🌻Capítulo 35.1🌻

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—Supongo que hay varios grados de normalidad, Soo. ¿Quién se supone que puede decidir lo que es normal y lo que no?

—Sinceramente, yo ya he hecho lo que es normal a los ojos de todo el mundo y es aburridísimo —contesté.

—Son distintos sabores —afirmó él, mirándome con cautela—. Y todos pueden ser deliciosos cuando se disfrutan con la persona adecuada. Pero sí, la tendencia natural de cada uno encuentra la manera de definir lo que ve como normal.

—Tú también intentaste mantener lo que se conoce como una relación normal —señalé—. Con SooJung.

—Sí. —Comió un poco. Lo observé mientras movía la boca y tragaba—. Con SooJung. Fue un desastre. Fracasamos por varios motivos: ella no es sumisa por naturaleza y yo no pude reprimir mi naturaleza dominante. —Suspiró—. Pero SooJung no quería admitir que no funcionábamos. Nunca llegué a entender por qué.

—En cualquier caso, ahora ya parece haber superado lo suyo.

—Gracias a Dios. —Sonrió. Entonces se puso serio de nuevo y bajó la voz—. ¿Y tú?

¿Superar a Kim JongIn?

—No —susurré.

—Menos mal.

Alargó el brazo por encima de la mesa y entre los platos y me cogió de la mano.

—Yo tampoco.

Nos quedamos así durante algunos segundos, cogiéndonos de la mano y mirándonos a los ojos.

—Haré todo lo que sea necesario para volver a ganarme tu confianza, Soo, y durante el tiempo que haga falta. —Me acarició los nudillos con el pulgar—. ¿Me dejarás?

Yo quería gritar y lanzarme a sus brazos, pero me contuve.

—Sí —me limité a responder.

JongIn me estrechó la mano antes de soltarme.

—Gracias.

Entonces vino el camarero para servirnos más té.

—¿Alguna vez has preparado sushi vegetal? —le pregunté a JongIn con la intención de rebajar la tensión de la conversación.

—No, nunca, pero siempre he querido aprender.

—Aquí impartimos clases —dijo el camarero—. El próximo jueves por la tarde. A las siete.

Miré a JongIn. ¿Deberíamos intentar tener una cita? ¿Actuar como una pareja «normal»? ¿Vernos sin ninguna expectativa? ¿Dejar que intentara volver a ganarse mi confianza?

Él arqueó una ceja, quería que lo decidiera yo.

—Hagámoslo —propuse.

Cuando salíamos del restaurante, se volvió hacia mí.

—Chang va a participar en la obra de teatro de su escuela. El estreno es este sábado y me ha pedido que vaya. ¿Vendrás conmigo?

¿Otra cita? ¿Estaba preparado para eso?

Sí, lo estaba.

—¿A qué hora?

—Puedo recogerte a las cinco. ¿Quieres que comamos algo antes de la obra?

¿Quería volver a estar en el coche de JongIn y dejar que fuera a buscarme a mi apartamento? Parecía un paso en la dirección adecuada.

—Nos vemos a las cinco.

El sábado estaba nervioso. BaekHyun pasó por mi apartamento antes de irse a casa de ChanYeol y nunca me alegré tanto de que se marchara. En aquel momento no podía soportar sus astutas sonrisas y su expresión petulante. Estaba muy orgulloso de sí mismo, como si hubiera sido el responsable de organizarlo todo.

JongIn llegó a las cinco y nos fuimos enseguida. No lo invité a entrar en el apartamento porque aún no estaba preparado.

La cena fue todo lo que esperaba. Él se comportó como un auténtico caballero y la conversación fluyó con naturalidad. Lo invité a la lectura de poesía de la biblioteca y aceptó.

Hablamos sobre BaekHyun y ChanYeol, sobre LuHan y SeHun, incluso sobre la asociación benéfica de DaSom.

Disfruté mucho de la obra de teatro. Chang no tenía un papel muy largo —su parte estaba integrada en el coro—, pero puso todo el corazón en sus líneas. Cada vez que aparecía en el escenario, a JongIn se le iluminaba el semblante. Me pregunté lo que se sentiría al salvar una vida como lo había hecho él. Cómo se sentiría JongIn sabiendo que Chang estaba en aquel escenario gracias a su sacrificio.

JongIn se mantuvo a cierta distancia de mí toda la noche; se aseguró de que nuestros codos no se tocaban mientras veíamos la obra y que nuestros brazos no se rozaban accidentalmente mientras paseábamos. Yo sabía que se estaba esforzando para que no me sintiera presionado y aprecié su cortesía.

Si seguía existiendo una sutil corriente de electricidad fluyendo entre nosotros, los dos hicimos un gran esfuerzo por ignorarla.

Después de la obra, JongIn me presentó a Chang y a sus padres. Yo reprimí una sonrisa cuando vi la adoración con la que el pequeño lo miraba.

El único momento incómodo de la noche fue cuando JongIn me acompañó hasta la puerta de mi apartamento.

—Gracias por invitarme —dije—. Lo he pasado muy bien.

Me pregunté si intentaría besarme.

—Me alegro de que hayas venido conmigo. La noche no habría sido lo mismo sin ti.
—Me cogió la mano y me la estrechó con delicadeza—. Nos vemos el jueves por la noche.

Me dio la impresión de que quería decir algo, pero en lugar de hablar, sonrió, se dio media vuelta y empezó a alejarse.

No, no me iba a besar.
Porque estaba dejando que fuera yo quien diera el paso.

Y yo no quería que se marchara todavía.

—JongIn —lo llamé. Él se volvió para mirarme con ojos oscuros y ardientes, mientras yo me acercaba. Levanté una mano para posarla en su rostro y dejé resbalar un dedo por el contorno de su mandíbula. Luego deslicé la mano por su pelo y tiré de él hacia mí—. Bésame —susurré—. Bésame y siéntelo.

—¡Oh, Soo! —exclamó con voz estrangulada y ronca. Me puso un dedo bajo la barbilla, me levantó la cara y bajó los labios hacia los míos.

Nos besamos con suavidad y delicadeza. Sus labios eran tan suaves y fuertes como los recordaba. Me acerqué un poco más a él y me abrazó.
Lo provoqué con la lengua. JongIn suspiró y me estrechó con más fuerza. Entonces separó los labios y me dejó entrar. Y fue muy dulce y tierno.

Cuando el beso se hizo más intenso, JongIn lo utilizó para dejarme ver todo lo que sentía por mí.

En aquel beso lo encontré absolutamente todo: su amor, su arrepentimiento, su pasión, su necesidad.

Me arrasó. Sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo, sus dedos deslizándose por mi espalda con delicadeza. Su boca. Su sabor. Su olor.

Él.

SUMISIÓN  (KaiSoo) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora