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BRUNELLA:

El programa de cocina que estaba emitiéndose por el canal oficial de España terminó llevándose consigo mis pocas ganas de salir de casa. En estos momentos deseaba quedarme en casa tratando de recrear la receta que habían hecho hoy, pero la suerte nunca estaba a mi favor.

Ser la hija de la alcaldesa de la ciudad tenía sus beneficios, eso era lógico, pero me molestaba un poco el hecho de tener que acompañar a mi progenitora a dónde sea que fuera. Pero de cualquier modo, siempre terminaba encontrándome con Ginés Paredes, ese rubio que logró tenerme a sus pies por varios años.

Él era el hijo de el gobernador de Samantina, uno de los mejores puntos turísticos de la región en la que vivíamos, sin estar exagerando poseía su mejor atracción en la plaza principal, con una fuente traída desde la antigua Grecia junto a varias esculturas. Pero de todos modos, los habitantes de Besella no podíamos pasar la barrera, lo habíamos tenido prohibido desde mucho tiempo atrás. Nunca había podido dar con una respuesta certera que explicara el porque de esta situación.

Volviendo al rubio, en su ciudad se lo conocía bajo el seudónimo de el chaval que tiene a todas las tías atrás de él, también se lo solía llamar como el rubio sin modales, el rebelde o hasta incluso el mujeriego. Pero conmigo siempre se había comportado como un chico realmente educado, temas de la élite probablemente.

Después de escuchar la bocina del chofer sonar, me apresuré para ponerme las botas, mientras agarraba unas cosas de último momento, además de la mochila con la ropa para la noche. Era probable que la reunión durara varias horas, y era mejor estar preparada.

-¿Puedes decirle que deje de tocar la bocina de una bendita vez?-Resoplé, luego de trabar con fuerza la puerta.- Me estresa una ostia.

-Cuida tu vocabulario, Brunella.- Respondió mi madre, mientras sacaba un sobre de color rojo de su cartera.- Supongo que saldrás con tus amigas, así que ten éste dinero por si las dudas.

Me ponía mis auriculares soltando un suspiro casi inaudible, mientras seguía pensando en qué probablemente había cumplido el sueño de la mayoría de tías de la zona.

Varios minutos después habíamos llegado a la casa de Gobierno de la ciudad vecina. Noté algunos cambios en la ciudad, habían corrido un par de metros la fuente, y habían puesto varias bancas blancas alrededor del parque principal, junto con comederos para animales de la calle.

Una vez que descendimos del auto, Ginés, junto a su padre, estaban en la puerta sonrientes. Creo que en mi vida había visto sonreír al primer nombrado, pero su sonrisa era linda.

-Bienvenidas, siempre es un placer recibirlas aquí.-Mamá se adelantó, quedando ella junto al mayor de los paredes, mientras que Ginés y yo quedábamos atrás, y era algo bastante incómodo.

La casa de Gobierno era más grande de lo que recordaba, o había sufrido mejoras. Ahora tenía una habitación que parecía una sala de estar, y tenía unas luces más tenues, que la hacían destacar más de la mayoría de habitaciones.

-¿Podéis quedaros aquí mientras nosotros buscamos las fotos y los documentos allá?-Su padre señaló una puerta de color marrón, ambos respondimos que sí con la cabeza y nos sentamos en los sillones.

-Me gusta tu funda de celular, tienes buen gusto.-Dije unos minutos más tarde, tratando de buscar algún tema de conversación, no recordaba que fuera tan difícil poder entablar un diálogo con él.

-¿Lo dices enserio? Que va tía, no mientas en eso.-Negué y su sonrisa apareció un poco más apagada que antes, pero estaba ahí.-Pensé que era el único al que le gustaba. Tu funda es... algo rara, pero me gusta.

En realidad no me causaba nada su funda, pero me gustaba hacerlo sonreír. Al fin y al cabo su sonrisa era de las cosas más valiosas.

-Que va Ginés, no es linda en lo absoluto. Que gustos de mierda tienes.

-¿Cómo te ha ido en el colegio? He perdido el contacto con todos desde que me fuí.-Reí amenamente, si supiese que ahora lo estaba cursando mediante clases virtuales y no presenciales.-Supongo que bien, no hubieses ido a Argentina si no fuera así.

-¿Cómo has sabido eso?

-Pues lo has subido a tus redes, y lo he visto.-Rodé los ojos chasqueando mis dedos y él levantó sus hombros.-¿Tiene algo de malo?

-Creo que no, igualmente podríamos dejar de hablar de mí por favor. ¿Como has estado tú?-Desarmé la coleta que me había hecho tiempo atrás con mis dedos, para jugar con mi pelo mirándolo de a ratos.

-Bueno pues, nada muy distinto. En plan, lo de siempre: salir con amigos y algunas tías de por ahí.

-¿Has estado con muchas tías?

-Qué va tía, ¿en que momento esto se ha convertido en una puta charla de mi intimidad sexual?-Volví a reír, todavía conservaba esa chispa de humor negro.

-Vaya macho, nunca he hablado de eso. Lo decía en plan, sí has plantado cabeza con alguna.-Dicho esto, sus mejillas se habían tornado de un rojizo, resaltándole sus pecas y parte de su acné gracias también a la luz del sol que entraba en la habitación.

-Pues con ninguna, la tía que me mola ni me mira.-Pasó una mano por su cabello, para después quitarse su hoodie de color azul..- ¿Hace calor o sólo soy yo?

-¿Eso puedo considerarlo cómo una indirecta?-Pregunté mirándolo fijamente, él solo suspiró cruzándose de brazos.

-Tómalo como te plazca tía, pero realmente está caluroso. Cambiando de tema, ¿has estado con muchos chavales tú?

-Esas cosas no me van Ginés, creo que en la escuela te había quedado claro.- Ambos reímos al recordar mi último incidente con mi ex pareja.-Tengo que admitir que tu presencia en la escuela hacía falta en un principio.

-¿Me has extrañado entonces?-Negué sin darme cuenta, mientras que él ladeaba su cabeza estirándose a buscar los controles de la consola.-¿Quieres jugar al Fifa?

-Siempre termino ganándote, pero me mola ganarte una vez más.

-Eres realmente impresionante, sin embargo voy a terminar ganando yo.- Habló en un tono competitivo, pasándome uno de los controles.

-Vas a terminar tragándote tus palabras, rubio.

-Ya veremos Brunella, ya lo veremos.
















q onda la bandaa.

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