Capítulo 32

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Cuando entramos en la habitación, desde luego no es como la hubiera imaginado. Es demasiado ostentosa y llamativa, para nada de mi estilo.

—Vaya... —susurra ella, adentrándose, y mirando en todas las direcciones—. Nunca había visto nada parecido... ¿Todas las habitaciones con cama de matrimonio en el muro Sina son así? —pregunta mirándome fijamente.

—No lo sé... —reconozco—. Aunque no creo... ¿no?

Ella se ríe, y se acerca a mí, abrazándome. Me quedo bloqueado un instante, pero correspondo cuanto antes su abrazo.

—Al amanecer... todo esto se habrá acabado, ¿no? —me dice.

—¿Qué parte?

—Todo el caos de estos últimos días... Semanas. ¿Sabes a qué me refiero?

—Supongo que sí...

—Eso espero —me dice—. Que mañana todo se acabe.

Me separo de ella y doy una vuelta por toda la habitación, centrándome en una puerta en concreto, y al abrirla sonrío.

—¿Qué? —me pregunta ____, al ver mi expresión.

—Un baño —digo sonriente—. Es un baño.

Ella se acerca veloz hacia mí. Se asoma a la puerta y esboza una sonrisa, antes de dirigirme una mirada.

—¿Podemos? —me pregunta.

—Claro que sí —respondo sin dudar, y ella se mete dentro a toda prisa. Comienza a girar una de las dos llaves de agua y su reacción es de sorpresa.

—Está saliendo agua caliente —dice mirándome—. Muy caliente.

Yo le sonrío, cuando escucho llamar a la puerta.

—Intenta darte prisa —le digo con una sonrisa antes de cerrar la puerta del baño

Camino hasta la puerta de la habitación, y cuando la abro, encuentro a un soldado que no conozco de nada.

—Capitán, estamos poniendo a punto todos los equipos, cubriendo las necesidades de gas.

Me fijo en que a su lado lleva un carro con los tanques de gas, y es entonces cuando me doy cuenta de que todavía llevo mi equipo puesto. Me lo quito, apoyándolo sobre uno de los muchos muebles de la habitación, y le doy mis depósitos.

—Un segundo —le digo dirigiéndome hacia el baño y llamando a la puerta—. ¡____! ¡Necesito tu equipo!

—¡Voy! —la escucho gritar a través de la puerta, y tras un pequeño instante se abre, y su brazo desnudo se asoma, con el equipo colgando.

—Gracias —digo cogiéndoselo, y vuelvo a dirigirme hacia el hombre de la puerta—. Aquí tienes.

Él toma los cuarto depósitos y me cede otros cuatro nuevos.

—Gracias, Capitán.

—A ti.

La puerta se cierra, y voy hasta la cama, quitándome todos los arneses. Cuando termino por fin me quedo en blanco, y acabo por tumbarme en la cama. La verdad es que es un colchón muy cómodo.

No aguanto mucho tiempo así, hasta que termino por ponerme en pie, e ir hacia la puerta del baño de nuevo, y llamo.

—¿¡Qué tal!? —pregunto.

—¡Bien!

—¿¡Te queda mucho!?

—¡Puede!

Me muerdo el labio, y dudo.

—____...—no levanto tanto la voz esta vez, pero estoy seguro de que me escucha—. ¿Puedo pasar? 

La oportunidad de besar tus labios (Levi y tú) [ COMPLETA Y EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora