Cuando descubres que tu realidad no es la única, ¿podrás diferenciarla?
Dicen que todos tenemos un destino, un hilo rojo, que nos une a nuestra alma gemela, la persona predestinada para ti, pero, qué tal, y ese destino o hilo rojo esta entrelazad...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Salgo del trabajo luego de terminar mis horas laborales, me saco los tacones que había puesto, los puse en mi bolso y saque unas zapatillas amarillas, combina con mi vestido, camino hacia la parada del bus, tendría que esperar media hora para que mi bus llegue, tendría que viajar una hora para llegar a la casa de mi madre y llevar al perro al veterinario, quien sabe a qué hora dormiría, saco mis audífonos y pongo buena música, la melodía me desconecta de mis preocupaciones, soy feliz con un poco de música, ser feliz era fácil para mí, solo basta con parar un momento, respirar, recordarme lo que valgo y renovar mis fuerzas, cierro los ojos disfrutando del aire contaminado de la autopista.
Unas bocinas interrumpieron mi viaje astral, abro mis ojos enojada y me encuentro con Adrián estacionado en frente de la parada de autobús en su camioneta, los buses sonaban sus bocinas y él solo me mira a mí, me hace un llamado con sus manos y yo corro hacia él.
—Déjame en la otra parada, no iré a la fiesta contigo. —Saco mi billetera de mi bolso y guardo mi tarjeta de autobús.
—¿Quien dijo que voy a la fiesta?, te llevaré al veterinario con tu perro. —Me sonríe mientras conduce.
—No tienes por qué hacerlo —digo y lo observo.
—Quiero hacerlo porque tu aun no te compraste un vehículo —dijo con despecho.
—Sabes que estoy ahorrando para comprarme un buen auto. —Miro las estrellas.
—Seguro ya tienes bastante dinero, trabajas hace cuatro años depositando un monto en el banco, ¿cuánto tienes? —Me codea.
—No tengo porque decírtelo —digo él suspira y mueve sus hombros protestando —bien, no lo sé. —Él ríe por mi respuesta.
Llegamos a la casa, saco las llaves de bajo de la tortuguita y abro la puerta, me recibe firulais emocionado, es una cachorrita de tamaño pequeño, así que la cargo sin problemas, la subo al carro y emprendemos el camino hacia la veterinaria.
La chequearon y no tiene ningún problema, la llevamos a casa y Aidan me lleva a mi departamento, llegamos aproximadamente a las veintiuna horas, me acompaña hasta mi puerta.
—Muchas gracias por todo —digo abrazándolo y sonriendo.
—De nada princesa —mi sonrisa desapareció al escuchar ese apodo, él lo noto —perdón Jael. —dice avergonzado.
—Está bien —le sonrío —puedes irte en paz, duerme bien —digo e ingreso a mi casa, cierro la puerta con llave.
Voy y me ducho, me cambio de ropa y me acuesto boca arriba en mi cama, me doy vuelta y apago las luces, nuevamente pienso en él, sonrió al recordarlo, cuantas aventuras divertidas soñé con él, el chico de mis sueños y una vez más pasa por mi mente la pregunta.
''¿Qué hubiera pasado si él fuera real?''
Simplemente yo era feliz con mi vida, nunca más volví a soñar con él verdaderamente, solo lo veía borroso en algunos de mis pequeños sueños; puedo vivir sin depender emocionalmente de Wooki, pero, aun así, siento su falta, lo amaba tanto y tal vez aun lo ame, las terapias me ayudaron a estar estable, ahora evito lastimar a los demás, controlo mi ira, me ayudo en todo, pero, lo que siento por el no cambio y aprendí a vivir con ello, mi felicidad depende de mí.
Despierto, no sonó mi alarma y eso significa que es sábado, me levanto feliz, me pongo ropa cómoda y música un poco fuerte pero no tanto para evitar las molestias en los vecinos, saco mis elementos de limpieza y que empiece el show.
Arreglo mi cuarto, la ropa sucia la puse a lavar y mientras limpio la sala me puse a bailar y cantar, la cocina que casi nunca uso está limpia en menos de cinco minutos, luego de terminar me pongo ropa deportiva y salgo a correr por las afueras del departamento en un parque cercano, con música y un tarro de agua.
Al completar mis veinte minutos de trote bebo mi agua, los árboles son muy bonitos, es tan relajante que podría quedarme a vivir aquí, ya son las ocho de la mañana entonces camino hacia mi departamento, subo por las escaleras para hacer más ejercicio y entro a mi casa, me ducho y me visto con un short y una camiseta grande, me preparo huevos y cereal con café, pongo una novela llamada ''sin senos no hay paraíso'' está muy buena, amo la acción.
Al terminar de desayunar, lavo mis cubiertos y me siento a mirar películas variadas, ya había hecho todo, que más podría hacer, y como un valde de agua fría cayendo sobre mí me acuerdo, la conclusión de mi tesis que presento el lunes, apago el televisor y saco mi computadora, el borrador de la conclusión estaba hecha, ahora debo corregirla e imprimirla.
En menos de una hora ya está listo, los pase a un pendrive y me cambio de ropa, unos jeans ajustados y un top, salgo del departamento y lo cierro con llave, salgo y subo al primer autobús que veo, llego a mi destino, la primera editorial que encuentro, bajo y entro en un edificio.
Un chico con rasgos asiáticos muy guapo me atiende, me le quede mirando un rato por su belleza y él lo noto.
—¿Quieres mi número? —me pregunto agarrándome desprevenida.
—Gracias, pero no —digo, bueno si quiero.
—Lo que digas, ¿en qué te puedo ayudar? —Sonríe.
—Quiero que impriman mi trabajo. —Le paso el pendrive y él lo acepta.
—Claro, ¿cuántas copias quiere? —me pregunta.
—Seis, por favor —le sonrío, el asiente y se va, luego de unos minutos regresa.
—Estarán listos mañana, si quieres me das tu número y te aviso cuando estén o yo mismo te lo llevo. —Me acompaña hasta la salida.
—¿Oh hacen entregas? —le pregunto.
—No, pero por ti bebé, seria Batman —me río a carcajadas por su chiste.
—Bueno, gracias —dije recuperando el aliento —me tengo que ir, adiós. —Salgo corriendo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.