también había vuelto. ¡Claro! ¿Como no había podido pensar en ella si junto con mi hermano estudiaban en Argentina?
—¿Como habéis estado todo éste tiempo? Seguro que no se les ha echo fácil lidiar con sus padres.—Exclamó Joan, adaptando la típica postura erguida de los Altamirano.
—Una mierda, en verdad.—Contestó al instante Ginés, en un hilo de voz.—Qué va, qué es jodido soportar el pelo del trono sin mi hermana al lado.
Fruncí el ceño, enmarcando una de mis cejas. —¿Justo tú vienes a ponerte tierno? Bua, que no me lo creo.
—Joan, Jimena, venid conmigo.—Aparecieron mi madre y el padre de mis contrarios, elevando la voz apenas.—Ustedes quédense aquí, y no hagan nada malo, no incumplan ninguna regla.
Habíamos quedado solos en medio de una sala, y suponían que no romperiamos ninguna regla. ¡Ja, ilusos!
Además, probablemente era notoria en varios aspectos la tensión que ambos teníamos, y dejarnos solos en un lugar donde no había nadie que lo cuidara, traía sus riesgos.—Si supieran todo el trabajo que tenemos por detrás, hasta se sorprenderían de nuestra capacidad de atención.—Oí como comenzaba a hablar, ahogando un suspiro.
—¿Se lo has contado a tu hermana?—Pregunté con incertidumbre, le tenía aprecio a su hermana pero no sentía que debía saberlo, era mejor guardarlo entre pocas personas. Éste nego con la cabeza, haciéndome soltar una mueca de tranquilidad.—Bien, dejémoslo así, Joan tampoco lo sabe.
—Papá se ha enterado que faltan libros en su bodega.—Dicho esto, palpó al lado del sillón en donde estaba apoyado, tensando su mandíbula.—Y ha venido a mi habitación a revolver todo mientras yo no estaba.
Algo más había pasado, no reaccionaría con estos modismos si fuese algo tan firme como revolver entre sus cosas.
—¿Y lo ha encontrado?—Pregunté rápidamente, empezando a contemplar algo de miedo.
—Por fortuna no, ha quedado en manos de Javier.—Respondió, tranquilizándonos a ambos.—Aunque se le ha ido un poco la olla.
—¿Qué ha hecho?—Moví unos centímetros la posición de mi cabeza, mirándolo por encima de su nariz.
—Ha soltado un par de blasfemias, y insinuó con castigarme y tal.—Sonrió con dificultad rascándose el cabello, mentía.—¿Puedes darme un abrazo?
—Sí, qué va.—Extendí mis hombros, y cuando lo tuve un poco más cerca, lo atrapé entre mis brazos, aprovechando para acariciarle el cabello.—Ya está cielo, ya pasó.
El abrazo era lo único que necesitábamos para unir nuestra piezas rotas.
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leyenda; walls
FanfictionL | cuando las almas prohibidas se junten, se producirá una conexión que arrasará con todo lo que toque, incluido dos pueblos o las barreras de su amor.