La oportunidad de besar tus labios (Levi y tú) [ COMPLETA Y EDITANDO]

Capítulo 34

—A veces siento que el tiempo no pasa... Que avanzan las horas, los días, las semanas... Y nada cambia; como si todo fuera muy despacio, o lo mismo una y otra vez, o ni siquiera fuera... Otras veces simplemente es como si todo acabara de pasar. En el tiempo que yo definiría como una semana, pasan meses... Y cuando me doy cuenta, todo aquello que creía acabar de vivir, ha quedado muy atrás en el pasado... Y en algunas ocasiones, siento que todos esos recuerdos, no me pertenecen, y son historias que alguien alguna vez me contó...

—Estás muy filosófica... —me dice sin dejar de acariciar mi espalda.

—Me siento como en la segunda parte de lo que te he explicado... Como si el tiempo avanzara demasiado rápido... —deslizo mi dedo de arriba a abajo en su pecho, muy lentamente.

—¿Sabes? Eso puede significar que te estás haciendo mayor... —no puedo evitar reírme de su estúpida broma.

—Qué idiota... —continúo el movimiento de mis dedos, y un bostezo escapa de mi boca, haciendo que a él se le contagie.

—Deberíamos haber dormido algo esta noche —yo solo niego sutilmente como respuesta, con mi cabeza apoyada en su pecho.

—Me gusta esta luz —le digo—. La luz de la mañana, de cuando el sol está saliendo... Es una luz tan amarilla, tan cálida... Llena la habitación de paz y tranquilidad.

—La habitación se llena de paz y tranquilidad cada vez que te duermes —yo vuelvo a reírme.

—¿Porque cuando estoy despierta soy muy pesada?

—No... —desliza su mano de mi espalda hasta mi nuca, enredando sus dedos en mi pelo y rascándome la cabeza, lo que me da un escalofrío—. Porque tú dormida eres muy relajante... Es como escuchar la lluvia golpear contra la ventana, mientras tú estás en el interior, escondido entre las mantas, muy caliente...

—Qué cursilería... —suelto, y me río de nuevo, y él se me une.

—Eres una boba...

Nos quedamos en silencio un rato más, acariciándonos mutuamente.

—Levi...

—¿Sí?

—Me quiero quedar así para siempre... Aquí...

—Pero tenemos cosas que hacer... 

—No me refiero a eso... Sé que puedo sonar estúpida, pero quiero que nuestras vidas permanezcan así; ocupándonos de los niños del subterráneo, y jugando con ellos de vez en cuando; sacando tiempo de donde casi no lo tenemos para comer juntos, los paseos de noche, llegar aquí agotados, y dormir algunas noches, y otras pasarlas en vela, y despertar a veces tarde y a veces temprano, y quedarnos en cama hasta el último momento... No quiero recuperar el Muro María, no quiero tener que luchar, ni arriesgar mi vida, ni que tú arriesgues la tuya... Quiero mantener esta rutina de los últimos meses durante el resto de mi vida.

Detiene entonces sus caricias en mi nuca, y se mueve, apartándome de encima de su pecho, hasta colocar su cara enfrente de la mía.

—Nunca dudes, que me encantaría tanto como a ti... Pero, ¿se te ha olvidado? —lo miro, frunciendo el ceño, que es mi manera de alzar una ceja—. Te prometí que te llevaría a ver el mar, ____. 

Abro entonces mucho los ojos, y se me llenan de lágrimas.

¿Un par de meses de paz? ¿Es eso lo único que necesito para olvidarme de aquello con lo que llevo años soñando?

—Perdón —digo, y las lágrimas empiezan a caer de mis ojos.

—¿____? —Levi me mira confuso mientras me siento en la cama.