🌻Capítulo 17🌻

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Estaba sentado tras el mostrador principal, haciendo girar la rosa entre los dedos.

—A alguien le ha dado fuerte —canturreó DoKyun, sentándose a mi lado y apoyando la barbilla en las manos.

—¿Quién, yo?

Volví a hacer girar la rosa.

—Es evidente —respondió—. Pero ese pedazo de hombre que te ha dejado esta rosa está en la misma situación que tú.

Parpadeó teatralmente varias veces.

—¿Kim JongIn? —dije, deleitándome en el sonido de su nombre pronunciado por mis labios—. Solo nos hemos visto unas cuantas veces.

Vale, era mentira. Había estado haciendo mucho más que ver a JongIn. Y la rosa no era más que un detalle de agradecimiento por no haberlo rechazado.

DoKyun se puso en pie.

—Una rosa blanca con un rubor en los pétalos es algo muy serio.

—¿Ah sí? —Dejé de hacerla girar—. ¿Por qué?

—¿Te suena John Boyle O’Reilly? —preguntó—. ¿El poeta irlandés?

Yo negué con la cabeza. Nunca había oído hablar de él.

DoKyun unió las manos.

—Esto es tan romántico… Es de su poema «Una rosa blanca».

—No es blanca.

Él me lanzó una mirada impaciente.

—Eso ya lo sé. Solo te estoy diciendo cómo se titula el poema.

—Perdona. —Le hice un gesto de disculpa con la mano; estaba muy interesado por saber adónde quería llegar—. Continúa, por favor.

Entonces DoKyun carraspeó:

—«La rosa roja susurra de pasión, y la rosa blanca musita de amor; oh, la rosa roja es un halcón, y la rosa blanca es una paloma. Pero yo te mando una rosa blanca / con un rubor en los pétalos; / pues el amor más puro y dulce / tiene un beso de deseo en los labios».

Se me cayó la rosa de entre los dedos.

«Eso no significa nada. No significa NADA. Solo le habrá gustado esta rosa en particular. Es solo una coincidencia».

Pero ¿desde cuándo JongIn hacía algo que fuera solo una coincidencia?

Nunca.

—¿Kyung? —me llamó DoKyun.

«Un beso de deseo en los labios».

«Nada. No significa nada», susurró Soo el racional. O quizá fuera Soo el loco. ¿Cómo iba a saberlo a esas alturas?

«Claro. Tú sigue repitiéndote eso. Sigue diciéndote que solo es algo que hace cada fin de semana. Lo que tú quieras. En realidad ya no importa, ¿verdad? Porque para ti sí que significa más», dijo Soo el loco. O quizá fuera Soo el racional quien dijo eso.

—¿Kyung?

—Perdona, DoKyun. —Cogí la rosa y la dejé sobre el escritorio. Me la quedé mirando fijamente—. Es un poema precioso. Muy romántico.

«Un beso de deseo en los labios».

Levanté los ojos para mirar a mi compañero.

—Creo que iré a la sección de poesía, a leer algo más de O’Reilly.

Llevaba mucho tiempo acariciando la loca fantasía de convertirme en el sumiso de Kim JongIn. Quería someterme a su control, ser presa de su voluntad. Ya había aceptado el hecho de que me había enamorado de él, pero ¿qué pasaba con lo que él sentía por mí?
¿Había alguna posibilidad de que JongIn también se hubiera enamorado?

SUMISIÓN  (KaiSoo) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora