🌻Capítulo 36.2🌻

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Me comí el resto de la tortilla, me bebí el zumo de naranja recién exprimido y volví a dejar la bandeja en el vestidor antes de entrar en el cuarto de baño.

Esta estancia era del tamaño de mi apartamento; si quisiera, JongIn podría celebrar una fiesta en su ducha. Y a pesar de esas fantásticas dimensiones, jamás nos habíamos duchado juntos.

Estaba de pie bajo el agua y el vaho empañaba el contorno de su figura. Yo ya sabía, por experiencia, que la ducha tenía dos alcachofas superiores y seis salidas laterales. Cuando me duchaba allí, me daban ganas de quedarme bajo el agua para siempre. Si a eso le añadía a JongIn, dudaba mucho que ninguno de los dos consiguiera llegar a tiempo al trabajo.

Me quité el camisón y lo dejé caer al suelo. Él estaba de espaldas a mí y no podía oír nada con el ruido del agua.

Me lavé los dientes deprisa y luego abrí la puerta de la ducha y entré respirando aquel vapor neblinoso. JongIn se dio la vuelta y yo me acerqué a él sin decir una sola palabra y le rodeé el cuello con los brazos. Nuestros labios se unieron en un suave beso.

—Buenos días —lo saludé, con los labios pegados a su boca.

—Buenos días. ¿Ocurre algo con el desayuno?

«Sí, JongIn —quería decirle—. Estoy completamente desnudo en tu ducha porque me quiero quejar del desayuno».

—En realidad —contesté—, le faltaba algo.

—¿De verdad? ¿A la tortilla?

—A la tortilla no le pasa nada, pero al final no he podido degustar el JongIn.
—Le di un beso en la mejilla—. Ni el tú. —Le besé la otra mejilla—. Ni el acompañamiento a base de ti.

Le di un beso en los labios.

—Y eso no puede ser, ¿verdad?

—Yo diría que no.

—Mmmh.

Cogió mi gel de baño y empezó a enjabonarse las manos. Pocos minutos después, estaba cubierto de espuma y empecé a lavarme el pelo.

—Ya sé que no hemos hablado de esto a fondo —dijo, mientras el agua caliente se llevaba la espuma y yo me aclaraba el pelo—. Pero te voy a pedir que me complazcas otra vez. —Me apoyó las manos en los hombros y me miró a los ojos—. No tenemos por qué empezar nada este fin de semana.

—Ya lo sé —contesté, enjabonándome las manos y deslizándolas por sus brazos—. Pero quiero hacerlo. —Me quedé callado un momento; no sabía cómo expresar lo que sentía—. Nunca pensé que sería algo que necesitara o que llegara a desear tanto. Sigo sin querer estar con otro hombre que no seas tú, pero… —Me obligué a mirarlo a los ojos para, de alguna forma, dejarle bien claro que le estaba hablando muy en serio—. Ahora comprendo que creyeras necesario recomendarme otros Dominantes.

Él me estrechó con suavidad contra su pecho.

—Gracias —susurró contra mi pelo.

Y en ese momento desapareció cualquier resto de duda y culpabilidad.

Nos quedamos allí abrazados durante algunos segundos, sintiendo cómo se alejaba el pasado, abrazando nuestro futuro. Entonces se separó de mí muy despacio y agachó la cabeza.

Su lengua jugueteó con mis labios y yo suspiré cuando se deslizó por entre ellos y pude perderme en su experta boca. Me dejé ir para entregarme a él y dejé que todas aquellas emociones que giraban en espiral a mi alrededor me atraparan en su remolino.

Me sentía casi superado por lo que sentía.

—Joder —dije, cuando dejó de besarme.

—¿Tú también lo has sentido?

SUMISIÓN  (KaiSoo) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora