Capítulo 49

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Sí que tarda, y mucho. El coche de caballos debería estar a punto de llegar, y ella todavía no ha bajado.

—¡____! ¿¡Te queda mucho!? —vuelvo a gritar.

—¡No! —me responde, por vigésima vez en la última media hora.

Quiero subir hasta la habitación a buscarla, pero me ha pedido que no lo haga, así que me resigno y continúo esperándola, aunque por suerte esta vez no mucho más. Cuando escucho sus pasos por la escalera, me levanto del sofá para ir hasta ella.

—Por fin... Vaya... —me quedo mirándola, sin saber muy bien qué decir—. Vaya.

—¿No te gusta? —me pregunta, torciendo el gesto.

—Yo no he dicho eso —me apresuro a decir—. Pero sí que es... Raro —no sé si me expreso bien, y no quisiera que ella me malentendiera.

—¿Me hace mayor? —pregunta, y entonces es cuando me doy cuenta.

—¡Sí! —repaso su figura cubierta con la tela negra, la gargantilla en su cuello lleno de marcas, sus labios pintados de rojo—. Es exactamente eso. De pronto parece que tienes más de veinte —es una afirmación, pero se me escapa un ligero tono de duda—. Es extraño, pero no malo —ella solo sonríe—. Bueno, el coche de caballos no ha llegado aún, pero tiene que estar al caer, así que toca esperar un poco.

—Quería darte algo —me dice entonces.

—¿Algo? —saca de su espalda una pequeña caja negra, y me la extiende.

—Feliz cumpleaños —dice con una sonrisa.

—No tenías que hacerlo —le digo, aunque obviamente es tarde, y extiendo mis manos para cojer la caja que ella me ofrece.

En cuanto pasa a mis manos y ella la suelta, avanza hasta mi lado, y se coloca detrás de mí, con ambas manos apoyadas sobre uno de mis hombros, mirando como abro el paquete desde detrás de mi cuerpo, y al abrirlo, no sé si es porque es suyo o porque de verdad me encanta, pero lo encuentro el regalo perfecto.

—¿Te gusta? —me pregunta, al ver que yo no digo nada.

—Me encanta —respondo quitándome el pañuelo del cuello y colocándome el que ella me ha regalado, que es muy similar, pero de un gris muy oscuro, casi negro. Cuando he terminado me giro hacia ella, que me mira con una sonrisa—. ¿Y bien? ¿Cómo me queda? 

—Estás guapísimo —me responde sonriente, y solo con eso ya me hace feliz.

Se acerca hacia mí y rodea mi cuello con sus brazos, acercando sus labios rojos a mi boca, pero la detengo, y giro su cara, besando su frente.

—No me beses, probablemente manches —ella pone los ojos en blanco, y entonces llaman a la puerta—. Ese es el coche de caballos, vamos.

Y me da la mano, caminando hacia la puerta conmigo.

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____:

El lugar es increíble, y la comida que sirven, y el ambiente, y absolutamente todo.

—Deberías intentar que no se te note tanto lo fascinada que estás —miro hacia Levi—. No dejas de llevar la vista a un lado y a otro maravillada —me río suavemente.

—Lo siento... Es solo que... Todo es indescriptible

Él me sonríe.

—No sabes cuánto me alegra que te guste.

La oportunidad de besar tus labios (Levi y tú) [ COMPLETA Y EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora