OMNISCIENTE9 DE JUNIO- 2020
Ginés, impaciente, muerde una de sus uñas sin hacerse demasiado daño. Su madre viste un vestido negro que le recae sobre las piernas, los tacones son lo único que se escucha en el cuarto. Ha perdido todo conocimiento de esas acciones desde el fin de su niñez, pero se siente como en casa. Su primogénito varón está sentado en sus piernas, él juega con las pequeñas manos del infante mientras deja salir una casta risa totalmente embelesado. Tiene las emociones a flor de piel, pero está mas seguro que en su casamiento.
Por otra parte, Brunella está en el cuarto de al lado, sola. Siente unos golpes en la puerta, su hermano está del otro lado con una sonrisa inocente, tiene una valija de maquillaje en las manos sin saber para que sirven. La heredera al trono ríe ligeramente, se sienta en uno de los sofás esperando a las maquiladoras, que son las mismas que en su boda. Saca el vestido de la funda, se siente casi igual que en su casamiento. El vestido no es muy llamativo, es una reversión del vestido que su madre ha usado en el mismo día, pero no está para nada incómoda. Su hija lloriquea en la canasta, tiene hambre. La madre de los Altamirano se presenta en el cuarto, entra sin decir mucho. Alimenta a su nieta con un biberón y cuando logra calmarla, posa sus manos en el vestido de su hija, suspirando alegremente, pero comprendiendo el estado de intranquilidad que presenta.
Brunella tiene la esperanza al igual que en su casamiento, de que llegue una presencia inesperada. Ella siente un nudo en el pecho al saber que no ha ido con él al altar, pero no abandona la esperanza de que vuelva a contactar con ella, o a felicitarla por alguno de sus triunfos de estos meses.
Las maquilladoras llegan, al igual que la fotógrafa minutos más tarde. Todo es demasiado igual a su casamiento, pero a la vez no. No sabe cuál es la diferencia, aún.
-Estamos ante la futura gobernadora, mira nuestra suerte Flor.-Bromea la pelirroja, con un aspecto más relajado llenando de confianza el ambiente.
-Es todo un honor, mi señora.-Replica la más baja, haciendo reír a la española sacándole un poco de presión por momentáneos segundos.-¿El maquillaje que hablamos, verdad?
-Ese mismo, queda bien con el turquesa del vestido.-Contesta la heredera, siente un cosquilleo tonto al ver un mensaje de Ginés en la pantalla.
Oye, te extraño. Me muero de ganas de verte.
Se muerde el labio inferior respondiéndole con ligereza y aparta el aparato, dejando que las dos especialistas se encarguen de ella. No tiene idea del peinado que le harán, pero sabe que está en buenas manos. Cuando dejan que abra los ojos, la fotógrafa aprovecha para retratar la impresión de la muchacha, Brnella se ve al espejo, no se ha puesto el vestido pero sabe lo bien que congeniará todo, suspira conforme y con ayuda de las chicas coloca la prenda en su cuerpo.
-Las llamaré cuando tenga algún evento, tenéis talento.-Halaga ella, las muchachas no evitan un leve sonrojo en sus mejillas.
El anillo bañado en oro reluce en el dedo índice de su, ahora, esposa. Ginés la mira sin ser muy directo cuando sale de su habitación bajando las escaleras, apoyado en una de las columnas del patio, sabe que en menos de quince minutos la verá brillar frente a toda una multitud y está seguro de que su mandato será bueno, pese a las dificultades que puedan ocurrir. Brillarán juntos, como siempre lo ha sido.
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leyenda; walls
FanfictionL | cuando las almas prohibidas se junten, se producirá una conexión que arrasará con todo lo que toque, incluido dos pueblos o las barreras de su amor.