🌻Capítulo 21.2🌻

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«Control».

Me dije a mí mismo que no estaba entonado. Solo relajado. Y feliz. No me podía olvidar de la felicidad. Y excitado. Me sentía excitado y estremecido por dentro. Ligero.

JongIn siguió provocándome en el coche. Le resultó muy fácil, pues estábamos solos y no nos podía ver nadie. Se deshizo de mi cinturón y abrió mi cremallera.

-Vas a estropear la tapicería del coche de alquiler -me regañó, acariciando mi miembro-. Estás empapado.

Quería pedirle que me azotara. Pero no estábamos en la cocina ni en la biblioteca.
Estábamos en un coche de alquiler de camino al hotel. Donde había una cama.

JongIn y una cama...

Sería capaz de suplicar.

Ya.

Por favor.

Por fin llegamos al hotel y entramos en el ascensor que recorrería el largo trayecto que nos separaba de nuestra suite. JongIn me apretó el trasero y rugió.

-Aún no -me dijo.

Alguien había estado en la habitación mientras nosotros estábamos fuera. Habían atenuado las luces y la cama de JongIn estaba abierta. Me llevó hasta allí y rebuscó en un petate que había en el suelo. Luego dejó un tubo de lubricante y un vibrador sobre la cama.

-He sido muy paciente, KyungSoo.

Una descarga de adrenalina me recorrió de pies a cabeza.

«Suplicarás por mi polla».

No tenía ningún motivo para pensar que se equivocaba.

-Desnúdame -me ordenó.

Yo estaba temblando.

Dejé resbalar la chaqueta por sus hombros mientras sentía sus firmes músculos, poderosos y duros por debajo de la camisa. Tenía que verlos. Le desabroché la camisa y se la saqué de los pantalones. Luego le desabroché el cinturón. Le bajé los pantalones y los calzoncillos y me recreé observando su erección.

-Es toda para ti -me informó-. Como esta noche lo has hecho muy bien en la cena, te dejaré que la saborees un poco.

Me puse de rodillas y me la metí en la boca. Gemimos los dos. JongIn me cogió del pelo con las manos y se empezó a balancear dentro y fuera de mi boca.

«Mmmh. Su sabor».

Pero enseguida, demasiado pronto para mi gusto, tiró de mí hasta ponerme de pie. Yo me tambaleé un poco.

-Desnúdate -me indicó-. Despacio.

Me quité los zapatos, me llevé las manos a los pantalones y me bajé la cremallera. Luego dejé resbalar la prenda hasta el suelo muy lentamente. Me miraba hambriento, como si quisiera devorarme. Después me quité la camisa y la dejé sobre el resto de la ropa.

-Tócate -me ordenó, sentándose al borde de la cama.

Me llevé las manos a los pezones y me los acaricié, rozándomelos con las yemas de los dedos. Me los pellizqué. Los hice rodar entre mis dedos.

Luego me los pellizqué con más fuerza porque me gustaba mucho. Me deslicé una mano por el costado, por encima de las caderas, dibujé un círculo alrededor de mi ombligo y seguí bajando.

Me mecí contra la palma de mi mano.

-Ya es suficiente -dijo-. Ven aquí.

Me acerqué a la cama.

JongIn me agarró de la cintura y me dio la vuelta para colocarme debajo de él. Sus manos y sus dientes me exploraron por todas partes. Me mordía y me arañaba. Me pellizcaba y me provocaba. Las sensaciones me superaban.

Solté un gemido lleno de toda la necesidad que sentía por él. Me alegré mucho de que no me dijera que guardara silencio, porque sabía que no podría.

Entonces sus manos perdieron frenesí y suavizó sus mordiscos. Yo me arqueé contra él, deseando que volviera. Necesitaba que volviera. Algo. Por favor.

Me dio la vuelta y quedé tumbado de costado, con la espalda pegada a su pecho. Luego cogió el tubo de lubricante que tenía junto al codo. Cuando me volvió a tocar, tenía los dedos calientes y resbaladizos.

¿Cómo había conseguido calentárselos?

Como ya hizo el fin de semana anterior, empezó a acariciar mi erección con una mano, mientras me penetraba con un dedo. Se tomó su tiempo. Se movía muy despacio para dilatarme y, al poco, añadió un segundo dedo.

La mano que tenía en mi miembro me acariciaba con suavidad y me arqueé contra él, deseando sentirlo con más fuerza. Con más aspereza. Entonces me levantó la pierna con la otra mano y se colocó detrás de mí para añadir un tercer cálido y resbaladizo dedo en mi entrada.

Yo jadeé al notar cómo se me dilataba el cuerpo. Se quedó quieto y siguió masajeándome la polla. Se internó un poco más, seguía dilatándome.

Luego, me estrechó la mano y me dio un beso en la nuca.

-Lo estás haciendo muy bien.

Entonces oí un zumbido. El vibrador.

Hizo que me acostara, separó mis piernas y se acomodó. Empezó a lamer mi erección, y succionó. Con una mano deslizó el vibrador hasta posarlo en mi húmeda entrada. Lo introdujo muy lentamente, mientras jugaba y me daba placer con la boca.

Mi cuerpo seguía dilatándose, él seguía moviéndose, seguía empujando hacia delante. Centímetro a centímetro. Hasta el final.

«Ahhh».

Fui concentrándome más en las vibraciones que experimentaba dentro de mí y que tan bien me hacían sentir. JongIn continuaba con la felación. Movía su cabeza y el vibrador al mismo tiempo, alternando el ritmo. Yo me quedé quieto, abrumado de nuevo por las sensaciones. Dejando que me recorrieran.

Inspiré hondo entre los dientes. Era demasiado, demasiado. Cuando empezó a mover el vibrador más deprisa, yo jadeé. La vibración me superó.
No iba a aguantar mucho. JongIn tenía la respiración pesada y a mí se me encogió el vientre. Algo estaba creciendo en mi interior y amenazaba con hacerme pedazos.

Gimoteé cuando noté cómo aumentaba aquella sensación. Jamás había sentido nada tan intenso. Tan completa y absolutamente intenso. No podía soportarlo. Dentro y fuera. JongIn movía su cabeza. El vibrador. Siguió y siguió y el vibrador empezó a alcanzar zonas nuevas.

«Oh, por favor. Oh, por favor, Oh, por favor».

«Ya casi. Casi. Casi».

-¡Sí! -grité, mientras el mundo se hacía añicos a mi alrededor en brillantes fogonazos de luz.

JongIn embistió una vez más y yo me estremecí.

Tuve la vaga sensación de que oía agua.
Intenté darme la vuelta, pero mi cuerpo no obedecía. Me sentía muy débil.
Unos brazos me levantaron y me llevaron al cuarto de baño. JongIn había atenuado la luz y cuando me dejó dentro del agua caliente, yo apenas veía nada.

Se tomó su tiempo para bañarme. Me lavó con ternura, procurando ser suave. Seguía estando desnudo y debía de tener frío, pero toda su atención estaba puesta en mí. Cuando acabó, me sacó de la bañera, me sentó en el borde, y me secó con una toalla muy suave.

-Has estado maravilloso -me susurró, acariciándome el pelo.

Luego me cogió de nuevo en brazos, me llevó a la cama y me tumbó en ella.

SUMISIÓN  (KaiSoo) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora