Capítulo 47

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Un beso, tras otro, tras otro... Por toda mi cara.

—____... 

—Hmmm... —yo me retuerzo.

—____...

—Hace frío —me quejo, y metiendo todo mi cuerpo bajo las mantas, me pego a su cuerpo, abrazándolo.

—Levántate, venga... 

—¿Por qué? —le digo en un gimoteando—. ¿Qué hora es?

—Es mi cumpleaños —abro mucho los ojos.

Me quedo quieta, tan solo unos instantes, hasta que saco mi cabeza de debajo de las sábanas y lo miro a los ojos con una mezcla entre seriedad y sorpresa.

—¿Qué?

—Quiero llevarte a comer hoy —me dice con una sonrisa.

—¿Cómo que tu cumpleaños? ¿Y me lo dices ahora?

—No quise contártelo antes porque no quería  que te molestaras en hacer nada.

—¡Pero no hubiera sido ninguna molestia! —digo haciéndole un puchero, y subiéndome sobre él—. Ahora no tengo nada para regalarte... 

—Yo no necesito que me regales nada, ____ —me dice abrazándome por la espalda.

—Oye... 

—¿Qué? —su voz es dulce.

—¿Y cuántos cumples? —le pregunto con una sonrisilla.

—Muchos —responde acariciando con un dedo mi espalda.

—Treinta y seis.

—Treinta y cinco —me corrige.

—Pensé que tenías veinte más que yo —le digo.

—Y los tendré el resto del año y hasta tu cumpleaños —dice él—. En la teoría, nací veinte años antes que tú.

—Entonces.... —empiezo a hablar—. Cuando yo sea una jovenzuela de sesenta años, tú serás un anciano de ochenta y tendré que cuidar de ti... —le digo.

—¡Cállate! —me empuja de encima de él, haciéndome caer sobre el colchón de nuevo, y yo me río.

—¡Qué era una broma! —digo, e intento subir de nuevo a él, pero no me deja.

—Espero morirme antes de ser una carga para ti —dice levantándose de la cama.

—¡No digas esas cosas! —digo sentándome.

—¡Cuando tengas mi edad yo tendré casi sesenta años!

—¡Qué te calles! —le grito, lanzándole un cojín a la cara, pero él lo atrapa sin problema, y se acerca de nuevo a la cama.

Apoya ambas manos en el colchón, con su cara cerca de la mía.

—Ducha —me dice, y me da un beso corto en los labios, antes de separarse de nuevo de mí para salir de la habitación.

Yo suspiro y me acuesto de nuevo en cama, a pesar de que soy consciente de que tengo que levantarme, y después de estirarme completamente, con los brazos por encima de mi cabeza, me pongo en pie, tan rápido que me mareo. Me quedo quieta unos instantes, hasta que vuelvo a ver con claridad, y camino hasta el armario.

Lo primero que hicimos al llegar fue organizar el armario. Levi sacó toda su ropa, y la dobló de forma que también entrara la mía, cada una en su lado, y todo perfectamente ordenado. Voy hasta el baño; eso fue lo segundo que hicimos, organizar las toallas, los geles, jabones, cremas... Me ducho rápido, aunque no me guste tardar tan poco, y cuando acabo de prepararme y salgo del baño, algo huele a quemado. 

La oportunidad de besar tus labios (Levi y tú) [ COMPLETA Y EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora